No es un volado; la probabilidad del sexo de un bebé cambia según algunas características de la madre
En teoría, lanzar una moneda ofrece un 50% de probabilidades de obtener cara o cruz. Sin embargo, al repetir el lanzamiento suficientes veces, la balanza se inclina ligeramente hacia un lado. Factores como la forma de la moneda o el estilo de lanzamiento pueden alterar el resultado estadístico de un «volado justo». Un fenómeno similar podría estar ocurriendo en la determinación del sexo de los bebés en familias numerosas.
Un reciente estudio de la Universidad de Harvard descubrió que el sexo asignado al nacer no siempre sigue un patrón aleatorio e independiente. Algunas características genéticas de la madre e incluso el número de hijos previos puede modificar las probabilidades hasta en una proporción de 60:40. Los resultados se hicieron visibles tras analizar 146,064 embarazos de 58,000 enfermeras de Estados Unidos, entre 1956 y 2015.
Patrones reproductivos y azar
Los investigadores consideraron al primer nacimiento como resultado de una distribución binominal simple. En otras palabras, el primogénito tuvo la misma probabilidad de resultar en un niño o una niña. Es a partir del segundo embarazo donde comienzan a observarse sesgos y estos se hacen más evidentes en familias grandes.
De acuerdo con su base de datos analizada, una madre con un hijo tiene una probabilidad de 57% de que el siguiente también sea varón. Con dos niños, hay un 58% de posibilidades de que el siguiente hermano sea también del sexo masculino. A partir del tercer hombre, la estadística se coloca en 61%.
De forma paralela, para una madre que dio luz a una hija, hay una probabilidad de 53% de que se repita el sexo en el siguiente nacimiento. Con dos niñas, hay 55% de posibilidades de que exista una tercera hermana. Para una madre con tres hijas, la probabilidad de una siguiente mujer queda en 58%.
El estudio publicado en Science Advances también encontró que la edad materna influye en la probabilidad de tener hijos del mismo sexo. Las madres con más edad mostraron una tendencia a tener una homogeneidad en el sexo de sus descendientes. Los científicos especulan que la explicación estaría en las condiciones dentro de la vagina que favorecen la supervivencia del esperma portador del cromosoma Y o X. “Cada mujer puede tener una predisposición diferente a cada uno de estos factores a medida que envejecen, lo que podría conducir a una mayor probabilidad de producir constantemente descendencia del mismo sexo”, explican.
El análisis de cinco décadas de nacimientos permitió establecer que el sexo del bebé guarda relación con el de sus hermanos mayores. Aun así, los científicos advierten que es necesario seguir explorando variables como el estilo de vida, el estado nutricional o la exposición a productos químicos para comprender el origen del sesgo.
“Tanto los factores biológicos como las decisiones reproductivas para retrasar la concepción pueden contribuir al fenotipo observado de la agrupación de sexos dentro de las familias”, explica la investigación.
Las familias que tengan tres hijos del mismo sexo y deseen un cuarto, deben considerar que su moneda imaginaria que define las probabilidades del sexo del bebé está ligeramente cargada.