¿Nosotros también esperamos a Godot?
¿Será prudente seguir esperando a ese Godot que no aparece, a ese que esperamos desde hace mucho tiempo y en medio de un camino largo?
LA HABANA, Cuba. – Tengo la impresión de que hemos pasado la vida esperando, esperando por algo que se anuncia y que no llega, y ahí estamos todavía, en medio de un camino largo, muy largo, y a la espera, y quietos, y plantados, y con la mirada fija en ese camino tan extenso por el que, se anuncia que debería llegar un tal Godot, a ese Godot al que esperamos desde hace mucho, muchísimo tiempo, y que no llega.
Y ahí está el camino, ahí está el sendero por el que debe aparecer Godot, el camino por el que, eso se dice, deberán enrumbarse los pasos de Godot, para llegar definitivamente al punto en el que se le ha estado esperando desde hace tiempo, quizá demasiado tiempo, quizá la vida entera. Y ahí estamos ahora, todos varados en un punto fijo, en un punto que no se corre ni un poquito, en un punto que no se expande y que no crece y que no fluye.
Godot, al que hemos esperado casi la vida entera, no llega nunca, y ahí estamos nosotros, con la mirada fija en el camino, esperando y esperando. Ahí estamos, en el mismo punto de siempre y con la mirada quieta. Ahí estamos, con la mirada inamovible y en un instante que parece ser perpetuo, que no varía, que no se corre ni un poquito. Ahí está el camino de todos, la vida entera, ahí está la eternidad de la expectativa, pero Godot nunca aparece en lontananza y mucho menos en las cercanías.
¿Y Dónde está Godot? ¿Dónde está el Godot que nunca llega? ¿Dónde está Godot? ¿Escondido acaso? ¿Dónde está ese Godot que quizá se camufla para no ser descubierto? ¿Llegará haciendo el camino de la izquierda? ¿Llegará por ese camino que se abre más a la derecha? ¿Llegará por el sendero de la izquierda? ¿Acaso en ese punto en el que se bifurca el camino que está la derecha con el camino que estuvo corriéndose un poco más hacia la izquierda?
Todos esperamos a Godot, a ese Godot que quizá llegue, a ese que quizá no llegue nunca; sin embargo, todos seguimos esperando por un Godot que podría aparecer en algún sitio, en uno de esos espacios que no se corresponde con ningún sitio de creencias. Godot podría aparecer en un punto muy lejano, un punto que podría ser visible, únicamente, allá en el cielo, quizá en el suelo más profundo. Godot podría encontrar otro sistema de creencias, en un punto que no varía, en un punto que ha estado inerte desde siempre, ese que hemos estado esperando y que no llega.
¿Será prudente seguir esperando a ese Godot que no aparece, a ese que esperamos desde hace mucho tiempo y en medio de un camino largo? Hemos esperado mucho por una entidad que no aparece, hemos esperado al Godot que nunca se presenta, al Godot que se esconde y da la espalda, al Godot que no crea compromisos. Hemos esperado por un ente de ficción, a por un personaje del absurdo que no encuentra cabida en ningún sistema de afirmaciones.
Estamos varados en el medio de un camino que ya se hace demasiado largo, y hasta imprudente. Esperamos, esperamos, esperamos, y para luego podría ser demasiado tarde. Podría ser imprudente esperar a esa entelequia que es Godot: cuando aparezca, en medio del camino, podría ser muy tarde. Este es el tiempo de la aparición, y si no apareciera en medio de ese camino habría que inventarlo, y dejar la quietud, y avanzar, avanzar con Godot y sin Godot. Godot es una invención, es un personaje del absurdo, y nosotros somos la verdad en medio del camino más azaroso.
No esperemos por Godot. Nuestro tiempo es este, y no hará falta esperar a Godot; en Cuba ya hay demasiados como él, y ya sabemos que son muy lentos, demasiado quietos. Este no es el tiempo de la espera, es nuestro tiempo, no es el tiempo de Godot, ni de la quietud, ni de la perpetua espera. Este es nuestro tiempo, y no el tiempo de esperar a Godot, que es muy lento, y pesaroso.