Los tesoros de la mejor amiga de la duquesa de Alba salen a subasta mañana
Chueca siempre te da sorpresas. La última
tiene forma de palacio
y es, en el fondo, una subasta que te va a permitir no solo pujar por sus mullidas alfombras, sino hundir tus tacones en ellas. Y, de paso, saber cómo es vivir como una marquesa. Una marquesa muy taurina ella que fue
buena amiga de la recordada duquesa de Alba,
Cayetana Fitz-James Stuart
. Hay que coger la madrileña calle de Luis de Góngora y llegar hasta el número 6, esquina con San Lucas, para dar con la
casa-palacio del Marqués de Viluma, como se la conoce.
Sin embargo, lo de Viluma ha quedado para la historia porque la casona fue hasta hace nada
la morada de María Ángeles Martorell y Castillejo, marquesa de Villel (1931-2021), que no tuvo descendencia. De ahí que sean ahora sus sobrinos quienes hayan decidido vaciarla con vistas a acometer una gran reforma. Nos referimos a los hijos de sus hermanas María Soledad (1924-2022), que heredó el marquesado, hoy en manos de su hija María del Carmen Soto Martorell, y María Concepción (1926-2017).
No sabemos el destino final de esta golosa mansión en pleno centro de Madrid, pero sí que
todos sus tesoros, los de la aristócrata, están a la venta
y que tú también puedes pujar por ellos, además de ir a verlos. Las puertas están abiertas ya bajo petición y la subasta, a cargo de la siempre innovadora Segre, será
el próximo martes 29 de octubre a las 17 horas.
Esta señora de familia de abolengo que se codeaba con la flor y nata de nuestros salones habría hecho
las delicias del sagaz Marcel Proust, siempre en busca del tiempo perdido. ¿Por el camino de Swann, el de la burguesía? No, sin duda, tendríamos que coger el aristócrata de Guermantes para adentrarnos en su mundo. Cuánta jugosa conversación no habrán escuchado estas soberbias y ornamentadísimas paredes. Solo hay que ver lo que cuelga de ellas para darse cuenta del elevado nivel y la alta alcurnia. Delicioso horror vacui.
Hablan de doña María Ángeles los «caprichos arquitectónicos» del mallorquín Pedro Onofre Cotto Ferrer, que pintó allá por el siglo XVII, con un precio de salida en subasta de 50.000 euros. Y lo mismo el maravilloso espejo de micromosaico en vidrio veneciano del XIX (20.000 euros de partida), que es una fantasía y se ha podido ver, por cierto, en
la serie de televisión Las abogadas, rodada aquí en parte.
Alfonso XIII y Victoria Eugenia, padrinos de boda de sus padres
El árbol genealógico, antológicamente florido, también da fe del distinguido linaje de nuestra protagonista. Sus padres tuvieron como padrinos de boda nada menos que
a Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg
. De hecho, ella, María Dolores Castillejo y Wall, era dama de la reina, y él, Francisco de Borja Martorell y Tellez-Girón, gentilhombre de cámara del rey. El desfile de apellidos, títulos y nutridos episodios históricos por todas sus ramas es francamente interminable.
Escudriñando el plantel de joyas de todo tipo y condición que ahora desfilan ante nuestros ojos, se adivina el gusto exquisito de la marquesa. Basta con detenerse ante la Orla de flores con retrato de caballero de Jan Peeter Brueghel (siglo XVII), de la histórica saga de pintores (el Viejo, el Joven…), que sale por 15.000 euros. No en vano
la marquesa de Villel fue amiga de Maritín Cencillo, esposa del coleccionista Bartolomé March y nuera, por tanto, del financiero Juan March, a quien le debemos la fundación eminentemente cultural que lleva su nombre.
Asimismo frecuentó a María Josefa Sánchez-Dalp y Leguina, la marquesa viuda del Saltillo, más conocida como
Pepita Saltillo, toda una institución en Sevilla y tía del apodado como
cura de los famosos, Ignacio Sánchez-Dalp
. Este, como se recordará, casó a
Cayetana de Alba con Alfonso Díez y más recientemente a los duques de Huéscar, además de sellar religiosamente las más fastuosas celebraciones de Despeñaperros para abajo.
A vueltas con el círculo de la nobleza, tan irresistiblemente proustiano, una de las sobrinas de la aristócrata es María Montserrat Viñamata y Martorell, la primera mujer del actual
duque de Medina Sidonia, Leoncio González de Gregorio, hijo a su vez de
la polémica y fascinante duquesa roja
. Por afinar aún más, Montserrat es hija de María de la Concepción Martorell y de Luis Viñamata y Emmanueli, a la sazón condes de Alba de Liste.
Qué vas a encontrar en la subasta: los objetos que eligió Pinto Coelho
Todos ellos, a buen seguro, traspasaron en algún momento el umbral de este palacete que, para colmo de bienes, decoró
el portugués Duarte Pinto Coelho
(1923-2010), quien puso teatralidad y barroquismo a los hogares más ilustres desde que en los años cincuenta se instalara en Madrid reanimándolo. Él mismo fue un gran coleccionista y un perfecto anfitrión.
