domingo, marzo 9, 2025
Ciencia y Salud

Las personas con depresión tienden a preferir alimentos ricos en carbohidratos, sugiere un nuevo estudio


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 280 millones de personas, es decir, 3.8% de la población mundial, tiene depresión. El impacto de la depresión en la vida de las personas varía: algunos pacientes llegan a ser incapaces de salir de casa, mientras que otros siguen llevando su vida cotidiana sin cambios, aunque con algunos trastornos.

Los efectos de la depresión también pueden observarse en el comportamiento alimentario; aquellos pacientes que padecen depresión grave presentan cambios significativos en el apetito. Investigaciones recientes demuestran que los pacientes deprimidos tienden a preferir alimentos ricos en carbohidratos, independientemente de la disminución del hambre. Entre sus favoritos están los fideos, pasteles y alimentos básicos como el arroz.

«Muchos pacientes deprimidos se quejan de la disminución del apetito, pero algunos llegan a desarrollar un fuerte antojo a los dulces», explica Nils Kramer, coautor del estudio y catedrático de Psicología Médica de la Universidad de Bonn, Alemania. Añade que, aunque hasta ahora se sabía poco sobre la relación entre la depresión y el comportamiento alimentario, sus hallazgos podrían conducir al desarrollo de nuevos tratamientos.


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El cerebro anhela la «hormona de la felicidad»

Kramer y sus colegas investigaron el apetito y las preferencias de los pacientes deprimidos. Les mostraron imágenes de los distintos alimentos a 54 sujetos deprimidos y 63 sanos, luego se les pidió que calificaran hasta qué punto sentían que «querían» o «les gustaba» la comida.

Los resultados mostraron que los pacientes deprimidos tenían menos antojos de alimentos ricos en grasas y proteínas que los sujetos sanos, y en cambio deseaban más los platillos con carbohidratos. Además, los sujetos deprimidos mostraron un gran interés por los alimentos energéticos que contenían chocolate o lácteos. Los especialistas no identificaron diferencias significativas entre los dos grupos en la evaluación de las preferencias.

Los hidratos de carbono, las proteínas y los lípidos son los tres principales nutrientes esenciales para el mantenimiento de las funciones corporales humanas. De ellos, los hidratos de carbono son la única fuente de energía para el cerebro y el sistema nervioso, y la ingesta de hidratos compuestos de azúcar, es esencial para la vida. También se cree que estos influyen en el sistema de recompensa del cerebro y favorecen la secreción de serotonina, un neurotransmisor que estabiliza el estado de ánimo.

Esto lleva a los investigadores a considerar que los fuertes antojos de hidratos de carbono de los pacientes deprimidos están estrechamente relacionados con su gravedad y los síntomas de ansiedad. En otras palabras, es posible que los cerebros de los pacientes deprimidos ansíen la «hormona de la felicidad». Según Kramer, los alimentos ricos en carbohidratos proporcionan al cerebro una sensación de recompensa a través de vías de transmisión diferentes a las de los alimentos ricos en grasas y proteínas: «Este mecanismo podría utilizarse para tratar la depresión con mayor eficacia».


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¿Panza llena, corazón contento?

«Los pacientes deprimidos también mostraron cambios en su microbioma intestinal«, según Lily Truong, quien dirigió el estudio. En concreto, se reduce la diversidad de bacterias beneficiosas en el intestino y tienden a aumentar las bacterias causantes de inflamación. Este cambio en el entorno intestinal puede afectar a la producción de neurotransmisores, provocando cambios de humor y en las preferencias alimentarias.

Las primeras investigaciones demostraron que tomar probióticos, microorganismos vivos que tienen efectos beneficiosos en el cuerpo humano, como los lactobacilos y las bifidobacterias, así como ayunar temporalmente para mejorar el entorno intestinal, también puede ayudar a controlar los síntomas depresivos. «Enfocarse en la interacción entre el intestino y el cerebro es especialmente prometedor», reitera Thrun.

Según el equipo, incorporar la dieta al tratamiento de la depresión podría permitirles examinar cómo cambian las preferencias alimentarias al inicio de la enfermedad a lo largo del tratamiento. El equipo también espera investigar si la optimización de la dieta conduce a una mejora continuada de los síntomas depresivos.

Artículo publicado en WIRED Japón. Adaptado por Alondra Flores.



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