martes, octubre 7, 2025
Cuba

otra historia de la música cubana en el exilio


El cubanoamericano Adrián López Ballester vive tan apasionado por la música como su padre, el pintor y fotógrafo Rogelio López Marín (Gory).

LA HABANA, Cuba. – Hace más de 50 años, cuando era un adolescente de La Víbora aficionado al rock, Rogelio López Marín (Gory) soñaba con ser músico, pero ―según ha confesado― tenía pésimo oído musical y el rock estaba proscrito: entonces se dedicó a la pintura y la fotografía.

Gory llegaría a convertirse en uno de los artistas cubanos de la plástica más importantes de su generación. En 1981, junto a Flavio Garciandía, José Bedia, Tomás Sánchez y otros siete jóvenes artistas, marcó nuevos rumbos en la plástica cubana con la exposición Volumen I. Pero al romper con los cánones estéticos institucionales, las obras de esa expo incomodaron a los comisarios culturales del castrismo, que las consideraron “extranjerizantes” y acusaron a sus autores de promover “el diversionismo ideológico”.

Radicado en Miami desde 1991, Gory, a pesar de los sinsabores del exilio y restándole tiempo a su propia creación artística, ha logrado realizar su sueño de ser músico a través de su hijo, Adrián López Ballester.

Adrián tiene 38 años. Llegó a Miami con sus padres exiliados cuando tenía cuatro años. Habla en español tan fluidamente como en inglés. Se considera tan cubano como estadounidense; siente que es ambas cosas a la vez. Por eso, lo mismo opina sobre el cine cubano que sobre la política de Estados Unidos.

Tan apasionado por la música como su padre, Adrián, que se graduó en Composición musical en la Universidad de Florida, en 2004, cuando tenía 17 años; y grabó cuatro demos experimentales, influidos por Ernesto Lecuona, Astor Piazolla y la música africana, en los que tocó el tres y la marímbula.

En 2010 creó la banda de rock progresivo Similar Prisoners, donde era guitarrista y cantante, y con la que grabó los discos Similar Prisoners (2010), My world keeps falling (2013), False flags (2016), Frightening sights… Imperial delights (2017), Take no prisoners (2020) y Blue Bible (2024). En esos discos, casi todas las canciones, reminiscentes del rock psicodélico de finales de la década de 1960, fueron compuestas por Adrián, quien dice estar influido por la música de The Beatles, King Crimson y Frank Zappa.

Para el próximo diciembre debe salir el disco Garden of Eve, de The B Sides, el nuevo proyecto de Adrián López con Chris Alvy. En las canciones del disco, en el que ambos cantan, Adrián toca guitarra, bajo, piano, melotrón, órgano y sitar eléctrico; y Chris, guitarra, batería, percusión y bajo.

A Gory no le pesa la larga pausa que ha hecho en su carrera artística para dedicarse a producir los discos de Adrián en el estudio de grabación construido en su propia casa; solo lamenta no tener ya a su lado para compartir el orgullo por los logros de su hijo, a su esposa, la fallecida pintora y poetisa Lucía Ballester.

Gory asegura que “la música que hace Adrián se inscribe plenamente en la cultura del exilio ―no de la diáspora, que es un término que tiende a dispersar y confundir―, que es parte, por mucho que lo niegue y escamotee el comisariado castrista, de la cultura cubana, cada vez más diversa, plural, multicultural”.



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