Los pterosaurios aprendieron a volar gracias al cambio climático, sugiere un nuevo estudio
Los pterosaurios fueron los primeros vertebrados voladores que aparecieron en nuestro planeta. Parientes lejanos de las aves, estos antiguos reptiles aún presentan varios misterios, sobre todo en torno a dónde y cómo desarrollaron huesos huecos, alas y demás adaptaciones necesarias para el vuelo con aleteo, muchas de las cuales también fueron desarrolladas (de manera independiente) por el Archaeopteryx y otros antepasados de las aves modernas. Un nuevo estudio publicado en Nature Ecology & Evolution proporciona una pieza importante del rompecabezas, revelando que fueron probablemente los cambios climáticos masivos que ocurrieron durante el Triásico los que les permitieron refinar sus habilidades de vuelo y explotarlas para extenderse por vastas áreas del planeta.
¿Son reptiles o dinosaurios?
Los pterosaurios son un orden de reptiles que vivieron entre el Triásico Superior y el Cretácico. A menudo han sido llamados “dinosaurios voladores”, pero en realidad forman parte de los órdenes de reptiles del Mesozoico que hoy en día no se incluyen en el superorden Dinosauria, un “honor” reservado únicamente para los saurisquios (de los cuales descienden las aves) y los ornitisquios (como los triceratops, los estegosaurios y los anquilosaurios).
Según los fósiles disponibles, los pterosaurios se habrían originado al norte del supercontinente Pangea, en una zona entonces situada a la altura del ecuador, hace unos 215 millones de años. Luego se habrían expandido a lo largo de unos 10 millones de años, tras la gran extinción masiva del Triásico-Jurásico que abrió las puertas al dominio de los dinosaurios en nuestro planeta. Lo que hace misteriosa su evolución es el hecho de que, según los rastros fósiles, los pterosaurios hicieron su aparición de forma repentina ya perfectamente capaces del vuelo con aleteo (el vuelo autónomo también empleado por las aves), sin que se haya podido encontrar en los mismos yacimientos fósiles a algún antecesor con adaptaciones intermedias (por ejemplo, un pterosaurio adaptado al vuelo planeador).
Dos hipótesis
Según los autores del estudio, las posibles explicaciones para la ausencia de ancestros no voladores de los pterosaurios son esencialmente dos: estos antiguos reptiles evolucionaron en otros lugares y llegaron a las zonas donde se han encontrado sus fósiles después de haber desarrollado la capacidad de volar, o sus estructuras óseas huecas han estado mal conservadas como fósiles, lo cual ha generado que no se hayan encontrado ejemplares de especies más antiguas o que no se puedan catalogar correctamente debido a su estado, creando la falsa percepción de un vacío en su registro fósil.
En ambos casos, el resultado es que no es posible determinar qué trayectoria evolutiva condujo a la aparición de los primeros vertebrados voladores en nuestro planeta, ni dónde se originaron. No obstante, el descubrimiento de un grupo de reptiles antiguos estrechamente relacionados con los pterosaurios, los lagerpétidos presentados al mundo en un estudio de 2020, ha cambiado las reglas del juego. Si bien no es el eslabón perdido en la historia evolutiva de los pterosaurios, el estudio de sus primos, de los cuales los pterosaurios ya habían divergido durante unos 35 millones de años (cuando vivieron los especímenes fósiles más antiguos descubiertos), ha permitido a los autores del nuevo estudio reconstruir varios datos clave sobre sus movimientos, los entornos donde vivieron y las condiciones en las que pudieron haber evolucionado para poder volar.
El nuevo mapa
Al cartografiar los hallazgos fósiles de ambos grupos de reptiles antiguos, los autores han demostrado que, poco después de su aparición, los grandes reptiles se extendieron por una multitud de entornos diferentes, tanto en zonas más húmedas como en desiertos, inhóspitos para muchos otros grupos animales de la época. En el caso de los pterosaurios, solo se han encontrado en zonas que en su momento albergaban ecosistemas muy húmedos (como ríos o lagos) y en las costas tropicales del océano Tetis. Se trata de zonas cálidas, mas no tórridas, con lluvias frecuentes y ecosistemas comparables a los de las selvas tropicales actuales. Por ende, a diferencia de sus primos, los reptiles voladores nunca se adaptaron para sobrevivir en condiciones de calor y sequía extremas.
Entre el momento en que sucedió la separación de los dos órdenes de reptiles y el período al que datan los primeros fósiles de pterosaurios disponibles, las condiciones climáticas de la Tierra han cambiado considerablemente. Y si nos remontamos a 35 millones de años atrás, las zonas habitadas por los pterosaurios que conocemos no habrían sido propicias para sus ancestros. Probablemente es por esto que no encontramos fósiles de sus predecesores, que ayudarían a describir el desarrollo gradual de las adaptaciones morfológicas necesarias para el vuelo.
¿Dónde buscar los próximos fósiles?
¿Dónde podrían estar escondidos los fósiles de estos misteriosos antepasados, el eslabón perdido entre los ancestros terrestres y los pterosaurios voladores? Para averiguarlo, los autores del estudio emplearon una técnica llamada “modelado de nicho ecológico”, que se deriva de estudios que intentan predecir qué entornos podrían resultar propicios en el futuro para especies actualmente en peligro de extinción, tomando en cuenta cómo seguirá cambiando el clima de la Tierra. Aplicando el mismo enfoque al clima del Triásico Tardío, elaboraron un mapa de los entornos adecuados para albergar a los pterosaurios antes de que desarrollaran el vuelo con aleteo.
El análisis sugiere que es improbable encontrar el eslabón perdido en los yacimientos europeos donde se han encontrado la mayoría de los fósiles de pterosaurios hasta la fecha. Y también sugiere, con relativa precisión, dónde podrían darse búsquedas futuras: en la Formación Timezgadiouine en Marruecos, la Formación Guanling en el suroeste de China y en áreas similares en Estados Unidos, India, Brasil y Tanzania. Todavía es posible que los fósiles no se encuentren allí, ya que las condiciones en cualquiera de estos yacimientos podrían no haber sido las ideales para la formación y preservación de fósiles de pterosaurios. Sin embargo, son lugares donde puede continuarse la búsqueda.
En cuanto al origen de la capacidad de estos antiguos reptiles para volar, el estudio sugiere una historia interesante. Estos animales se adaptaron a la vida en las densas selvas tropicales del Triásico y se acostumbraron a volar distancias cortas, a vivir en los árboles y a usar sus ramas para esconderse de los depredadores (y, quizás también, para despegar). Sin embargo, tras los fuertes cambios climáticos que transformaron el mundo y expandieron su entorno ideal se extendieron rápidamente, explotando y mejorando así su extraordinaria capacidad de planear sin ser molestados (en aquel entonces única entre los vertebrados).
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Andrea Baranenko.