Nos preparamos para el peor escenario
Cuando se creó la Unión Europea y posteriormente la zona euro (los países que comparten moneda) ya se sabía que se estaba uniendo a países muy diferentes (un mosaico formado por teselas de formas y colores distintos, muy difícil de encajar). Esto ha generado ciertos problemas a la hora de avanzar e implementar políticas homogéneas para países con propensiones al consumo, el ahorro o el gasto público tan diferentes. Otra evidencia más de la distancia cultural/socioeconómica entre los países de la UE se está pudiendo comprobar en los planes de contingencia de cada nación para afrontar lo que se empieza a considerar ya como un nuevo mundo, más inestable, peligroso e incierto. Mientras que en el norte, tanto ciudadanos como gobiernos, han comenzado a acumular pertrechos (grandes cantidades de cereales y material médico) para lo imprevisto, en el sur los países se dejan llevar.
Los países nórdicos y del mar Báltico llevan mucho tiempo denunciando la amenaza que se cierne sobre sus fronteras, pero también los retos que plantea un mundo más volátil y multipolar. Ahora, los gobiernos, los bancos centrales y las empresas de esos países están liderando el camino para almacenar cereales y suministros médicos de emergencia, lo que hace que el sistema financiero sea más resistente, mientras que los hogares almacenen alimentos enlatados y tabletas de yodo. No solo la guerra es lo que preocupa a los países nórdicos y bálticos. La pandemia, el cambio climático… son muchos los frentes abiertos en un mundo que parece cada día más ‘loco’.
«Por todo esto, Finlandia habla mucho de esta preparación de 72 horas en la televisión, en las redes sociales, en los periódicos; incluso he oído que en las escuelas enseñan a los niños sobre ello», aseguraba esta semana Lotta-Sofia Saahko, de 31 años, una escritora que vive en Valkeakoski, una ciudad en el sur de Finlandia. «Así que ahora está muy presente en los medios, y eso definitivamente ha cambiado mi forma de pensar», en declaraciones a Bloomberg.
Hace pocos días también se desvelaba que Polonia había ampliado sus reservas de cereales hasta un nivel récord, en un intento por reforzar la seguridad alimentaria ante posibles interrupciones del suministro causadas por fenómenos meteorológicos extremos o eventos geopolíticos. La agencia estatal de reservas (que no revela el tamaño exacto ni la ubicación de los inventarios) ha mantenido existencias estratégicas durante décadas. Esto a pesar de que el país es un exportador neto de cereales y actualmente cuenta con abundantes suministros, especialmente tras el aumento de los flujos transfronterizos desde Ucrania debido a que la invasión rusa dificultó las exportaciones marítimas de Kiev.
«Polonia ha mantenido reservas estratégicas de alimentos, incluidos cereales, desde que tengo memoria», comenta Agnieszka Bogucka, directora de la Agencia de Reservas Estratégicas de Polonia, en una entrevista la semana pasada. «Pero nunca hemos tenido reservas estratégicas de cereales tan grandes como las que tenemos hoy».
Estas reservas subrayan las múltiples amenazas a la seguridad alimentaria, desde el mal tiempo que daña las cosechas hasta los problemas en las cadenas de suministro causados por guerras o pandemias. También son un ejemplo más de los esfuerzos gubernamentales para prepararse ante posibles crisis. Finlandia también está almacenando cereales, mientras que Suecia planea reconstruir reservas junto con semillas y fertilizantes.
No todo es guerra
Algunos de estos movimientos pueden parecer alarmistas, pero los dirigentes consultados por Bloomberg explican que los escenarios son variados y más probables que en el pasado: se incluyen desastres naturales debido al cambio climático, cortes en el suministro de energía y ciberataques internacionales, no solo guerra. La preparación también significa muchas cosas. Saahko, que vive con su abuelo, comenta que tienen dos bidones de agua de cinco litros y han comenzado a comprar de otra manera para que haya suficientes latas de sopa de guisantes y pan crujiente.
Las autoridades suecas están ofreciendo consejos sobre evacuación, cómo detener hemorragias y cómo hablar con los niños sobre la guerra. Y luego está el panorama más amplio. En el país vecino, Noruega está reactivando las reservas de cereales y aumentando su capacidad de almacenamiento.
El mayor minorista de Lituania, Maxima, tiene un plan para que sus supermercados permanezcan abiertos en caso de que se interrumpan las comunicaciones, mientras que sus almacenes tienen una lista de productos esenciales que almacenar. El Parlamento polaco aprobó este mes una ley que exige a las autoridades locales que mantengan suficiente comida y agua, también para 72 horas. Otras medidas incluyen un sistema de evacuación y la construcción de refugios.
Dinamarca se prepara para un apagón total
En Dinamarca, el gobierno creó este año un ministerio de crisis y también empezó a aconsejar a la gente que almacenara alimentos y agua para 72 horas. Pero para el sistema financiero, eso no es suficiente. El banco central es pionero en un sistema que permitirá a partir del año próximo los daneses seguir utilizando tarjetas para comprar alimentos y medicamentos durante una semana en caso de que se corte la electricidad o Internet.
Se está trabajando con minoristas, bancos y empresas de pago para ampliar el tiempo que la gente puede hacer transacciones con tarjeta fuera de línea de tres a siete días, dijo Ulrik Nodgaard, vicegobernador. Los minoristas y los bancos acordaron compartir equitativamente el costo de cualquier actividad fraudulenta, y otros países han mostrado interés en utilizarlo como modelo, explica este político.
«Se trata de prepararse para los peores escenarios, y no nos sentíamos cómodos diciendo que una interrupción definitivamente no podría durar más de tres días», comenta Nodgaard en una entrevista en Copenhague la semana pasada. Desde que Rusia se anexó Crimea hace una década, los estados bálticos y Polonia se han convertido en los mayores ‘inversores’ en defensa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte como proporción de sus economías. Finlandia y Suecia, que habían permanecido durante mucho tiempo fuera de las alianzas militares, se unieron a la OTAN después de que Vladimir Putin comenzara su invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022.
Lituania también ha buscado activamente albergar suministros médicos de emergencia. El año pasado recibió luz verde de la Comisión Europea para crear un gran almacén como parte de un plan para tener 22 reservas nacionales en 16 Estados miembros de la UE. Junto con la defensa, los suministros de energía y los productos farmacéuticos, gran parte del énfasis se ha puesto en los alimentos. Mientras que países como Polonia, Rumania y Eslovaquia mantuvieron sus reservas después de la Guerra Fría, otros las desmantelaron.
Finlandia también está acumulando grandes cantidades de cereal y con razón. Un tercio de su territorio se encuentra en el Círculo Polar Ártico, por lo que tiene una temporada de cultivo corta y una historia de hambrunas. La crisis de los cereales en 1917 desencadenó los primeros esfuerzos para garantizar suministros adecuados, y 11 años después se fundó un granero estatal.
Los países del norte son ahorradores, frugales y precavidos. Si no sucede nada, estos esfuerzos habrán sido en balde. Pero si alguno de los escenarios que se plantean se terminan materializando, estos países ‘alarmistas’ estarán preparados para sobrevivir, mientras que en el sur habrá que seguir viviendo al día, como manda la tradición.