viernes, noviembre 7, 2025
Cuba

¿Por qué Alejandro Gil está realmente en prisión?


El listado de destituciones es largo en estos casi 70 años de dictadura pero con la llegada de Raúl Castro al poder se hizo mucho más extenso y recurrido.

LA HABANA.- Hay más de un indicio de que la destitución de Alejandro Gil no estuvo motivada en principio por los delitos que ahora se le imputan. Primero, está su participación la víspera en un acto político junto a Raúl Castro (algo que no se le hubiese permitido a un sospechoso de espionaje); segundo, el evidente desconocimiento del caso que demuestra Miguel Díaz-Canel en los twits que publica al respecto; y no menos importante es que una vocera tan cercana al mandatario cubano como Arleen Rodríguez Derivet escribiría en Cubadebate que el exministro no se iba “con la cartera llena” y que, para colmo, era solo un compañero que termina “una tarea realmente dura”.

Incluso el 7 de marzo de 2024, cuando ya en la nota oficial publicada por el régimen se comenzó a hablar de “corrupción” y de “simulación e insensibilidad” igualmente se dijo que Alejandro Gil había reconocido las “graves imputaciones”. Una confesión de culpabilidad que ahora queda en entredicho a la luz de las declaraciones de su hija Laura María, que afirma que su padre no reconoce haber cometido muchos de los delitos por los cuales hasta enfrentaría la pena de muerte. Aunque el espionaje y la corrupción, que de cierto modo estuvieron entre las acusaciones contra Felipe Pérez Roque en el 2009, por ejemplo, apenas terminaron en la destitución de este junto con los demás que ya sabemos, que tampoco fueron a la cárcel o al pelotón de fusilamiento a pesar de cuanto fue revelado en aquel video acusatorio, aún sin desclasificar, elaborado por el Ministerio del Interior.

También la coincidencia de la destitución con el momento de la entrada en vigor del paquetazo anunciado en diciembre por el primer ministro Manuel Marrero, que traía el aumento en más de un 400 por ciento de los precios de los combustibles, los recortes a los subsidios, el alza de las tarifas de transporte, electricidad, agua y gas, entre otras medidas impopulares, lleva a algunos a sospechar con cierta lógica la posibilidad de que la caída de Gil no fue tan “sorpresiva” como parece sino una maniobra política que buscaba ofrecer, de antemano, un único y absoluto culpable. Nos dan alguien a quien odiar “con razón” cuando las medidas comenzaran a hacer efecto en los bolsillos de quienes ya habían sido saqueados previamente al iniciarse la desastrosa “Tarea Ordenamiento”. Y quizás hasta fuera una maniobra conocida y aceptada en principio, como otra tarea a cumplir, como otra muestra de lealtad, por el propio Alejandro Gil.

Pero algo bien extraño, no previsto en los planes, sucedió entre el anuncio de la destitución a inicios de febrero y la publicación de la nota oficial del 7 de marzo de 2024. Algo como la negativa a echarse encima los errores del fracaso de la Tarea Ordenamiento, ya sea por un inusual acto de honestidad o por una cuestión de orgullo exacerbado, muy probable esto último en un sujeto que a lo mejor llegó a creerse que era posible desplegar iniciativas y creatividad en un negocio que no le pertenecía pero que en algún momento creyó que sí.

Un error que, para el castrismo, siempre ha sido el más imperdonable de todos, y si no revisemos no solo los motivos principales de la ola de destituciones del 2009 sino un caso anterior, más ilustrativo, de abril de 2008, como lo fue el de Luis Ignacio Gómez Gutierrez que, luego de 18 años en el ministerio de Educación, fue acusado por Fidel Castro en una de sus “reflexiones” de haber “perdido energía y conciencia revolucionaria”, pero solo porque en sus últimos discursos públicos, en reuniones y conferencias dentro y fuera de Cuba, se había adjudicado méritos personales en su labor frente a un ministerio que el dictador consideraba de su absoluta propiedad.

Por eso Castro escribió: “(Luis Ignacio Gómez) se apropió de logros ajenos (…). No debió pronunciar los últimos discursos y hablar de futuros encuentros de educadores del hemisferio y del mundo, exaltando una obra que fue fruto genuino de numerosos cuadros revolucionarios y no personal, como pretendía hacer creer a los invitados”.

Ya el resto de las acusaciones sobre los “viajes excesivos” al exterior (más de 70 en 10 años, casi uno por mes) contra Gómez Gutierrez (sustituido por Ana Elsa Velázquez, también en su momento destituida, aunque con “honores”) fueron de puro relleno. Como posiblemente lo sea la mayoría de las acusaciones que hoy enfrenta el ingeniero en Explotación del Transporte convertido por la fuerza de su servilismo en economista reformador.

