martes, febrero 25, 2025
Ciencia y Salud

¿Los animales tienen conciencia? Un nuevo estudio revive el debate


La forma en que vemos a los animales ha cambiado rápidamente en las últimas décadas, y en gran medida se lo debemos a la ciencia, que sigue arrojando nuevos descubrimientos sobre las capacidades cognitivas de especies que son completamente diferentes a las nuestras.

No obstante, una cosa es decir que los perros saben contar, que los peces se reconocen en el espejo o que las palomas sueñan, y otra es aseverar que están dotados de una conciencia real, como la que reconocemos en nuestros iguales humanos. Un nuevo enfoque descrito por los filósofos Kristin Andrews, de la Universidad York de Toronto Jonathan Birch, de la London School of Economics, y Jeff Sebo, de la Universidad de Nueva York, arroja nuevos resultados de la presencia de estructuras anatómicas a nivel neuronal y de comportamiento vinculados a lo que comúnmente se denomina «conciencia».


Los perros tienen la capacidad de escuchar y entender las voces humanas.

El reconocimiento de voces humanas solo se había documentado en macacos rhesus y caballos.


¿Alguien sabe qué es la consciencia?

Según los autores del estudio publicado en la revista Science, lo que complica el estudio de la conciencia animal es la falta de una teoría y una definición consensuada. La responsabilidad de probar la «posesión de consciencia» recae en quienes quieren cambiar la opinión generalizada de que nuestra especie es única en la naturaleza. No obstante, existen al menos 22 teorías diferentes de la consciencia, por lo que obtener pruebas científicas concluyentes es casi imposible.

Los científicos creen que la situación es similar al del famoso «problema de las otras mentes», una cuestión filosófica que consiste en preguntarse cómo podemos estar seguros de que hay mentes similares a la nuestra en los cuerpos de otros entes humanos. En su libro publicado en 1889, el pensador británico John Stuart Mill infirió la presencia de «seres conscientes» a partir del supuesto de que estos actuaban igual a él, guiados por una mente. Si se aplica para humanos, ¿por qué no habría de aplicar a los animales? Veamos.


Los gatos ronronean todo el tiempo, desde que son cachorros hasta el final de sus vidas, pero la ciencia no ha logrado develar todo el mecanismo que lo provoca.

Durante mucho tiempo se ha creído que el ronroneo felino se produce por una contracción muscular; un nuevo informe señala que la vibración en la laringe de los gatos se explica con la teoría miolástica aerodinámica.


Razonamiento abductivo

El razonamiento por analogía entra dentro de lo que la filosofía denomina «abducción», es decir, partir de un hecho e identificar la explicación más probable. Por ejemplo, si un animal muestra todos los signos de comportamiento consciente, es plausible que tenga consciencia. Este tipo de razonamiento es el que alimenta al método científico; sin embargo, las hipótesis solo se vuelven plausibles mientras existan más pruebas que las sustenten.

Inferir que un ser humano tiene conciencia a partir de su comportamiento es bastante fácil, ya que casi todos actuamos igual. Si hablamos de un chimpancé, las probabilidades y similitudes siguen siendo altas. Pero cuando pasamos a un pez de colores o a una paloma, las cosas cambian radicalmente.

Generalmente, la investigación en este campo identifica los posibles indicadores o marcadores de comportamiento de un aspecto de la conciencia que se quiere estudiar: evitar un estímulo doloroso, recordar, evitar un factor que en el pasado causó malestar, o buscar un aspecto activamente. Muchos investigadores aprovechan estos elementos concretos de la conciencia animal para estudiar a profundidad a especies, aunque no siempre se llega a pruebas certeras, ya que varios indicadores están presentes simultáneamente, lo que dificulta la hipótesis de si se está ante una forma de consciencia.


Pez cebra (Danio rerio) en acuario.

Una nueva investigación ha revelado que los peces cebra jóvenes de agua dulce utilizan sus órganos gustativos para detectar los niveles de oxígeno en el agua. Este descubrimiento podría revolucionar nuestra comprensión de los sistemas sensoriales de los organismos acuáticos.


El estado de la investigación

En el estudio del dolor, los ejemplos son múltiples. Por ejemplo, los análisis en ratones y aves demuestran que, ante un estímulo doloroso, estas especies buscan un anestésico, como lo haría un humano, y le conceden cierto valor «curativo» cuando cesa el pesar físico. En los reptiles, se han observado varios comportamientos asociados a la experiencia del dolor, como la reducción del apetito y el reposo cauteloso en zonas que pueden potenciar la lesión. Otro ejemplo son las ranas, en las que se han descrito estructuras neuronales que transmiten señales de dolor similares a las vistas en mamíferos.

No existen certezas por el momento; faltan marcadores capaces de descartar que los comportamientos descritos en los animales se deban a respuestas puramente inconscientes del organismo. Por tanto, este campo aún tiene demasiado por abarcar, y hay otros aspectos de la conciencia por investigar; se está trabajando en la validación de marcadores conductuales de la felicidad.

La investigación debe realizarse con cautela, ya que existe un gran riesgo de «antropomorfismo», es decir, la tentación de ver experiencia y comportamiento humano en donde no lo hay. Mientras la ciencia hace su trabajo, es difícil no pensar en la posibilidad de que los animales sean conscientes de lo que les ocurre, lo que transformaría nuestras acciones en actos irresponsables por no pensar en cómo afectan a su bienestar.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.



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