las elecciones ponen al ciclo de recortes bajo presión
Los mercados mundiales están concentrados en una fecha en concreto: la reunión del Comité de Mercados Abiertos (FOMC) de la Reserva Federal el próximo 7 de noviembre. Allí se sabrá si el ritmo de las rebajas de tipos que comenzarán este 18 de septiembre se mantendrá, se acelerará o se frenará. Y la Fed tomará esa decisión con la presión política de una campaña electoral y probablemente sin saber todavía quién ocupará la Casa Blanca. Una situación muy delicada pero que, a lo largo de la historia, ha resuelto dejando clara su independencia, aunque hubo ciertas dudas durante el mandato de Donald Trump.
Las elecciones se celebrarán este año el martes 5 de noviembre, pero es muy probable que el resultado no se conozca hasta pasados unos cuantos días: en 2020, la victoria de Joe Biden se confirmó el sábado de esa semana, tras cuatro días de recuento tenso e interminable en los principales estados decisivos. Y, dadas las encuestas, todo parece apuntar a que el escenario no será muy diferente esta vez.
Si eso es así, el organismo que dirige Jerome Powell tendrá que sentarse a debatir una decisión clave sin un dato fundamental sobre la mesa: quién gobernará los siguientes cuatro años. Y, en este caso, ese dato importa, y mucho: Allianz avisaba en agosto de que una victoria de Trump, con recortes de impuestos y fuertes subidas arancelarias, «podría reactivar la inflación», haciendo que «la Reserva Federal se viera obligada a pausar su ciclo de flexibilización en 2025«. Desde Generali también advertían de que «las perspectivas para el próximo año dependen claramente del resultado de las elecciones, dadas las posibles fuertes implicaciones inflacionistas del programa republicano».
Así, todo apunta a que la Fed lo tendrá fácil para bajar tipos en septiembre, con el mercado dándolo ya por hecho, y el banco central estadounidense habiendo ya anticipado que va a llevar a cabo este movimiento. El problema vendrá después, en el encuentro de noviembre, en el que el organismo tendrá que tomar una decisión con la incógnita de quién será presidente, y las consecuencias en la política económica que puede tener que gane uno u otro candidato.
Este escenario es totalmente distinto del que tiene por delante del Banco Central Europeo. El organismo que dirige Christine Lagarde ya ha empezado a bajar tipos, el pasado mes de julio, y el mercado descuenta un proceso que no tendrá sorpresas en los próximos meses: un recorte de 25 puntos básicos en cada reunión antes de empezar 2025.
Cabe destacar que, como ocurrió en julio, el BCE tiene planificadas sus reuniones días antes de las la Fed, y todo apunta a que el organismo europeo va a seguir su propio camino en este ciclo de bajadas de tipos, o al menos, durante los primeros meses del mismo. Salvo sorpresas que se puedan producir en el cambio de la divisa, el euro/dólar, que pudieran hacer que cualquiera de los dos bancos centrales decida mover los tipos para contrarrestar un movimiento agresivo de la divisa que pueda ser perjudicial para la economía, todo apunta a que los dos grandes bancos centrales del planeta van a establecer su política monetaria en el próximo trimestre sin fijarse en lo que hace su homólogo.
Es más, lo más importante para la Fed en el último trimestre, más allá de los datos macroeconómicos que se publiquen en Estados Unidos, es una posible victoria de Trump porque, la única vez en 50 años en que la Fed se ha visto obligada a cambiar de política a mitad de ciclo fue precisamente durante el mandato del presidente estadounidense, y después de intentos de injerencias por parte del presidente estadounidense en la Fed, que ya había amenazado con poner directivos ‘palomas’ en el banco central.
Las injerencias de Trump
La queja de Trump contra el presidente de la Reserva Federal que él mismo había elegido y nombrado, tenía su origen en las subidas de tipos que la Fed llevó a cabo entre diciembre de 2015 y principios de 2019, en pleno mandato del presidente republicano. Aunque este proceso lo inició Janet Yellen, Trump tenía la intención de que la elección de Powell, que empezó su mandato en febrero de 2018, terminase con el proceso de subidas de tipos, cosa que no ocurrió: Powell continuó el ciclo que le había dejado en herencia Yellen, subiendo tipos hasta diciembre de 2018, y dejándolos ‘altos’ (en el 2,5%), durante la primera mitad de 2019.
Durante este periodo Powell tuvo que sufrir las críticas constantes de Trump, y en el mercado se sucedían las voces que pedían que la Fed mantuviese su independencia del ejecutivo estadounidense. Powell se defendió públicamente, y aseguró que seguirían tomando medidas de política monetaria en función de los datos económicos que se publicasen, y no por criterios políticos. Sin embargo, y aunque es cierto que la inflación no alcanzaba el objetivo de banco central americano, en 2019 Powell cambió los planes que él mismo había reconocido que seguiría, y en vez de continuar subiendo tipos hasta principios de 2020, como había previsto, empezó a bajarlos en julio de 2019, y lo hizo en otras dos ocasiones antes de que llegase el Covid, en septiembre, y octubre de ese mismo año.
Después de ver cómo se cambiaba radicalmente la estrategia de la Fed, en un sentido que beneficiaba sus expectativas electorales, Trump también cambió su mensaje, y en noviembre, el discurso del presidente estadounidense sobre Powell y la Fed había cambiado radicalmente. De haber señalado que no estaba «nada contento con su elección» de Powell, y acusar a la Fed de tirar por tierra todos los esfuerzos que hacía la administración para mejorar la economía del país, Trump pasó a señalar que sus encuentros con Powell eran «muy buenos».
Un historial impecable
Pese a este giro durante el mandato de Trump, que puede llevar a algunos a dudar de la independencia de la Fed en aquel momento, el organismo estadounidense puede sacar pecho por su historial. Desde 1972, cuando se empiezan a recoger registros de los tipos de interés en el país, el banco central no ha permitido que las elecciones interrumpieran sus procesos de subidas o bajadas de tipos. En los 13 comicios que se han sucedido en este periodo, nunca se ha apreciado una interferencia en el banco central por parte de los políticos, ni por la inminente llegada de unas elecciones en el país.
En estas cinco décadas se dieron situaciones de todo tipo, desde elecciones en las que la política monetaria estaba en un segundo plano, y los tipos se mantuvieron sin cambios durante largos periodos, hasta otras, como la de 1984, en la que el 6 de noviembre, el mismo día de las elecciones, la Reserva Federal, con Paul Volcker como presidente, bajó los tipos, una decisión que encajaba con el proceso que había dado comienzo meses atrás. En otras ocasiones las elecciones llegaron en pleno proceso de subidas de tipos, como fue el caso de 1980.
Así, parece claro que la Fed se ha movido históricamente de forma independiente al poder político estadounidense, quizá, con la excepción de la bajada de tipos de 2019 de Powell, que puede ser cuestionable.