Las inconsistencias de Mario Urquía, ex Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba
La periodista Camila Acosta, autora del libro ‘Del Templo al Temple, silencios y escándalos de la masonería cubana’, verifica declaraciones del ex Gran Maestro masón.
LA HABANA, Cuba. – A fines de diciembre de 2023 asistí a una cena de fin de año organizada por la logia masónica Federico Valdés, del municipio Cotorro. Compartimos mesa, entre otros: Mario Urquía Carreño, entonces Gran Maestro (GM) de la Gran Logia de Cuba (GLC), José Ramón Viñas Alonso, Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba; Ángel Santiesteban Prats, masón del grado 33; Airam Cervera Reigosa, Gran Tesorero de la GLC, y yo como autora de un libro de historia de la masonería en la Isla.
En el momento del brindis, al levantar mi copa dije “Patria y vida”. Algunos de los presentes asintieron, otros callaron, pero Urquía dijo una frase que resume su concepción moral: “A mí me da lo mismo ‘Patria y vida’ que ‘Patria o muerte’; yo no estoy en eso”. Todos los presentes fueron testigos.
Casi dos años después, vuelvo a recordar el suceso porque Mario Urquía lo ha tergiversado durante una entrevista que concediera al canal de YouTube GILO FEZZO-EN LA ESQUINA ROJA, en la cual intentó explicar qué ha sucedido “realmente” en la masonería cubana desde que en enero de 2024 estallara el escándalo por el supuesto robo de 19.000 dólares (USD) de su oficina en la GLC.
Estas constituyen las primeras declaraciones públicas de Urquía a un año y ocho meses de esos acontecimientos, los que han escalado hasta provocar divisiones en la masonería e incluso denuncias por la injerencia de instituciones gubernamentales y la imposición de un GM.
A continuación, verifico algunos de los principales planteamientos expuestos en la entrevista.
El entrevistador
En Facebook, el entrevistador aparece como Ferrás Ferrás, y en una de las publicaciones se le identifica como Gilberto Ferrás, taxista de una gacela en La Habana. Una fuente que solicitó proteger su identidad, declaró que lo conoce desde hace varios años, desde que trabajaba como administrador del establecimiento Joe’s Bar, ubicado en la calle Ayuntamiento, entre Conill y Tulipán, en Nuevo Vedado.
Tanto el entrevistador como el entrevistado insistieron que no se encontraban en un espacio “oficialista” sino en un canal personal. Sin embargo, una simple revisión del perfil evidencia que su contenido es abiertamente prorrégimen: aparecen entrevistas a Randy Alonso, vocero del programa Mesa Redonda; a exagentes de la Seguridad del Estado como Carlos Serpa Maceira y Raúl Capote; y a directores de medios de prensa estatales. El canal, incluso, ha reportado presentaciones de libros en el Centro Fidel Castro Ruz, donde la entrada es fuertemente controlada y aún más las grabaciones.
En la entrevista en cuestión, Ferrás solo intervino para hacer alguna pregunta, siempre a favor de Urquía. En ningún momento, cuestionó sus respuestas, pese a ser una figura polémica y existir pruebas y acusaciones, por ejemplo, de su desfalco millonario a la GLC. La entrevista giró, en todo momento, en torno a las justificaciones y puntos de vista de Urquía. Más que una entrevista, fue un espacio de exposición.
El entrevistado
Mario Urquía, quien renunciara como GM en agosto de 2024 por el escándalo de corrupción y el rechazo de los masones, asegura que decidió dar declaraciones en este momento porque ya se han cerrado los procesos en su contra por las “supuestas pérdidas de dinero en la GLC” y en los cuales, según dice, no tiene “implicación alguna”.
Al inicio de la entrevista, narra lo que él estima que fueron los “planes para desacreditar a la masonería cubana” y a él como Gran Maestro. Según afirmó, todo fue orquestado por el Soberano Gran Comendador, José Ramón Viñas Alonso, y los masones Gerardo Cepero y Ángel Santiesteban. Su relato de los supuestos hechos fue de lo masónico a lo profano, mencionando hechos aislados, sin conexión, y de los cuales no presentó prueba alguna más allá de su apreciación personal.