Otra posibilidad, más allá de su ego desmesurado, de su negativa a mostrarse públicamente como un fracasado o un desechado por el poder —a diferencia de Marino Murillo Jorge, que de haber sido considerado el “Zar de las Reformas” aceptó ser rebajado como “castigo” a director de Tabacuba— pudiera ser el resistirse a renunciar a lo que consideraba sus intereses personales en una empresa privada como Agroindustrial Media Luna, de Ciego de Ávila, a la que el régimen ya le había echado el ojo, así como hace con todo “emprendimiento” que le interesa controlar de modo absoluto o que desea desaparecer porque le hace la competencia a alguien más poderoso.

Agroindustrial Media Luna comenzaba a destacarse, sobre todo con su línea de jugos y compotas de la marca Tuaba —así como en su momento lo hiciera Río Zaza, de Max Marambio— y sin dudas llamó la atención de la élite militar que gobierna Cuba. El esquema de éxito no se debía tanto a las habilidades de su propietario, Fernando Javier Alban Torres, ex dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas y amigo personal de Alejandro Gil, sino a la esposa de este, Gina González García, que le aportó al negocio sus experiencias en el departamento económico de Río Zaza hasta el explote por “corrupción” que terminó las relaciones del chileno Max Marambio, ex agente de los servicios de inteligencia cubano, con el régimen castrista.

El negocio en Ciego de Ávila no era una simple cooperativa con luces de mipyme sino un proyecto ambicioso que, emulando a la desaparecida Río Zaza, ya comenzaba a importar los insumos a través de dos empresas (Yamfer Global Import Export SL. y Boitex España SL, ambas registradas en Cantabria en junio de 2022) fundadas en España por el propio Javier Albán, que fuera apresado en marzo de 2024 junto con su amigo el ministro de Economía.

La historia de estos arrebatos cometidos por la élite militar bajo el amparo de acusaciones de todo tipo no son ni puntuales ni casuales. Más bien marcan un patrón de comportamiento que si bien tuvo sus orígenes en las expropiaciones realizadas por Fidel Castro apenas llegó al poder en los años 60, se convirtió durante los años 90 y posteriores en el método más practicado por el castrismo cada vez que ha necesitado echar mano a dinero rápido y fácil.

Lo hicieron con Río Zaza en su momento, así como lo han hecho con cuanto se revela exitoso en medio de su imperio de miserias y penurias. Como se ha dicho una y otra vez, con base en la observación de ese patrón, las acusaciones de espionaje y corrupción, sobre todo son usadas por el régimen para purgarse de rivales y de desleales (desobedientes) pero, más que eso, para protegerse de la peligrosa cercanía con empresarios extranjeros potencialmente reformadores y que pudieran liderar una transición democrática en Cuba.

Pasó en junio de 2011, cuando un tribunal de La Habana dictó sentencia y sancionó a varios cubanos y empresarios extranjeros por cometer delitos “asociados a la corrupción en sectores de la agroindustria azucarera, la minería y el turismo”. Se les acusó, como esta vez, de delitos de cohecho, falsificación de documentos bancarios y comercio de carácter continuado, actos en perjuicio de la actividad económica y la contratación, actividad económica ilícita, tráfico de divisas, estafa, evasión fiscal.

Fue el famoso caso que involucró a Vahe Cy Tokmakjian y a funcionarios del Ministerio de Comercio Exterior, y que concluyó con el comiso de los activos en Cuba de Tokmakjian Group Inc., Tokmakjian Ltd., CYMC Corp., Tokmakjian International Inc. y Perry Intertrade Inc., cuando fueron declaradas “terceros civilmente responsables por el actuar delictivo de Vahe Cy”.

Esos mismos mes y año de la condena “en ausencia” contra Tokmakjian, recibieron condenas el empresario chileno Marcel Marambio (igual “en ausencia”) y poco más de una decena de ex directivos cubanos, de Cubana de Aviación y de la empresa mixta Sol y Son los Viajes S.A., por delitos de corrupción. Y un mes antes, en mayo de 2011, el hermano de Marcel, Max Marambio, también fue juzgado y condenado (“en ausencia”, como si a todos los hubiesen dejado escapar a propósito) a 20 años de cárcel por delitos similares, pero en la empresa mixta Río Zaza. Un escándalo que se llevó por delante incluso a otro Alejandro, pero de apellidos Roca Iglesias, en aquel momento ministro de la Industria Alimenticia, condenado a 15 años de prisión.

También, pero en mayo de 2013, fueron juzgados dos empresarios británicos presuntamente corruptos, Amado Fakhre y Stephen Purvis, director ejecutivo y  jefe de operaciones, respectivamente, de la firma Coral Capital, que manejaba hoteles en varios puntos de la Isla. Pero una semana antes había sido el juicio al canadiense Sarkis Yacoubian, directivo de la firma Tri-Star Caribbean, bajo los cargos de soborno, evasión de impuestos y actividades perjudiciales para la economía cubana. En todos los casos hubo cierre de las compañías y comiso total de los bienes.

