Polémica por la frivolidad descarada de los looks de la reina Máxima de Holanda
Si existe una reina que jamás defrauda con sus looks
esa es Máxima de Holanda
: su tendencia al
maximalismo hace las delicias de las amantes del estilo royal sin concesiones. Máxima posee la envergadura perfecta para lucir los adornos más sobresalientes, los estampados que eclipsan a la mayoría (no a ella) y los sombreros que pocas osarían ponerse. Nada le queda grande porque
su estilo es enorme.
La tendencia al
maximalismo de Máxima
tiene, ahora lo vemos claramente, un peligro: que tiende a desbordarse. Es fácil perder la medida de cuánto y cuándo se puede apostar por tocados, adornos y looks extravagantes, esos que se van a viralizar porque son puro manjar para Instagram. De hecho, existe la sospecha de que la reina de los Países Bajos
utiliza la moda para distraer la atención de la prensa de asuntos polémicos que afectan a la familia real. Su maniobra, por cierto, funciona.
En los dos últimos años, la tendencia de Máxima de Holanda a lucir looks llamativos, con enormes lazos,
sombreros imposibles o estampados intrincados ha ido a más. De hecho, podríamos decir que su estilo se ha polarizado: pasa de sencillos trajes pantalón de colores a estilismos extravagantes sin solución de continuidad. Últimamente, de hecho, los tocados le han ganado la partida a las diademas. ¿
Se ha pasado Máxima
de frenada?
A decir de sus compatriotas,
la reina de Holand
a puede haber perdido pie con la realidad, al menos en lo que a etiqueta indumentaria se refiere. El look que ha levantado la última polémica no tiene desperdicio: un despampanante vestido de
alta costura de Óscar de la Renta, acompañado con un gran sombrero mosquetero del mismo color azul marino y unos llamativos pendientes con lo que parece dos enormes zafiros.
El estilismo en sí no tiene nada de malo, al contrario:
es extraordinario. Lo que no se entiende de ninguna manera es que
Máxima de Holanda
lo haya lucido para inaugurar una fábrica de Avantium en Delfzijl, donde se produce un componente químico para fabricar plástico circular de origen vegetal. De hecho, la imagen de la reina
rodeada de obreros con mono y casco ha resultado un fiasco reputacional para la consorte. ¿Acaso estamos ante una nueva Maria Antonieta, indiferente a la humilde vida de los que la rodean?
Máxima no lleva lujo a eventos de la agenda real
La revista alemana Bunte no pudo evitar subrayar este paso en falso de Máxima: «Probablemente decidió que trabajadores en mono eran la compañía perfecta para lucir un vestido de alta costura», escribió uno de sus periodistas. Cabe añadir que la reina de los Países Bajos tenía como norma
no llevar vestidos caros en los eventos de su agenda oficial, sino marcas de precio medio. Una regla no escrita que se ha saltado con desastrosas consecuencias.
No se entiende su furor por ostentar frente a trabajadores con nóminas que no dan para lujos. Aunque, En realidad, no se trata solo del precio de los looks o de si son o no de alta costura. Al repasar las apariciones de la reina Máxima de Holanda, podemos encontrar otros eventos en los que
su estilismo no estuvo a la altura de las circunstancias. ¿Alguien aconseja a Máxima cómo vestir, o es ella misma la que se está viniendo arriba, al más puro estilo María Antonieta?
La cuestión de quién asesora a Máxima de Holanda es procedente, pues tampoco se entiende el look que llevó a la inauguración de un restaurante que contribuye a la
integración de refugiados en Ámsterdam. Incluía otro enorme sombrero (que por poco se vuela con el aire que hacía), una voluminosa capa y vestido midi a juego. Del todo inconveniente para acompañar al cocinero en la cocina del restaurante.
La inclinación de
Máxima de Holanda por los looks sobrecargados nos encanta, pero no cuando las visitas de su agenda oficial requieren de la reina un mínimo de movilidad. En la inauguración de un colegio en Ermelo para estudiantes con necesidades especiales. Allí la invitaron a jugar una partida de ping pong y tuvo que hacerlo, de nuevo, con un sombrero gigante y un vestido de Natan Couture con
las mangas más voluminosas posibles. La prensa alemana no va desencaminada: ¿de verdad son necesarios estos alardes?