Por ejemplo, citó la cena en la logia Federico Valdés y el brindis como si hubiese sido intencional de mi parte que él se definiera políticamente, luego habló de supuestas conversaciones en la que los individuos que acusa le exigían que quitara del cargo al entonces Gran Secretario, Misiel Hernández por sus vinculaciones con la Seguridad del Estado, o que otro masón (Pompilio Portuondo) le exigiera un pronunciamiento por masones encarcelados injustamente por el régimen.
Todos estos son hechos aislados y que, en última instancia, no definirían un “plan” en su contra porque, con esa misma falta de frontalidad respecto la situación en la Isla, se han comportado la mayoría de los grandes maestros desde 1959. Aun así, todos terminaron sus mandatos con normalidad y sin interferencias, al menos desde dentro de la institución.
Tampoco explicó por qué estos individuos a los que acusa estarían tan interesados en desacreditar a la masonería, siendo ellos masones cubanos también.
Antiguos límites y la política en la masonería
Durante todo su relato, Urquía pretendió mostrarse como la ingenua víctima de personas con “una fijación con lo político”, quienes lo atacaron solo porque él se mantuvo firme en la defensa de ese principio de la masonería de “no mezclarse en la política”. Y aquí plantea errores y contradicciones que ha arrastrado la orden masónica en la Isla durante décadas.
Los Antiguos Límites (AL), esos principios fundamentales por los que se rige la masonería en el mundo, establecen que se debe respetar “la organización civil y política del país en que tiene asiento” cada logia. Pero, ¿qué pasa cuando esa organización civil y política deviene dictadura? ¿Qué sucede cuando se violan las libertades que defienden los masones como “hombres libres y de buenas costumbres”?
En Cuba sobran los ejemplos de masones que han luchado en contra de las organizaciones civiles y políticas. Por ejemplo, la Guerra de los Diez Años se orquestó en las logias masónicas Gran Oriente de Cuba y Antillas (GOCA). También fueron masones los principales líderes de esa gesta independentista, así como José Martí. Tanto durante la dictadura de Fulgencio Batista como en la de Fidel Castro, existieron ―y existen― masones que lucharon ―y luchan― por el respeto a las libertades y el retorno a la democracia.
Por décadas, la fraternidad masónica, al menos la cubana, se ha escudado en los Antiguos Límites (AL) para justificar su silencio ante ciertos aspectos sociales, algo que, para muchos masones, significa no comprenderlos en lo absoluto. El pretexto ha sido que, al interior de la orden, está prohibido hablar sobre política o religión. Nada más lejos de la realidad: los AL solo dicen que la masonería “no da cabida a debates de religión ni de política” o sea, discusiones, y menos desde puntos de vista sectarios, puesto que son aspectos que fragmentan la unidad de sus integrantes.
La masonería cubana, históricamente, ha planteado sus criterios sobre los más diversos aspectos sociales, culturales, científicos, políticos y religiosos. Por supuesto, esta situación cambió a partir de 1959 debido a la censura y la represión del régimen. Basta leer los medios de prensa masónicos, sobre todo los de la República, para comprobarlo.
Entre las críticas más fervientes de los masones de entonces se hallan las que se dirigieron contra el fascismo y contra dictaduras como la de Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana, e incluso al socialismo. De igual forma, la orden alzó su voz durante las dos guerras mundiales y las crisis nacionales de diferentes períodos; y a favor de la República Española y de la Revolución Mexicana. También ha manifestado sus visiones referentes a temas religiosos.
Por otro lado, según esos AL, la masonería “no admite más diferencia entre los hombres que el mérito y el demérito; a nadie rechaza por sus creencias u opiniones”. En la Cuba actual, sumida en la peor crisis de las últimas décadas, con más de 1.000 presos políticos encarcelados por protestas pacíficas o por emitir sus criterios en redes sociales, ¿qué mayor demérito para la orden en la Isla que aceptar imposiciones provenientes de la Seguridad del Estado o a individuos vinculados a ese aparato represivo? Reprimir, golpear a inocentes o defender una ideología criminal no son simples “creencias u opiniones”.
