Las superllamaradas solares son mucho más frecuentes de lo que pensábamos
Estrellas con características similares al Sol pueden desprender superllamaradas en un periodo relativamente corto. Un reciente análisis de un equipo internacional de astrónomos estima que cada 100 años un astro del mismo tamaño y temperatura que el Sol tiende a generar un estallido de radiación, con la potencia de un billón de bombas de hidrógeno.
No todas las estrellas son iguales. El Sol es una estrella de tipo espectral G2V, también conocida como enana amarilla. Se caracterizan por tener una temperatura moderada (entre 5,500 a 6,000 grados Celsius), ser estables y tener una vida media de miles de millones de años en su secuencia principal. Son notablemente diferentes a las enanas rojas, las estrellas más comunes de la galaxia, que son más frías y menos luminosas en comparación.
Algunos científicos piensan que las investigaciones sobre enanas amarillas han subestimado su potencial eruptivo. Para obtener una aproximación a la frecuencia de estos eventos explosivos, un equipo de científicos liderado por el Instituto Max Planck analizó los datos de 56,450 estrellas similares al Sol, tanto en temperatura como en tamaño. Cada registro fue captado por el telescopio espacial Kepler de la NASA entre 2009 y 2013. De acuerdo con el estudio publicado en Science, los datos proporcionan una visión del comportamiento estelar que abarca 220,000 años. En otras palabras, el esfuerzo fue como haber visto el Sol bajo una máquina que acelera el tiempo.
El potencial eruptivo del Sol
El trabajo identificó 2,889 superllamaradas en 2,527 estrellas. En promedio, un astro gemelo del Sol produce una enorme explosión de radiación una vez cada siglo. Los autores se han mostrado sorprendidos por la frecuencia de las superllamaradas en estrellas que hasta ahora se consideraban tranquilas. Estudios anteriores de corte similar revelaron explosiones a intervalos de entre 1,000 y 10,000 años en promedio.
Las llamaradas solares se generan por la liberación de energía almacenada en los campos magnéticos de las estrellas. En el Sol, la alta actividad que produce estos fenómenos ocurre cada 11 años. Cuando se presenta una llamarada, de la superficie de la estrella se dispara plasma (un estado de la materia similar al gas), junto con radiación y partículas de alta energía para formar una corriente espacial. Una parte de ese viento puede llegar a la Tierra y afectar seriamente las telecomunicaciones o las misiones espaciales. Además provoca el fenómeno de las auroras boreales.
Desde que inició la era espacial, las llamaradas solares del Sol han sido ligeras. Sin embargo, hay evidencia en fósiles de la Tierra que revela supererupciones hace cientos o miles de millones de años. Los científicos pueden afirmar que la estrella es capaz de enviar enormes cantidades de energía, pero no son capaces de estimar con qué frecuencia lo hace. Estudios como el reciente permiten acercarse a una tasa de superllamaradas solares y llamar a la prevención. “Los nuevos datos son un claro recordatorio de que incluso los eventos solares más extremos son parte del repertorio natural del Sol”, afirma la Dra. Natalie Krivova, coautora del estudio.