miércoles, julio 30, 2025
Ciencia y Salud

Los ‘químicos eternos’ afectan el sistema inmune de mujeres embarazadas y sus fetos


Además de microplásticos, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) también atraviesan la placenta. Y, por tanto, pueden afectar la salud del feto. Así lo corrobora una nueva investigación del Centro Médico de la Universidad de Rochester, Nueva York (URMC), según la cual cantidades minúsculas de estas sustancias químicas alteran el sistema inmunitario en desarrollo del feto, lo que podría dejar una huella duradera en su capacidad para combatir enfermedades. Los detalles del estudio se publicaron en la revista Environmental Health Perspectives.

Qué son las PFAS

PFAS es el acrónimo de «sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas», un grupo que incluye innumerables sustancias químicas artificiales presentes en muchos objetos como sartenes antiadherentes, pinturas y cosméticos, debido a su resistencia al calor, el agua y la grasa. También se denominan «químicos eternos» ya que tardan miles de años en descomponerse. Las PFAS están asociados a diversos riesgos para la salud, y en particular, a la fertilidad, el funcionamiento del sistema inmunitario, endocrino y la incidencia de ciertos tipos de cáncer.


Microplásticos

Una investigación española, presentada en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), ha detectado la presencia de polímeros plásticos en el 69% de las muestras de fluido folicular (clave para la ovulación) y en el 55% de las de fluido seminal. El hallazgo, liderado por un equipo de Murcia, abre un nuevo capítulo sobre cómo la contaminación ambiental podría estar afectando a la fertilidad.


Efectos en el sistema inmunitario

En el nuevo estudio, los investigadores realizaron un seguimiento de 200 mujeres con sus bebés. Midieron los compuestos de PFAS en la sangre materna durante embarazo e identificaron las principales poblaciones de linfocitos T de los bebés al nacer, a los 6 y a los 12 meses. Los análisis mostraron que, al año de edad, los bebés cuyas madres habían tenido una mayor exposición prenatal a los químicos eternos presentaban un número menor de linfocitos T auxiliares foliculares (TFH), que ayudan a los linfocitos B a producir anticuerpos fuertes y duraderos, y un mayor número de linfocitos de tipo Th2, Th1 y T reguladores (TREG). Cada uno está relacionado con alergias, autoinmunidad o inmunosupresión.

«Este es el primer estudio que identifica cambios en células inmunitarias específicas que se desarrollan tras la exposición a PFAS. La identificación de estas células y vías metabólicas específicas abre la posibilidad de estrategias de control precoz o mitigación de los efectos de la exposición a compuestos perfluorados para prevenir la enfermedad permanente», comentó Kristin Scheible, coautora del estudio.


Ilustración de la bacteria Escherichia coli. E. coli es una bacteria con forma de bastón que se encuentra comúnmente en el intestino delgado de organismos de sangre caliente. Ciertas cepas pueden causar intoxicación alimentaria en humanos.

Un estudio de microplásticos sobre la Escherichia coli mostró que el poliestireno puede desencadenar cambios en la biopelícula protectora de la bacteria.


Los efectos de las PFAS

De acuerdo con los investigadores, la reducción de las células TFH podría explicar por qué los niveles más altos de químicos eternos en niños se han correlacionado con las respuestas a las vacunas. Por otro lado, el aumento de las células TH2 y TREG podría predisponer a las alergias, mientras que una actividad excesiva de las células TH1 podría conducir al desarrollo de enfermedades autoinmunes como la artritis o la diabetes tipo 1. «Las células afectadas por la exposición a PFAS desempeñan un papel importante en la lucha contra las infecciones y en la creación de una memoria a largo plazo de las vacunas», explicó Darline Castro Meléndez, coautora del estudio.

Castro añade que un desequilibrio en una etapa en la que el sistema inmunitario está aprendiendo cómo y cuándo responder puede aumentar el riesgo de infecciones recurrentes, con síntomas más graves que podrían persistir a lo largo de la vida.


Microplásticos en un tubo de ensayo.

“No está claro que significa esto para el cuerpo, pero probablemente no sea bueno”, afirman los científicos que hallaron la vinculación entre plástico y células.


Prevención en el embarazo

Aunque es imposible eliminar por completo la exposición a los compuestos perfluorados, los investigadores sugieren a la futuras madres que intenten reducir al mínimo el contacto con estas sustancias, sobre todo durante las etapas cruciales del desarrollo inmunitario del feto y del recién nacido: «Utilice filtros de agua, reduzca al mínimo la cocción en sartenes antiadherentes viejos, cambie a alternativas como el acero inoxidable o el hierro fundido y guarde los alimentos en recipientes de vidrio o cerámica. Esos son pequeños pasos que pueden ayudar a reducir la carga acumulativa de la exposición», aconsejó Scheible.

El siguiente paso de los investigadores será determinar si estos desequilibrios tempranos de las células T persisten durante la primera etapa de la infancia y si dan lugar a un aumento de infecciones, alergias o enfermedades autoinmunes.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.



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