Lis Cuesta, la «no primera dama» que «acompaña» al dictador de Cuba
MIAMI, Estados Unidos. — En una extensa entrevista concedida al canal oficialista Alma Plus TV, Lis Cuesta Peraza, esposa del gobernante cubano Miguel Díaz-Canel, intentó proyectar una imagen de funcionaria cercana, sensible y comprometida con los valores del sistema cubano, en un discurso que repitió las líneas tradicionales del oficialismo, sin dejar espacio para la autocrítica o el reconocimiento de los problemas estructurales del país.
Cuesta Peraza comenzó defendiendo el llamado Coloquio Internacional Patria, evento organizado por el régimen cubano para reforzar su narrativa ideológica en tiempos de redes sociales. A su juicio, el encuentro es una “respuesta necesaria y urgente” para contrarrestar lo que definió como una comunicación hegemónica.
La esposa de Díaz-Canel insistió en que la Universidad de La Habana —donde se celebró el evento— es “una institución, un rostro de triunfo de la Revolución cubana”.
Durante la conversación, Cuesta Peraza repasó su formación como pedagoga en el Instituto Superior Pedagógico “José de la Luz y Caballero”, de Holguín, y su posterior tránsito al sector cultural “por tareas de militancia”. Según dijo, ese traslado marcó su vida profesional.
La funcionaria, que actualmente se desempeña como directora de Eventos del Ministerio de Cultura, se mostró orgullosa de su paso por el Instituto Cubano del Libro, donde —dijo— vivió la etapa laboral que más ha disfrutado.
A lo largo de la entrevista, resaltó una y otra vez el papel de las instituciones del Estado cubano en su desarrollo personal. “Las universidades pedagógicas en Cuba le han dado personas formadas y capacitadas a casi todos los sectores de nuestra sociedad”, afirmó.
El tono de la entrevista giró en torno a una visión edulcorada del sistema cubano y sus instituciones. Cuesta elogió la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y figuras del oficialismo como Vilma Espín, Celia Sánchez y Mariela Castro. También reafirmó su militancia: “Para las cubanas que somos feministas y federadas (…) hoy nos quedan batallas por ganar, pero las vamos llevando bien”.
Consultada sobre “los ataques” que recibe en redes sociales, respondió que los asume “con paciencia, con concordia, con perdón”. Y añadió: “Los que lo hacen por mercenarismo me dan pena. A los que se confunden, hay que perdonarlos. Hasta de los enemigos se aprende”.
Primera dama: ¿Sí o no?
Aunque rechazó el título de “primera dama” por considerarlo una “estructura patriarcal” y “burguesa”, Cuesta Peraza se definió como “compañera” de Díaz-Canel: “Ha sido difícil, creo que una de las cosas más difíciles que me ha tocado en mi vida es acompañar a mi esposo en este momento”. Sobre él, afirmó: “Es un hombre muy ético, muy noble, que ama profundamente al pueblo cubano”.
Cuesta evitó cualquier tipo de cuestionamiento a la gestión del gobernante y se limitó a atribuir los problemas del país al embargo de Estados Unidos: “Este bloqueo terrible que hemos vivido a partir del año 2019 se recrudeció muchísimo (…) se apretaron [las cosas] a límites que son realmente incomprensibles”.
La “no primera dama” se describió como pedagoga, amiga de sus amigos, “leal, apasionada y guerrera”, y destacó su carácter maternal y su cercanía con jóvenes artistas: “Me gusta decir que biológicamente tengo tres hijos, pero hay más que me regaló la vida (…); soy su cómplice”, dijo.
Aunque Cuesta Peraza reconoció que ser mujer y ejercer funciones directivas en Cuba “sigue siendo un reto”, no admitió limitaciones institucionales, sino solo dificultades prácticas y personales. No mencionó las restricciones que padecen miles de mujeres cubanas fuera de los círculos del poder.
La funcionaria optó por la exaltación del sistema y del papel que le ha tocado jugar, sin reconocer fisuras ni asumir errores. En medio de una crisis nacional sin precedentes, su discurso evadió cualquier responsabilidad institucional y reiteró, una vez más, que en el relato del poder cubano, los culpables siempre están fuera.