Lo probaron Elsa Schiaparelli
, Coco Chanel, Truman Capote o Lola Flores, pero también
los reyes Juan Carlos y Sofía o Carmen Martínez-Bordiú. Que el de Cascais era todo menos minimalista salta a la vista.
Lo mejor de esta subasta, más allá de hacernos
viajar al corazón de la nobleza, es que todos los objetos se pueden ver en su sitio, tal y como lo dispuso Pinto Coelho. Y muchos, O Fortuna, son asequibles. Por ejemplo, dos lámparas parisinas en esmalte azul cobalto y bronce de finales del XIX que arrancan en 700 euros. O mejor todavía: un tiesto de madera policromada con decoración de monos de estilo oriental desde 5 euros, unas
butacas con respaldo de capitoné en chenilla rosa o azul a partir de 10, una banqueta de estilo Luis XVI en madera tallada por 20 o un toallero de latón por 30. Hay de todo lo que te puedas imaginar. Todo lo que cabe en un palacio.
Y, entre candelabros, sillas y mesa de comedor estilo Regencia, asoman algunas de las pequeñas extravagancias de la marquesa. A saber:
una colección de 64 hipopótamos de diversos materiales y tamaños, otros siete en cerámica de Bartley o seis cerdos de porcelana de Beswick. No toda iba a ser china. Ni todo iban a ser lindezas artísticas.
«Es una cápsula en el tiempo donde nada se ha tocado desde los 90»
Mercedes de Miguel, directora general de
Subastas Segre, no puede dar información privada sobre los propietarios de esta residencia. Sí nos cuenta que se quedó «fascinada» cuando, tras proponerles la operación, entraron a verla: «Es una casa hecha por Duarte, prácticamente
una cápsula en el tiempo donde nada se ha tocado desde los años noventa. Había vivido una mujer sola con cinco personas de servicio y está muy cuidado todo. Se nota que no había niños».
Curiosamente, la subasta ha dado pie a que «visite la casa mucha gente que la ha conocido, que ha estado aquí jugando a las cartas, que ha venido a cenar, y que ahora quiere llevarse un recuerdo porque es una parte de su historia y
una parte de la historia de Madrid en cierto modo, porque estas casas ya no existen; hay muy pocas así», explica.
De Miguel puntualiza que es
una subasta especial, porque normalmente no se quedan con todo, sino que hacen una selección de 30 o 40 piezas: «En este caso vendemos hasta el cenicerito y la cortina». Algo que, según recuerda, no es habitual en nuestro país, pero sí entre ingleses y franceses: «Allí cuando una casa se vende, se vacía entera y hay unos días de puertas abiertas donde todo, hasta las sartenes, está valorado y se pone a la venta».
«Cada vez hay más jóvenes en las subastas de arte y decoración»
No faltan quienes van a cotillear, a pasearse, pero también quienes pican ante precios tan atractivos. Y muchos de ellos son jóvenes, que «antes a lo mejor se iban a Ikea a comprarse una cómoda por 500 euros y
ven aquí una inglesa del XIX por 400 y pujan por ella». Los tiempos cambian para todo y en este espacio «
cada vez entra más gente joven, y compran un grabado o unas lámparas antiguas para ponerles una pantalla supermoderna. Eso también es reciclar. Y además están comprando un poco de arte y una parte de historia».
Esta experta pone el acento en que
se trata de economía circular
: «No hay nada más sostenible y más ecológico que poner a la venta este tipo de cosas y que tengan una nueva vida en otra casa que las aprecie igualmente».
Hay, desde luego,
joyas con mayúscula, por lo que no sería de extrañar que el Estado ejerza su derecho de tanteo, forma habitual de engordar el patrimonio. Como el gran centro de mesa de bronce del escultor Pierre Philippe Thomire (1751-1843), exponente del estilo Imperio, con un precio de salida de 20.000 euros. A destacar también
una pareja de aparadores de estilo Luis XVI de madera ebonizada con tapa de mármol rojo (15.0000 la unidad), el retrato de Felipe V vestido a la española de Antonio Acisclo (15.000) o los tapices con manufactura de Aubusson (desde 6.000).
Objetos decorativos estos que han dado vida hasta ahora, por obra y gracia de Pinto Coelho y de la marquesa que lo alentó, a esta mansión de estilo clásico construida en 1857 por el mismo arquitecto que proyectó el
Teatro de la Zarzuela de Madrid, Jerónimo de la Gándara y de la Gándara. Fue a petición del segundo marqués de Viluma, Manuel de la Pedrezuela y Ceballos, quien mandó levantarla en los terrenos de las huertas del duque de Frías junto al convento de las Góngoras. Chueca es, definitivamente, puro eclecticismo.