viernes, enero 31, 2025
Fashion

Las seis confesiones más chocantes de Victoria Federica en El Hormiguero


Elena de los Ríos

Podía haber sido un desastre. De hecho, las escasas
intervenciones antes las cámaras de Victoria Federica hacían pensar en que lo peor iba a suceder cuando Vic (así la llamo Pablo Motos) fuera a divertirse a El Hormiguero. Sin embargo, la hija de la infanta Elena, la
estrella mediática de la familia del rey, convenció con su simpatía, su naturalidad y su falta de pretensiones. Todo sucedió conforme a guión, por supuesto. Todo lo que se vio y escuchó estaba pactado y bien pactado.

Antes de cantar alabanzas sorprendidas a
Victoria de Marichalar (así se presenta, sin el Federica), digamos que no oculta nada extraordinario: es una joven de 24 años absolutamente convencional. Ni en su postura ni en su soltura social ni en su discurso
asoma nada excepcional. De hecho, a Vic se le escapó hasta un taco cuando le sacaron el tema de que le gusta quitarse las costras de las heridas (de ahí esas piernas llenas de cicatrices). Soltó por lo bajini un ‘No me jodas’ que es cien por cien Borbón.

Victoria Federica no seduce con lo que dice ni con cómo lo dice, pues su timidez le impide mirar a los ojos, se toca el pelo incesantemente, aprieta los labios sin piedad y se arregla la ropa sin necesidad. Es un puro tic. Y, sin embargo, tiene encanto y la cámara la quiere.
Posee telegenia y sale mucho más guapa en televisión que en sus posados en Instagram. Tiene lo imprescindible y lo demás, podrá aprenderlo por el camino.

La visita de Victoria de Marichalar (acostumbrémonos) a El Hormiguero sirvió de
avance de ‘El Desafío’, el programa de famosos en situaciones de riesgo en el que participa la hija de la infanta Elena y que se estrena en enero. Hubo algún clip de vídeo en el que se la vio
aterrorizada pero entregada. Su ingenuidad, la verdad, desarma. Hasta contó que se fue de vacaciones con el equipo del programa a Maldivas, en plan familia. Vic vive la televisión como un campamento de verano.

Victoria de Marichalar, en su entrada al plató de ‘El Hormiguero’. /

EL HORMIGUERO

Tras los lugares comunes de rigor («Me he superado», «He estado como en casa», «El equipo me lo puso súper fácil», «Ha sido la mejor experiencia»),
Pablo Motos hizo punto y aparte para comenzar la entrevista de verdad. Y comenzaron a aparecer las perlas, más allá de esa fea costumbre de quitarse las costras de las heridas o poner pequeños
petardos en los cigarrillos de sus amigos. Mostró vídeos para demostrar cómo hacía botar del susto a varios amigos fumadores.

Qué haría Vic si fuera anónima

La primera pregunta que le hizo Pablo Motos logró la primera respuesta auténtica de Victoria Federica. La
hija de la infanta Elena confesó que, si se levantara una mañana y no la conociera nadie, se daría un paseo. «Me daría un buen
paseo por Madrid sola. Es lo primero que haría», reconoció la sobrina más famosa de los reyes Felipe y Letizia.

Su relación con los guardaespaldas

«Llevé guardaespaldas desde que nací hasta los 18 años, dos agentes de la Policía Nacional. Lo viví bastante bien y, a la vez, con 16 o 17 años, en la adolescencia, un poco agobiada. Pero
les adoraba y sigo teniendo relación con muchos de ellos. Si me los encuentro en otros servicios me sale abrazarlos, aunque ellos me dicen ‘Quita, quita que estoy trabajando’. Les he echado mucho de menos».

Qué quería ser Vic de mayor

Victoria Federica no tuvo inconveniente en contar que, de niña, no tuvo jamás una vocación. Ni siquiera una inclinación. «Cada día quería ser algo: doctora, profesora, enfermera… Lo que fuera.
Nunca tenía nada claro. Si acaso, me decantaba más por ser profesora, que era la profesión de mi madre antes».

Victoria no fue una estudiante brillante

Pablo Motos pasó por la cuestión de los estudios de puntillas y se limitó a preguntar a Victoria de Marichalar si había sido buena estudiante. «Bueno… Pssssi…
No era la mejor, pero tampoco era la peor», reconoció ella. «Suspendí matemáticas hasta que una profesora me las explicó bien. Gracias a ella no les cogí tanto asco».

Gamberra en el internado

Vic reconoció que su récord de castigos se produjo en Inglaterra, donde estudió en un internado. «No me llevaba bien con la directora de la casa donde vivíamos las internas y le hacía
alguna broma que otra. Siempre encerraba a su perro en la oficina, así que, cuando no me veía, le abría la puerta para que fuera libre».

Volver a las regatas, como el rey

«Toda mi familia ha navegado. Desde pequeños, todos los primos navegábamos en Palma durante los veranos y yo he intentado seguir con ello. De hecho, ahora vengo de la Copa de América donde he estado de espectadora y también de tripulación en un barco, pero clásico. Súper bonito. He aprendido un montón. Me encantaría
formar parte de una tripulación y competir».





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