“Quiero ser testigo de la caída de la dictadura”
SAN LUIS POTOSÍ, México.- Cuando en 1987 los agentes de la Seguridad del Estado comenzaron a hostigarlo, Bernardo Arévalo no cedió, como tampoco flaquea ahora, en su Aguada de Pasajeros, donde se convirtió en el primer periodista independiente de ese municipio cienfueguero.
Años de prisión política y de reportajes para Radio Martí han marcado su vida, que ha transcurrido entre la represión castrista y el periodismo.
Sobre su vida y sus inicios en Radio Martí, Arévalo conversó con CubaNet.
―¿Cómo se da tu inicio en el periodismo independiente?
―En el año 1987, yo estaba trabajando como obrero, y se me acerca la Seguridad del Estado a hacerme captación. Querían captarme primero para la escuela de patrullas de la policía pero no había pasado el servicio militar obligatorio, no lo pasé por bronquitis asmática.
Mi abuelo hizo gestión para que no pasara el servicio. Tenía influencia en el comité militar, entonces me dijeron, “mira, empieza con nosotros”. Pero yo no quería. En enero del año 1987 me presionaron y me dijeron, “si no aceptas esto tienes que irte del trabajo”.
En esos momentos yo era cantinero, ganaba buen dinero, me presionaron, me chantajearon, yo no quería. Entonces acepté y estuve colaborando con la Seguridad del Estado de enero del 87 al 13 de mayo del 90, que rompí con ellos definitivamente, porque lo que yo hacía no era de corazón. Yo no me sentía comunista y entonces me sentía mal.
Ellos me ordenaron que si un masón se acercaba a captarme dijera que sí. Entonces ingresé a la logia masónica y ahí yo le informé a la Seguridad del Estado. El pseudónimo que me habían dado en ese año era Frank. Yo siempre les dije que ahí no se hablaba de política, pero había muchos expresos políticos que eran masones. También me decían que me acercara a la iglesia católica. Ingresé a la iglesia católica, en el año 1987.
Tampoco se hablaba de política ahí, les aseguré. El oficial que me captó y que me dirigía, Félix Silva Castellán, desertó y se fue para Estados Unidos y está en Tampa. En 1990 presenté mi renuncia y les dije: “Yo no quiero saber nada de esto, ya saben que no soy comunista de corazón”.
Me hicieron la vida “un yogur”. Por eso la gente actualmente desfila, por miedo a que les hagan la vida “un yogur”. Entonces me fui de mi pueblo y llegué a Vertientes. Y aunque me vigilaban, era menos la represión. Ahí estuve de 1990 hasta el año 1992 y regresé para acá, para Aguada de Pasajeros. Aquí conocí a mi actual esposa en la iglesia católica, ella es hija de preso político.
Luego, el oficial Gerardo Luis Leonardo Pérez, coronel, comenzó a acosarme. Y no me quedó otro remedio que empezar a llamar a Radio Martí.
―¿Por esas fechas caes preso?
―Aunque le dije a Gerardo que estaba tranquilo, él respondió: “Sí, tú estás tranquilo, pero tú en el 90 nos traicionaste. Y hablaste de todo sobre nosotros.”
Yo le decía que no estaba en nada pero él: “Tú no estás en nada pero a mí me da la gana de sofocarte porque yo no tengo contenido de trabajo”. Fue entonces que en el año 1992, después de que me casé con mi esposa el 29 de noviembre, me metió preso, el 27 de diciembre de ese año. Me acusó de que yo me había robado un galón de petróleo en el ferrocarril, algo que era mentira. Me tuvo preso 24 horas.
Al final me dijo, “yo sé que no fuiste tú, te voy a soltar, pero te voy a hacer la vida imposible”. Entonces, ahí me empezó a hacerme la vida imposible. En el año 1995, yo estaba trabajando en el ferrocarril, llegó la Seguridad de Estado, me levantó y me llevaron preso para Cienfuegos. Allá me tuvieron 7 u 8 días. Me metieron en una celda tapiada, llena de mosquitos, me decían que me iban a echar 30 años.
Al final de los 7 días, me levantan actas de advertencia. Todo fue porque mi suegro, preso político, había aplicado al programa de perseguidos políticos y me había puesto en el formulario para la sección de intereses. Cuando ellos leyeron ese formulario, porque interceptaban la correspondencia, me metieron preso. Me acusaron de que me iría con mi suegro y me pusieron una grabación mía en Radio Martí.
―¿Cómo se dio tu relación después con Radio Martí?
―Después de que me soltaron, el agente de la Seguridad del Estado volvió a sofocarme hasta que le dije un día que estaba cansado. Iba a almorzar a la casa de mi esposa y me interceptó con otro oficial, René Orlando Sánchez González, que me había caído a golpes. Me presentó a René, “viene aquí a atenderlo a usted”, dijo. Y cuando alegué que yo estaba tranquilo, dijo, “mira, nosotros sabemos que tú estás tranquilo”. Eso me lo dijo varias veces.
Y le dije, “mira, voy a llamar a Olance Nogueras Rofes, un periodista independiente”. El agente me respondió: “Tú no eres Olance, tú eres un pendejo”. El periodista se había ido por esos días o estaba en vísperas de irse. Luego busqué un teléfono y marqué los números que me había dejado Olance, por si un día tenía una emergencia lo llamara a él o a Radio Martí.
Cuando salió la operadora, en una llamada a cobro revertido, dijo: “el señor Bernardo Arévalo de Cuba, una llamada para que usted pague”. Salió al teléfono Álvaro D. Insua, y aunque dijo que no me conocía, me atendió. Y ese fue mi debut en Radio Martí, con Álvaro D. Insua, que en paz descanse. Le expliqué lo que me había sucedido. Le expliqué mi currículum e hice varios reportajes.
