María Gabriela de Saboya, la princesa italiana que pudo ser reina de España
María Gabriela de Saboya era, para muchos, la hija más bella del último rey de Italia. Rubia, de ojos claros y tez pálida, fue la primera «novia» del
Rey Emérito Juan Carlos
. Era la tercera hija de los cuatro que tuvieron el rey
Humberto II de Italia y María José de Bélgica. Nació en Nápoles, el 24 de febrero de 1940 , con solo seis años, marchó al exilio con sus padres. Hoy tiene 83 años, pero todavía conserva esa belleza vital y la naturalidad, alejada de pretensiones, que siempre la caracterizaron.
Don Juan Carlos y María Gabriela
se conocieron en el exilio de Portugal, en Estoril, donde tanto la familia real española como la italiana habían tenido que refugiarse, en los años cuarenta. María Gabriela
tenía tres hermanos: María Pía, Victor Manuel, el heredero, que acaba de fallecer, y María Beatriz. Juan Carlos y María Gabriela eran todavía adolescentes.
Ella había trabado una gran amistad con la infanta Margarita, hermana menor
de Juan Carlos,
que era divertido y atractivo. María Gabriela era
la más bella del círculo de «royals» en el exilio. Ambos compartían, además, un cierto espíritu rebelde. Se hicieron inseparables: salían en pandilla, pero ellos iban de la mano. Frecuentaban el cine y el casino, los domingos.
En aquella época, él era
Juanito, el chico de los Barcelona, y estudiaba en San Sebastián, antes de iniciar su formación en la Academia Militar de Zaragoza. Se escribían constantemente. Él llevaba la foto de María Gabriela siempre en la chaqueta, aunque ella no pensaba todavía ni en noviazgos, ni en matrimonio. En aquella época, además,
nadie veía en el trono a don Juan Carlos. Hoy, siguen siendo grandes amigos, a pesar del paso del tiempo.
Maria Gabriella y don Juan Carlos, un noviazgo que no aprobó Franco
María Gabriela –Ella, como la llamaban sus familiares y amigos– se podía haber convertido en la esposa de don Juan Carlos.
Era hija y nieta de reyes, como
la reina Sofía
. Las familias tenían una estrecha amistad y no veían con malos ojos aquella relación.
Sin embargo, sí hubo quien se opuso: al general Franco ella no le parecía «adecuada»: había recibido una educación demasiado cosmopolita, liberal y «moderna». Sus padres eran un rey amante del arte y una
reina que se había opuesto a los nazis. A ella le gustaban la música y la historia.
El noviazgo entre Juan Carlos y María Gabriela nunca se hizo oficial. María Gabriela viajó a Paría para estudiar filosofía y se convirtió en una de las más glamurosas «socialites» de la época. Se dijo que hubo algunas maniobras para emparejar a María Gabriela con el entonces
príncipe Balduino
, pero parece que no fue cierto. No podían ser más diferentes.
En cambio, sí recibió una oferta de
matrimonio del Sha de Persia, Reza Pahvlavi, a la que respondió que no. Por aquella época, mediados de los años cincuenta, don Juan Carlos ya había iniciado un romance con la condesa italiana
Olghina Nicolis di Robilant.
La extravagante vida de Maria Gabriella, entre yates y palacios
Tras dejar Portugal, María Gabriela residió en Suiza, Italia y Francia. Se le atribuyeron romances con el rejoneador Ángel Peralta y con el conde Paolo Nicolis di Robilant. En 1969, María Gabriela se casó con el empresario multimillonario de origen rumano
Robert Zelliger de Balkany, también amigo del rey emérito.
La pareja causó cierto escándalo en la sociedad de la época, porque ya convivían antes de casarse, ya que él había estado casado y no había obtenido todavía la nulidad. Tras conseguirla, forzado por
el rey Humberto II, disfrutaron de un lujoso y extravagante tren de vida, entre yates y palacios.
Tuvieron una hija, María Elizabeth, en 1972, y siete años después de casarse, se separaron, antes de un accidentado proceso de divorcio, que solo culminó en 1990.
María Gabriela frecuentaba Mallorca durante las vacaciones y no faltó a ninguna de las bodas de la familia real. En los últimos años, se ha dedicado a conservar la memoria histórica de la realeza italiana, a través de la
Fundación Rey Humberto y Reina María José. Es muy crítica con su sobrino, Emanuel Filiberto, del que no ha aprobado ni sus negocios, ni sus apariciones y escándalos en los medios de comunicación. Hoy vive en Ginebra y tiene cuatro nietos.