lunes, octubre 27, 2025
Cuba

Melissa y el costo de la emergencia


Alrededor de 650 mil personas serán evacuadas, según datos oficiales. El resto debe prepararse como lo ha hecho siempre, pero estos son otros tiempos y la preparación está costando miles de pesos.

LA HABANA.- Dentro de pocas horas Melissa tocará tierra en el oriente cubano como un huracán de gran intensidad. Los prolongados apagones y la intermitencia de la conexión a Internet han impedido que muchísima gente se mantenga informada sobre su trayectoria, de modo que los avisos para anticiparse al desastre han llegado a través de las redes sociales y circulado de boca en boca en un país donde, ciertamente, se ha acumulado una vasta experiencia para lidiar con estos fenómenos atmosféricos. Aun así, las circunstancias que desde hace más de un lustro castigan a Cuba, la incapacidad del estado de recuperar la economía y la impresión de que ese mismo estado ha abandonado al pueblo a su suerte, hace temer lo peor ante un impacto potencialmente devastador.  

Por esta misma fecha, el año pasado, el huracán Oscar arrasó en la provincia de Guantánamo dejando muertos, desaparecidos e infraestructuras dañadas que todavía no se han recuperado. Lo más alarmante de aquel episodio fue que los pobladores no sabían que corrían peligro porque la falta de electricidad les impidió recibir las alertas, evacuarse y tomar medidas para enfrentar el meteoro. Las personas tuvieron que rescatarse unas a otras en medio de monstruosas inundaciones; poblados enteros quedaron incomunicados y sus habitantes desprotegidos, sin alimentos ni acceso a agua potable. La sociedad civil se organizó para enviar ayuda desde otras provincias y socorrer, en la medida de lo posible y en un país donde la pobreza no ha dejado de crecer, a quienes los perdieron todo.

La Defensa Civil se reveló ineficaz, y el recuerdo de esa ineficacia hoy multiplica el temor de los posibles afectados por el paso de Melissa. El estado funciona como un ente aislado con el que se puede contar cada vez menos, que reacciona tarde ante avisos de propagación de epidemia, y anda ocupado con lo que ocurre allende los mares mientras el panorama nacional se complica de todas las formas posibles.

Alrededor de 650 mil personas serán evacuadas, según datos oficiales. El resto debe prepararse como lo ha hecho siempre, pero estos son otros tiempos y la preparación está costando miles de pesos, sin contar el estrés redoblado porque se espera una caída del SEN que traerá pérdidas cuantiosas para el sector privado y las familias. Con un huracán a las puertas y nueve virus activos en territorio nacional, en Holguín y Santiago de Cuba reportan un incremento en los precios de alimentos no perecederos, como los huevos, que se han disparado desde 2300-2500 pesos a más tres mil por cada cartón de treinta unidades. Una vela flaca cuesta entre 100 y 150 pesos, un saco de carbón 2500 pesos –mínimo- y una balita de gas 25 mil pesos, lo tomas o lo dejas. El blíster de Dipirona o Paracetamol ha subido de 500-550 pesos a 700-800 pesos, y a la gente no le queda otro remedio que comprarlo porque justo en este momento no pueden permitirse sucumbir a los dolores en las articulaciones.

De boca en boca viajan las alertas, y en los chats de Whatsapp viajan también las imágenes del huracán. Melissa es fotogénica. En los mapas actualizados puede apreciarse toda su demoledora magnificencia: el ojo bien definido, bandas de nublados, lluvias torrenciales, vientos que pueden arrancar de cuajo árboles enormes y derribar lo que se mantiene en pie por “estática milagrosa”. No es culpa de nadie, es la naturaleza. Pero un fenómeno natural de esa magnitud, a punto de golpear un país donde el estado hace mucho tiempo que no cumple su función, inspira pavor.

No es que los cubanos estén exagerando lo que trae Melissa, “como si nunca hubiera pasado un huracán por aquí”. Es que hoy los cubanos ni siquiera cuentan con la tranquilidad de poder adquirir los productos de la canasta básica, comprar algunas libras de vianda y frutas con su salario o acudir a un punto de venta donde, por un precio razonable, puedas llevarte a casa (como en otros tiempos) unas laticas de sardina, un paquete de galletas saladas y otro de galletas dulces para los niños, que no paran de alborotar y comer cuando se ven encerrados. Es que no hay dinero para ese gasto extra que demandan las emergencias, y Melissa impactará en la barbarie, sobre un pueblo que acumula años de agotamiento físico, mala alimentación y estrés psicológico.

Nadie está exagerando. El miedo, el caos y la tristeza anticipada están perfectamente justificados, porque gente que ya es pobre lo será todavía más dentro de dos días, cuando lo hayan perdido todo. Y después de comprobar que lo perdieron todo, se enterarán de que el mismo estado que no provee ayuda, acaba de lanzar un nuevo paquetazo de medidas para darle el golpe definitivo a lo que deje Melissa.

Cero subsidios en un país atestado de viejos y donde aumenta la vulnerabilidad infantil. Habrá que pagar sumas abusivas por la corriente que no hay, el agua que no llega y el gas que aparece cada cuatro meses o más. Aumentarán los impuestos, se extenderá la dolarización. Ahora sí la emigración cubana va a subsidiar completamente a un régimen parásito que le ha quitado al pueblo desde el arroz y el pan hasta los analgésicos. Melissa es una emergencia transitoria dentro de la persistente emergencia nacional que se agravará en las próximas semanas para cerrar el año por todo lo bajo, con el dólar y el euro cantando a dúo “Te espero en la eternidad”.



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