Cuando salí por Radio Martí enseguida vino a buscarme la Seguridad del Estado. Con el agente estaban tres oficiales de Cienfuegos, uno de ellos, un tal Freddy que era psicólogo de la Contrainteligencia y dos más que no conocía. Se presentaron y me dijeron que eran de la oficina de la Seguridad del Estado.
El agente había cambiado 180 grados, me dijo que no se iba a meter más conmigo. Él tenía miedo. Seguí llamando a Radio Martí y así fue todos los días. Me llamaban Ninoska Pérez Castellón, Cary Roque. Fui el primer periodista independiente de Aguada de Pasajeros.
―Ese año comienza tu presidio político…
―Ya en el año 1997 me arrestaron varias veces y me soltaban. Pero no sentía miedo. El Arévalo acobardado se había acabado. Uno siente miedo al principio pero el miedo desaparece.
En 1997 me abren un proceso por desacato contra Fidel Castro y Carlos Lage Dávila y por unas denuncias que había hecho sobre la finca La Esperanza, un sitio de autoconsumo de ganado para el Comité Central del Partido.
Por eso me echaron cinco años pero también me achacaron una denuncia que yo no hice contra el jefe de los combatientes y me añadieron seis meses a la condena. Ahora la Seguridad del Estado reconoce que esa sentencia de seis meses fue un error. Me lo dijo el oficial William hace poco, el 18 de abril de este año. Me dijo “nosotros reconocemos que fue un error que se cometió contigo, tú no hiciste eso”.
Cuando ingresé a la prisión, el 18 de noviembre de 1997, a los 10 días me llevaron a la juzgada de juicio. Esos primeros días me tuvieron en una celda de seguridad penal, donde ponen a las personas que entran, que tienen problemas pero yo no tenía problema con nadie. Después de que me hacen el juicio, a los pocos días me bajan para el destacamento número 10 de presos primarios, aquello estaba saturado de presos reincidentes.
Pasé tremenda hambre, y entonces mandaron a un represor a que me sofocara psicológicamente, nunca me levantó la mano. El “disciplina” era Pablo Jesús Carrasán, más conocido como Pablito Carrasán, delincuente multirreincidente. Cuando yo pasaba por el comedor me echaba a mí menos comida de la que le servía a los demás presos. Era muy musculoso, tenía a todos sus guardias -matones- al lado suyo. Me puse seco.
El oficial que atendía la seguridad del estado de la prisión, René Orlando Sánchez González, me saca a una entrevista y me dice, “oye, te has puesto flaco”, y añade: “tú puedes solucionar eso, entra en caja con nosotros, firma un juramento de que vas a trabajar con nosotros si sales de la prisión y si sales del país, y yo le digo a los presos que te den más comida”, pero me negué.
Esa presión estuvo hasta que salí de la prisión. Durante esos seis años varios países me solicitaron, entre ellos España, vino el canciller Abel Matutes a Cuba en noviembre del 98; en enero del 98 vino el Papa, y todos me solicitaron porque Radio Martí estaba hablando de mí. En diciembre del 97 me declararon prisionero de conciencia y eso no le gustó a la dictadura. Siempre me ponían la condición de que para salir del país tenía que firmar un juramento: “Si la revolución te necesita en otro país tú vas a trabajar con nosotros”, decían, pero yo siempre me había negado.
Tuve que cumplir los seis años completos. Incluso el coronel Nelson de Armas me dijo, “no vas a salir, y cuando cumplas te vas a quedar porque le vamos a hacer creer a todo el mundo que tú trabajas con nosotros, y te vas a quedar en Cuba”.
Y efectivamente, en 1998, me cayeron a golpe los militares, me metieron a una celda tapiada y me dieron medida número uno, disciplinaria. Desde el 11 de abril de 1998, hasta el 15 de mayo de 1999, dos años y fueron duros.
―¿Qué sucedió al salir de prisión? ¿Pensaste en exiliarte?
―Después de que salgo de la prisión, el 13 de noviembre del año 2003 aplico al programa de refugiados políticos para irme de Cuba, me dieron fecha de vuelo para el 25 de agosto del año 2004. Un mes antes, la Sección de Intereses me envió una carta, diciendo que yo había perseguido a una persona, mil mentiras, y me quitaron la visa.
Esa fue una medida operativa de desinformación que me aplicó la Seguridad del Estado y aquí estoy. Año 2009, la embajada de Suiza nos otorgó el refugio político a mi esposa y a mí y la Seguridad del Estado jamás nos permitió salir del país. Ya se nos vencieron cuatro pasaportes y nunca nos dejó salir del país.
―¿Aún quieres irte?
―Hoy quiero decir algo, ya no me interesa irme de Cuba. Ahora quiero ser testigo y protagonista de la caída de la dictadura. La ciudadanía tiene mucho miedo, después del 11 de julio, de la represión, y por eso es que se desfila el 1ro de mayo pero la gente lo que busca rápidamente es el parole. No hay una cola donde no se hable del parole y quién lo está esperando. Ayer salí a pasear a mi perro y un conocido que estudió conmigo me dijo, “a las 3 de la tarde me llegó el parole”.
Las personas lo que buscan es escapar de Cuba. Pero va a caer la dictadura, cuándo, no sé, pero va a caer y eso lo sabe hasta la propia tiranía castrista. De hecho, todos están sacando dinero y poniéndolo en paraísos fiscales, saben que esto va a caer.