martes, julio 1, 2025
Cuba

los cómplices de la delincuencia en Cuba


LA HABANA, Cuba. – “Cortar de raíz la impunidad”. Con esa frase concluye la nota del diario oficial Granma que da cuenta del arresto del asesino confeso de cuatro personas en el municipio Ceballos, provincia de Ciego Ávila. El horrendo crimen, que terminó con la vida de un niño de cuatro años y un adolescente de 17, ha conmocionado a los cubanos dentro y fuera del país, pero no ha sido el único. El pasado lunes se confirmó que la joven hallada muerta en un basurero de La Habana Vieja el pasado 23 de agosto era Lianet Núñez Pérez, de 20 años de edad y reportada desaparecida apenas un día antes.

Sobre ese hecho, sin embargo, no se ha pronunciado la prensa estatal, de modo que no se conocen detalles sobre lo que parece ser un nuevo feminicidio. La ciudadanía no ha dejado de criticar tanto la falta de información y el desinterés de los medios gubernamentales hacia estos sucesos, como el accionar de las autoridades que, a todas luces, no es suficiente ante el aumento de crímenes violentos en el país, una realidad que el Gobierno niega, a la par que insiste en que Cuba es un país seguro. Nada más lejos de la verdad.

En los últimos años se han incrementado en la Isla las agresiones por motivos de género, las riñas tumultuarias y el número de asaltos y robos con violencia. Pese a que Cuba es considerado el segundo país más seguro de América Latina ―superado únicamente por Uruguay―, una encuesta digital de la plataforma independiente Cubadata, aplicada en el primer semestre de 2023, indica que más del 60% de las personas encuestadas admitió haber sufrido algún tipo de violencia o delito. Solo el 14,6% de las víctimas denunció el hecho ante la Policía, una estadística que dice mucho de la confianza ciudadana en las fuerzas del orden.

La inseguridad se ha apoderado de las calles cubanas, convirtiéndose en otro motivo de fuerza mayor ―además de la caída del poder adquisitivo, la escasez de combustible y el encarecimiento de todos los bienes y servicios― para no salir de casa en las noches. Si a ello se suma que la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) siempre está disponible para reprimir a los disidentes, pero nunca para socorrer, es comprensible que lo ciudadanos se muestren alarmados, desconfiados y críticos hacia un gobierno que, de tanto afanarse en controlarlo todo, ha permitido que la tranquilidad pública se le vaya de las manos.

Cada día Cuba es un país menos seguro. En el paraíso socialista muchos chicos de entre 12 y 16 años se han vinculado a pandillas de barrios marginalizados y circulan con armas blancas en la vía pública, protagonizando incidentes como el de la Finca de los Monos, ocurrido el 8 de junio pasado. Con mayor frecuencia se denuncian apuñalamientos y golpizas que tienen desenlaces fatales porque la nueva ola de delincuentes no se conforma solo con robar; también está dispuesta a matar y lo hace con saña.

Sobre las motivaciones del (los) atacante(s) se dice poco o nada; pero es innegable que los delitos han aumentado y se han vuelto más cruentos conforme empeora la situación económica del país. El Gobierno, lejos de ofrecer alternativas viables, continúa hipotecando el futuro de la nación contra una mejoría que podría o no llegar en los próximos años. La sensación de que no hay salida, unida al resquebrajamiento total de los valores morales y la certeza de que el peso de la ley está siendo reservado para castigar a opositores pacíficos mientras los delitos comunes campean por su respeto, conforman un panorama que alienta la criminalidad.

Las cinco víctimas mortales dadas a conocer en apenas seis días no bastan para ilustrar la magnitud del problema. Una publicación realizada en Facebook por una periodista estatal da cuenta de otros crímenes ocurridos en fecha reciente de los que la prensa oficial tampoco se ha hecho eco. Peor aún: en los comentarios a dicho post varios cibernautas, además de exigir la pena capital para los asesinos, informan sobre otros delitos violentos ocurridos hace muy poco; es decir, se están sistematizando los ataques letales a contrapelo de lo que afirma el Gobierno sobre Cuba como destino seguro. Tal vez lo sea para los turistas, atrincherados en sus hoteles; pero para los nacionales definitivamente no lo es.   

Es una vergüenza comprobar que ciudadanos críticos con la dictadura han sido blanco del repudio popular y que, al menos un carro patrullero con sendas motos de la Seguridad del Estado, se plantan fuera de sus casas para evitarles salir, mientras los rostros de asesinos y violadores ni siquiera aparecen en la televisión nacional para que el pueblo sepa quiénes son.

Es una vergüenza saber que a los condenados por delitos violentos les respetan su derecho a visitas conyugales, atención médica y hasta les conceden libertad condicional, mientras los presos políticos, que no han lastimado a nadie, sufren vejaciones de todo tipo y el ensañamiento de un régimen que les hace pagar su insurgencia imponiéndoles condenas desproporcionadas.

Esa es la Cuba que padecen los que no han podido escapar, la que se oculta detrás de una propaganda cada vez menos efectiva, la que defiende la izquierda más obtusa del planeta. Una Cuba donde la impunidad y el silencio se conjugan para abrirle paso a la peor delincuencia.



Source link

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *