No hay manera de que el Oropouche se pueda erradicar
Santiago de Cuba.- Roberto Serrano, médico que reside en el municipio Songo-La Maya, Santiago de Cuba, advirtió sobre las peligrosas arbovirosis que circulan en el país, haciéndo énfasis en la imposibilidad de erradicar el virus de Oropouche por la compleja situación higiénico-sanitaria en la Isla.
Entrevistado por CubaNet, el galeno se refirió a los críticos niveles de sanidad que complejizan el panorama: “No hay ningún territorio de este país que escape a esta situación deplorable. Esta zona (Songo-La Maya) es igual que todas, porque en todas las ciudades, en las periferias, los desechos sólidos y líquidos no tienen un destino final”.
Con las ciudades convertidas en fosas sépticas y basureros, sin un mecanismo de recogida de desechos ni de fumigación, las condiciones empeoran cada día y casi todas las enfermedades se convierten en endémicas, apuntó.
“El dengue apareció y nunca más lo hemos podido erradicar porque simplemente cada día hay más mosquitos. No hay manera de que eso se pueda erradicar”, dijo, en referencia también al Oropouche.
Cubanos en riesgo
Los pacientes que contraen el virus de Oropouche recaen constantemente y tienen una evolución nada predecible, algo que no es usual en otros virus.
“Cuando no se cambian las condiciones sanitarias, cuando todo se mantiene, los pacientes hacen recaída, hacen recurrencia (…) Hay pacientes que refieren inclusive alrededor de 6 y 7 recaídas, que no es lo común, por ejemplo en el dengue ni en otro tipo de virus”, destacó.
Aunque el gobierno no ha reconocido muertes por Oropouche, tanto Serrano como el presidente del Gremio Médico Cubano, Miguel Ángel Ruano, indican que se han producido fallecimientos por complicaciones por el virus.
“Este tipo de virus no produce la muerte directamente, pero indirectamente sí la puede producir. Aquí, por ejemplo, en Cuba hay muchos pacientes sujetos a condiciones extremas en cuanto a alimentación, en cuanto a la carencia de medicamentos y de todo tipo. En este país la situación en sentido general está muy depauperada”, precisó.
En casos en que los pacientes tienen su sistema inmunológico deprimido y una alimentación deficiente, pueden llegar a morir, porque “la sintomatología es muy variada” y escasean los tratamientos.
“Da a veces inclusive diarreas importantes, vómitos importantes y un paciente cuando desde el punto de vista inmunológico está deprimido puede morir. No es la causa directa la infección del virus,pero sí puede ser secundariamente porque la sintomatología se puede agravar y puede llegar hasta la muerte”, apuntó.
Apuntó también a que, a diferencia de lo que sucedía con el COVID-19, las autoridades sanitarias no están dando un seguimiento a las muertes relacionadas con el virus. Sin embargo, “probablemente existan pacientes que hayan muerto secundariamente por esto”.
Sin acceso a fármacos
Al tener que recurrir a un tratamiento en dependencia de la sintomatología, se convierte en una odisea lograr combatir la enfermedad. “Aquí en Cuba las farmacias, los hospitales, los policlínicos están desprovistos de lo mínimo indispensable para tratar cualquier patología. Para cualquier patología no hay antipiréticos, no hay nada”.
Muchos de los pacientes le han referido al médico que llegan a la deshidratación pero cuando acuden a policlínicos y hospitales no hay soluciones para su condición.
Cada día esa crisis se agrava e impide que haya un progreso en la situación epidemiológica.
“Cuando tú no tienes lo elemental para combatir ningún tipo de enfermedad no se puede avanzar. Otros médicos en países tropicales dicen que todos estos virus son virus de temporada y que con una vacuna antiviral se contrarrestan y el paciente evoluciona en pocos días”, acotó.
“Aquí se ponen algún tipo de vacunas antivirales, en la niñez, en la adolescencia, pero para este tipo de enfermedades en los pacientes adultos, no hay ninguna, ni siquiera para los adultos ni para los niños. No hay ninguna vacuna para el dengue”, argumentó.
El último recurso para aminorar los casos es tener una sanidad adecuada, “tener, digamos, niveles desde el punto de vista higiénico, epidemiológico, compatibles con una ciudad, compatibles con los niveles estándares que existen en el mundo y que desafortunadamente aquí no existen”.