jueves, julio 31, 2025
Cuba

otro opositor cubano que casi muere en prisión


El opositor santiaguero entró a prisión siendo un hombre activo que salía cada día a ganarse la vida, pero salió en condiciones muy diferentes.

SANTIAGO DE CUBA. – Evangelio Sánchez Alayo, un hombre de 63 años, apenas imaginó que su vida cambiaría drásticamente el 27 de noviembre de 2023, cuando dos supuestos cubanoamericanos tocaron a su puerta en Songo, Santiago de Cuba. Iban preguntando por otro opositor de la zona y justo a él le pidieron ayuda para encontrarlo. Luego, confesaron que su intención era organizar acciones violentas contra el Gobierno. Evangelio y el opositor al que buscaban rechazaron tajantemente la propuesta, pues practican la lucha pacífica. 

Los desconocidos se marcharon tras pedirle a Sánchez Alayo que les mostrara dónde tomar un transporte hacia La Maya, a unos seis kilómetros de Songo. Él pensó que todo quedaba ahí. Pero al día siguiente, mientras descansaba en el parque, fue detenido por un oficial de la Seguridad del Estado. En la unidad policial de Songo, lo interrogó un mayor que lo acusó por haberse reunido con “elementos terroristas”. Según le contaron, aquellos hombres planeaban colocar explosivos, y dos personas en La Maya ya habían sido arrestadas. Para Evangelio, todo aquello era una trampa.

Una acusación sin pruebas

La versión oficial nunca se sustentó con evidencias. No hubo juicio ni expediente judicial. Sánchez Alayo no fue el único detenido, ya que otras personas fueron arrestadas en circunstancias similares. Si bien el opositor no figura entre los más mediáticos o reconocidos en la zona, siempre ha alzado la voz contra el sistema y mantiene vínculos con defensores  de derechos humanos en Songo y La Maya.

Nunca se supo de los dos supuestos cubanoamericanos implicados en el caso ni se confirmó si su plan era real. 

Aun así, el opositor fue trasladado al centro de detención de Versalles, conocido porque allí suelen implementarse métodos de tortura psicológica en contra de los detenidos. Luego de tres meses fue trasladado a la prisión de Aguadores, donde estuvo un día, y después pasó por las cárceles de Mar Verde y Boniato. En total, estuvo un año y dos meses recluido, sin juicio, bajo una acusación infundada de terrorismo.

Enfermo en prisión

Sánchez Alayo entró a prisión siendo un hombre activo que salía cada día a ganarse la vida, pero, en poco tiempo, su salud, ya comprometida por una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), empeoró drásticamente. Contrajo dengue dos veces, sufrió un derrame pleural en el pulmón izquierdo como consecuencia de la tuberculosis, que también adquirió en prisión. Durante su primer ingreso tras ser detenido, estuvo 13 días sin comer y tenía gran debilidad muscular. Así comenzó a perder peso y vitalidad de forma alarmante. “Mis familiares no me reconocían. Me puse verde. Allí ni me atendían”, cuenta.

Ante el deterioro de su estado físico, tuvo que ser trasladado varias veces desde el hospital de la cárcel de Boniato al Hospital Clínico Quirúrgico “Dr. Ambrosio Grillo Portuondo”, donde le realizaron varias pruebas y drenaron líquido del pulmón. Finalmente, fue trasladado al Hospital Oncológico “Conrado Benítez”, de Santiago de Cuba, donde le practicaron una tomografía que, en primera instancia, arrojó que padecía un tumor maligno, diagnóstico que después fue descartado pese a las dudas.

Al final, le fue otorgada una licencia extrapenal (hace poco más de tres meses). Sánchez Alayo pudo regresar a casa, aunque su vida se ha tornado más difícil. 

Sobrevivir a la libertad

“Le han dado al hermano un preso equivocado”, fue la primera impresión que tuvo la madre de Sánchez Alayo al verlo llegar a casa. “Cuando él llegó aquí yo no lo conocí, de distinto que tenía el físico, y flaco como un letargo”, explicó la anciana. 

Ha subido algo de peso, pero todavía no es ni la sombra del que fue antes de ser encarcelado. Enfermo, marginado, con su madre nonagenaria a cuestas, pero sigue, tanto como puede.

Hoy, el opositor no puede trabajar, ya que su condición es incapacitante. Tiene dificultad para respirar, se fatiga con facilidad e incluso necesita ayuda para subir a un carro, porque no tiene fuerzas en las piernas, según refiere. Convive con su madre nonagenaria, también enferma, y juntos sobreviven con pensiones que no sobrepasan los 3.000 pesos mensuales. A pesar del riesgo que supone para su salud el inhalar humo, debe cocinar con leña por falta de gas y los constantes cortes eléctricos. 

Ambos, madre e hijo, duermen sobre los restos de un colchón de lana que está tirado sobre un bastidor de madera. La Seguridad Social les prometió ayuda: un colchón, tanques, algo de alivio, pero no ha llegado nada. “Estoy cansado de promesas”, dice Sánchez Alayo. “Me duelen todas las costillas y trago polvo del colchón roto”, lamenta.

Desde el paso del huracán Sandy en 2012, que destruyó su casa, su salud empezó a resentirse. Perdió todo, incluido el colchón. Aunque trató de reconstruirlo por su cuenta, solo ha conseguido acopiar la lana y dormir sobre ella. 

No es un caso aislado

El caso de Sánchez Alayo no es una excepción: decenas de opositores han entrado saludables a prisión y han salido muy enfermos. Cristian Pérez Carmenate, por ejemplo, murió en 2021 por un mieloma múltiple tras pasar meses sin atención médica adecuada en prisión. Su condición se desencadenó a partir de una fractura provocada durante una golpiza al momento de ser arrestado, en 2019. Fue liberado solo cuando ya no había remedio.

La exprisionera política Xiomara Cruz Miranda, por su parte, casi muere por una presunta tuberculosis que contrajo en la cárcel. Sin embargo, cuando llegó a Miami, gracias a una visa humanitaria, los estudios indicaron que contrajo bacterias muy agresivas, posiblemente “inoculadas dentro de prisión”. Además, presentaba un colapso pulmonar y un cuadro de desnutrición severa. “Un día más en Cuba y no hubiese sobrevivido”, dijo su médico de cabecera al llegar a Estados Unidos, Alfredo Melgar. 

Más recientemente, el opositor José Daniel Ferrer, quien ha sido víctima de múltiples encarcelamientos y se encuentra recluido hoy en la prisión de Mar Verde, dijo haber contraído algún tipo de infección contagiosa, manifestada como forúnculos que le salen en todo el cuerpo. Cuando fue liberado bajo libertad condicional en enero pasado, le brotaron nuevamente las lesiones, tanto a él como a su mujer e hijo pequeño. Según Ferrer, esas infecciones las contrajo en el hospital de la cárcel de Boniato. 

Además, el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) padece actualmente problemas estomacales, migrañas y un deterioro físico alarmante. Él mismo aseguró que al menos 20 prisioneros murieron en ese reclusorio en 2024 por tuberculosis, desnutrición y otras afecciones sin tratamiento. 



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