La mayor expresión de la responsabilidad masónica con el pueblo y su libertad se vio cuando a cuatro días de las históricas protestas del 11 de julio de 2021 (11J), el Soberano Gran Comendador, José Ramón Viñas Alonso, emitió una carta a Miguel Díaz-Canel a nombre de los masones de altos grados (integrantes del Supremo Consejo), rechazando la represión. Por esa carta, Viñas se volvió en un blanco de ataques de la policía política, llegando incluso a ser interrogado y amenazado con la prisión. Lo que Urquía calla es que él, al respaldar el enjuiciamiento masónico y expulsión de Viñas (en un juicio sin pruebas ni basamentos legales suficientes), se convirtió en cómplice de ese aparato represivo.
“Campañas de desprestigio”
Urquía culpa a Viñas, a Gerardo Cepero y a Ángel Santiesteban de “todo este tipo de situaciones”, es decir, de toda la crisis en la masonería. Según dijo, ellos son los “artífices”. Además, me señaló, como periodista de CubaNet, de formar parte de las “campañas de desprestigio” en redes sociales contra él y contra la GLC. Afirmó que todo ha sido una “cama preparada” con “noticias tendenciosas”.
Nuestra audiencia podrá encontrar en CubaNet diferentes reportes de lo sucedido con la masonería desde mucho antes de enero de 2024. Mi trabajo en relación a la orden en la Isla viene con anterioridad: mi tesis de graduación de la carrera de Periodismo en la Universidad de La Habana (2016) fue un documental sobre la historia de la masonería en Cuba. En 2022 publiqué un libro como resultado de estas investigaciones (Del Templo al Temple, silencios y escándalos de la masonería cubana). En 2023 llegué a entrevistar a Francisco Javier Alfonso Vidal, GM que se exilió para huir de la Seguridad del Estado, cuyos agentes lo presionaban e incluso lo secuestraban en la vía pública para convencerlo de que expulsara a Viñas Alonso de la Orden.
Toda la información publicada por CubaNet ha sido debidamente investigada, corroborada y contrastada.
En dos ocasiones yo misma le propuse a Urquía entrevistarlo. En ambas lo contacté por WhatsApp; la primera vez quedó en avisarme cuando tuviera tiempo; la segunda, hace menos de una semana, ni siquiera me respondió.
¿Dónde está el dinero?
Lo que sí no hizo Mario Urquía fue explicar lo que todos querían escuchar: los casi 5 millones de pesos que él y el ex Gran Tesorero, Airam Cervera, desfalcaron a la GLC y el supuesto robo de 19.000 USD en su oficina en enero de 2024, cuando estallara la crisis en la masonería con repercusiones hasta día de hoy. Estos han sido los mayores descréditos para la Orden en la Isla y ambos han estado vinculados a él.
Sobre los 19.000 USD que “desaparecieron” de su oficina solo dijo que estaban en una caja fuerte, que también fue robada, según él mismo. Pero no mencionó que la puerta de esa oficina no fue forzada y que declaró entonces a la Policía que solo él tenía la llave de entrada. ¿Por qué, si él nada tenía que ver con eso, intentó ocultar el supuesto robo? Lo que evidentemente ha molestado a Urquía es que Viñas se negara a ser su cómplice en el encubrimiento.
Al inicio de la entrevista dijo que no tenía “implicación alguna” con las “supuestas pérdidas de dinero en la GLC”, pero en septiembre de 2024 fue acusado ante la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) por el desfalco a la GLC de 4 millones 752.410 pesos con 54 centavos y de 2.700 USD. Si nada tuvo que ver con eso, ¿por qué los devolvió recientemente? Por otro lado, ahora dice que los 2.700 USD estaban en la misma caja fuerte con los 19.000 “robados” de su oficina, pero eso no fue lo que dijo en su declaración a la Policía por entonces. Demasiadas inconsistencias.