Así la historia hasta el presente. De cierto modo, el cierre del llamado “Costco cubano”, en junio de 2024 —solo unos meses luego de la destitución de Alejandro Gil— y el apresamiento de su propietario, el cubanoamericano Frank Cuspinera Medina, acusado de evasión fiscal y lavado de activos, entra en ese esquema de “arrebatos”, de expropiación. Aunque en este caso porque se trataba de sacar del juego a un competidor, precisamente en el momento en que el régimen planeaba desplegar su red de tiendas en dólares, bajo un esquema no por casualidad similar al del ingenuo Cuspinera Medina, que les proporcionó de su propio bolsillo, sin costo alguno, el experimento de negocios que necesitaban ensayar sin salir perjudicados. Hasta le rentaron una nave, propiedad de GAESA, para que abriera el mercado que después cerrarían.

Tormenta de destituciones

El listado de destituciones es largo en estos casi 70 años de dictadura pero con la llegada de Raúl Castro al poder se hizo mucho más extenso y recurrido y, en tal sentido se torna preocupante, porque describe mejor que nunca la esencia mafiosa, revanchista, del régimen cubano, que no repara en amigos ni cómplices para mantenerse en el poder.

La verdadera historia del “raulato”, por ser precisamente los últimos minutos de vida de algo que muere, es una sucesión interminable de desaciertos. Una tormenta de destituciones.

Joaquín Alonso Vázquez, que viene de las “exitosas” Cubalse y Cadeca, sustituyó a Gil, pero antes, en 2023, había sustituido a Martha Sabina Wilson en el cargo de ministra-presidenta del Banco Central de Cuba cuando el experimento de la tasa cambiaria les salió mal y había que ofrecer una cabeza en sacrificio.

A Marino Murillo primero lo rebajaron de ministro de Economía, en julio de 2016, hasta que finalmente lo sacaron de las ligas mayores en abril de 2021.

En octubre de 2024, es destituido el viceprimer ministro Jorge Luis Perdomo Di-Lella, por “errores cometidos en el desempeño de sus funciones”. Pero no será por mucho tiempo el último peje grande de una lista que ha continuado llenándose de sardinas y hasta de pura mojarra.

Ni siquiera la lista del “raulismo” comenzó en marzo de 2009 con la caída de Felipe Pérez Roque, que fue reemplazado por Bruno Rodríguez Parrilla, sino que apenas fue la parte visible de un iceberg hecho no de hielo sino de cabezas cortadas y congeladas donde aparecen:

Carlos Lage Dávila, que fue reemplazado por el General de Brigada José Amado Ricardo Guerra. José Luis Rodríguez García, ministro de Economía, reemplazado por el después destituido Marino Murillo Jorge. Raúl de la Nuez, ministro de Comercio Exterior, reemplazado por otro derribado como Rodrigo Malmierca Díaz, entonces ministro de Inversión extranjera.

Georgina Barreiro Fajardo, ministra de Finanzas y Precios, sustituida por la defenestrada Lina Pedraza Rodríguez. Alfredo Morales Cartaya, ministro de Trabajo, reemplazado por Margarita Marlene González Fernández, y esta a su vez por la infortunada Marta Elena Feitó Cabrera.

Otto Rivero Torres, vicepresidente de Gobierno, reemplazado por el eterno sobreviviente de todos los escándalos de corrupción que lo han rozado pero que jamás lo han herido de muerte: Ramiro Valdés Menéndez.

Alejandro Roca Iglesias, ministro de la Industria Alimenticia y Alfredo López Valdés, ministro de la Pesca (ahora reciclado como funcionario de la empresa eléctrica después de haber sido nombrado, en 2011, como ministro de la Industria Básica, en sustitución de Yadira García Vera, caída en desgracia por “débil control de los recursos destinados al proceso inversionista y productivo”), fueron reemplazados por María del Carmen Concepción Valdés, que poco después pasó a “mejor vida”.

En julio de 2010, Roberto Morales Ojeda sustituyó en el Ministerio de Salud Pública a José Ramón Balaguer, luego del escándalo de la muerte por hambre y frío de pacientes del hospital psiquiátrico de La Habana, en enero de ese mismo año.

En julio de 2025, es “renunciada” Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de trabajo y seguridad social. Así como en octubre del 2022, fue destituido Liván Arronte Cruz, ministro de Energía y Minas, tras el apagón nacional, provocado por el paso del huracán Ian a finales de septiembre.

En fin, que aunque a menudo recurre a los corralitos financieros para saquear a los empresarios extranjeros —como en abril de este año, cuando les congelaron las cuentas a todos— el método preferido de la dictadura castrista es la fabricación de un caso de corrupción o de ineptitud que justifique cierres, expropiaciones y hasta los bruscos timonazos de una economía a la deriva. Y si además se aderezan tales asuntos con el explote de algún ministro o alto funcionario que ya no les sirve, mucho mejor.



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