viernes, noviembre 22, 2024
Ciencia y Salud

¿Qué pasa si intentas aterrizar en Júpiter y qué hay en su centro?


Cuanto más conocemos Júpiter, menos esperanza tenemos de llegar a su interior. El planeta es el segundo cuerpo más grande del sistema solar y posee el doble de la masa de todos demás planetas del vecindario juntos. Sin embargo, no hay rocas en él. El planeta tiene tanto gas que, si hubiera acumulado un poco más de hidrógeno y helio hace 4,600 millones de años, probablemente se habría convertido en una forma inferior de estrella.

Las imágenes disponibles de Júpiter solo permiten ver un sistema de nubes de varios colores ordenados en franjas. Su categoría como «planeta gaseoso» resume muy bien su naturaleza. Aunque es enorme, toda la materia en él se halla en forma de partículas esquivas. Si tuvieras una nave que pudiera atravesar esa primera capa de nubes visibles, por más que te adentraras no encontrarías una superficie donde estacionarte. No obstante, dentro de Júpiter ocurren fenómenos que en ningún planeta rocoso como la Tierra se pueden observar.


Foto de Júpiter bajo el espectro infrarrojo

La Gran Mancha Roja de Júpiter podría no ser el mismo objeto que visualizaron los primeros astrónomos que investigaron el planeta gigante en siglo XVII.


Así es el centro de Júpiter, el planeta gaseoso

El interior de Júpiter es, en el mejor de los casos, hostil. La enorme fuerza de gravedad del planeta, su temperatura y la presión atmosférica, causan que los gases que lo conforman cambien de forma a medida que se desciende hacia su centro. Al principio habría nubes de diferentes composiciones según su altura. Un hipotético astronauta vería un cielo relativamente normal con vientos de hasta 1,450 kilómetros por hora. Sin embargo, en algún punto del viaje hacia el centro de Júpiter, todo el hidrógeno molecular cambia paulatinamente a un estado líquido muy denso.

De acuerdo con la NASA, gran parte del interior de Júpiter es un líquido de hidrógeno de apariencia metálica . Es difícil encontrar ese estado de la materia en la Tierra. Para una mejor comprensión, los astrónomos proponen imaginarlo como un fluido de brillo metálico similar al mercurio. Este «océano» denso de hidrógeno es el responsable de que Júpiter tenga un campo magnético enorme que influye en todas sus lunas.

Esquema de cómo debería ser el interior de Júpiter. La transición entre gas a metal líquido no es abrupta.

Esquema de cómo debería ser el interior de Júpiter. La transición entre gas a metal líquido no es abrupta.

MARK GARLICK/SCIENCE PHOTO LIBRARY



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