Más tormentas eléctricas, otra amenaza del cambio climático
Lo que preocupaba a Andrew Farrell era la terrible posibilidad de que un rayo cayera un día sobre el histórico molino de viento. Un rayo cinco veces más caliente que la superficie del sol convertiría instantáneamente la humedad de una de las vigas del molino en vapor y lo haría explotar. ¿Y si un voraz incendio devoraba el edificio de 160 años de antigüedad? Y lo más inquietante, no paraba de pensar en que esta pesadilla podría ser más probable cada año que pasa, debido al cambio climático.
Así que Farrell, de la Autoridad de los Broads, un organismo público británico, decidió instalar un sistema de protección contra rayos en Mutton’s Mill, un molino de viento del siglo XIX situado en el amplio y llano paisaje de humedales del este de Inglaterra conocido como Norfolk Broads.
«Estos molinos sobresalen como perfectos conductores hacia el cielo», articula Farrell. Dentro del Mutton’s Mill hay una rueda poco común, que en su día se utilizó para drenar las marismas con fines agrícolas. El propio molino es un edificio histórico protegido de 23 metros de altura, incluidas sus velas. En los últimos años se han invertido miles de euros en su restauración.
Ahora, en los extremos de los cuatro brazos de las velas del molino hay unas varillas conductoras con ganchos, listas para captar un rayo furioso y transmitirlo inofensivamente a unas barras enterradas en la marisma cercana. Farrell confía en que esto pueda salvar la histórica estructura. Aunque remarca: «Si cae un rayo, probablemente le dará un susto de muerte al búho que anda por ahí arriba».
Según la Real Sociedad Meteorológica del Reino Unido, por cada grado de calentamiento atmosférico, el aire puede retener un 7% más de humedad. Un aire más cálido y húmedo implica un mayor riesgo de tormentas eléctricas y, por tanto, de rayos, añade la Sociedad. Por vivencia propia, Farrell ha notado un aumento de la actividad de las tormentas eléctricas en Norfolk. Los científicos siguen sin saber hasta qué punto podría aumentar la frecuencia de los rayos en todo el mundo; pero las organizaciones ya se están tomando en serio la amenaza y, en silencio, están tomando medidas para proteger los edificios y las infraestructuras críticas de futuras descargas.
Los rayos son cosa seria
Según la información encontrada en documentos en línea, entre los organismos que actualmente sopesan los riesgos se encuentra Scottish Water, que ha contemplado la posibilidad de que los rayos caigan con mayor frecuencia en las instalaciones de biogás, ya que estos incidentes podrían dañar a los trabajadores o a los ciudadanos. Por su parte, la Organización de Aviación Civil Internacional, ha considerado la posibilidad de que una mayor frecuencia de rayos cause alteraciones en los horarios de vuelo, dañe las aeronaves o incapacite las torres de radar. En Reino Unido, Network Rail, también analiza en un documento de presentación la amenaza que se cierne sobre la señalización y los equipos eléctricos de los ferrocarriles.
Y en un informe de 2021, National Grid Electricity Transmission, la empresa que mantiene la red eléctrica de alta tensión en Inglaterra y Gales, asegura que ya ha reunido «pruebas de que los rayos que caen alrededor de nuestros activos están aumentando en algunas zonas». Aunque el sistema es en gran medida resistente en la actualidad, añade el informe: «será necesario considerar el impacto del aumento de rayos en el futuro».
El Departamento de Defensa estadounidense (DOD, por sus siglas en inglés) también se preocupa por los rayos, afirma Caroline Baxter, asesora principal del Consejo de Riesgos Estratégicos: «Se ha subestimado el peligro que corren las instalaciones militares por los efectos del cambio climático, incluidos aspectos como los rayos». Señalando que algunos estados especialmente propensos a los rayos, como Luisiana y Georgia, también albergan importantes bases militares.