miércoles, febrero 5, 2025
Deportes

Real Madrid: Vini Jr. ríe el último


La tentación vive arriba, en el piso de abajo y en el de al lado. En un día como la ocasión es de oro para la revancha, pero quizá no merece la pena. Se ha dicho tanto de él, con unos argumentos líquidos y disparatados, de manera sistemática, señalándole en un principio por lo que costó su fichaje procedente del Flamengo, por esa especie de inquina congénita hacia el Real Madrid, donde todo es exagerado (lo bueno, lo regular y lo malo) hasta crear una dimensión única en la opinión pública. Se alimentaba de inicio un ambiente extraño y viciado del que sólo podía salir algo turbio: Vinícius Jr., ya lo imaginaban, acabó con un mordisco en la cabeza en su primer partido con el Castilla. 

Después, cuando intentó hacerse camino en el primer equipo, donde no siempre fue aceptado, tampoco se le otorgó el beneficio de la duda ni hubo comprensión por su juventudo inexperiencia ni se atendió a las dificultades que podía tener un chaval que cambia Brasil por España, que aterriza en un ecosistema distinto para intentar sobrevivir (y sobresalir) en el club más exigente del mundo. Decían, y es verdad, que hay que tener paciencia con los futbolistas jóvenes, ayudarlos a crecer, darlos confianza, reforzarlos cuando fallan, en definitiva, arroparlos si tienen frío. Piensen en Joao, Rodrygo, Pedri, Balde, últimamente Fermín, Cubarsí, Lamine, Endrick. Con todos, por supuesto, menos con él. Sin perdón. 

Burlas

No hubo tregua. Se utilizaron términos burlescos y difamatorios, se compartieron mofas, se hicieron camisetas. Hubo demasiado rigor en cada remate fallado, cada pase errado, cada regate mal ejecutado, cada disparo desviado. Se le empezó a negar el futuro mientras las críticas circulaban a porrillo, como las copas en las discotecas, con bebida de garrafón. Embriagaban. Ese ambiente cargado del principio se hizo espeso, denso. ¿Recuerdan cuando Joaquín, en la banda del Bernabéu, no se preocupaba mientras calentaba y la tenía Vini Jr. porque «este es muy malo» o Piqué directamente se reía de él? Eso, por no hacer memoria y acabar en las cloacas.

Vini Jr. se queja en el suelo en un partido de LaLiga.

EFE

Un poco más tarde, con la confianza de Solari, providencial en su despegue, y la llegada de Ancelotti comenzó a crecer. Se rebeló contra todo lo anterior y gracias a un carácter que le ayudó a sobrevivir en los años del plomo de la favela, pero que juega en su contra muchas veces en el césped, Vinícius Jr. empezó a ser determinante. La ola de recelo donde surfeaban sus enemigos ya se había montado. Se acercaba a toda velocidad a sus costas de palmeras y sonrisas, de goles bañados en lágrimas de rabia. El ‘pecado’ original (elevado coste para un chico que venía a jugar a Segunda B, «qué abuso») no le ayudaba ni tampoco la camiseta blanca que lleva. ¿Recuerdan lo que pasaba con Cristiano? Por supuesto, Vini se podía haber ahorrado miles de cosas desagradables en todo este viaje a las alturas. Era carne de cañón y también el proyectil para desatar la hostilidad. Su actitud (sobraban gestos y protestas) era munición constante para los críticos. La mecha tampoco era muy larga. Ya no se podía ni bailar.

«Es un problema»

Como ya no procedían las mofas, como ridiculizarlo era un ejercicio harto ridículo, devaluaron sus progresos, limaron sus avances, miraron hacia otro lado, se desternillaron de la risa con sus ambiciones de convertirse en Balón de Oro. Fueron los meses en los que intentaron homologar la cacería en la cancha (“se lo merece porque es un provocador” o «regatea mucho»). Las imágenes compiladas en un vídeo con las patadas que recibía recuerdan al fútbol de los 80. Muchas veces se llevó la amonestación por quejarse de tanta tarascada. Pocos hablaron de protección o respeto para el artista. Para este artista.

Lejos de ver el pack entero, el producto periodístico parcial rendía. Se entrevistaba a los que le agredían la jornada anterior. Se les preguntaba también por lo que parlaban en el césped defensor y atacante («es que no para de hablar el tío»), por la incomodidad de afrontarle, por lo pesado que era, por el ‘teatro’. Sólo interesaba el chaval, que era un filón. Una cámara le seguía todo el partido sacando lo que más ‘vendía’, sus reacciones de apaleado. También sus salidas de tono inexplicables, que las tiene. Porque apuntar el escudo no debe servir para ofender a nadie sino para celebrar. La víctima muchas veces pasaba a convertirse en el verdugo. Sospechoso habitual, el brasileño era esclavo de una imagen de villano que le habían fabricado durante meses (a la que ayudaba su visceral y dudoso comportamiento en ocasiones). Siempre era el malo de la historia. Y le buscaban. Aquiles tenía su talón. 

Pasaron a convertirle en un “problema para el fútbol español y, por supuesto, para el Madrid”. Llegó el bochorno del racismo, que se atajó tarde pero bien gracias principalmente a su tenaz empeño (con la herida de un monigote ahorcado en un puente de Valdebebas entre medias y numerosos episodios desagradables en varios estadios españoles). Hubo denuncias e interés por borrar esta lacra. Era malo para todos, para LaLiga, para el Mundial 2030… Vini Jr. lloró en una rueda de prensa antes de un España-Brasil. Pero «estaba actuando porque grababa un documental para ESPN». El futbolista ya formaba parte del catálogo de obsesiones hiciera lo que hiciera. Ni siquiera conmovían sus lágrimas ni su mensaje. Hasta ahí habíamos llegado. 

Vini Jr celebra un gol

EFE

Pero Vini Jr, empoderado por su extraordinaria mejoría futbolística, ya era imparable. Hasta la fecha. Acumula 13 títulos con dos Champions (marcando en las dos finales de Copa de Europa que jugó) y es la estrella indiscutible de un Madrid donde juegan Bellingham, Mbappé, Modric, Carvajal y Courtois. Es el jugador más decisivo del mundo, el más influyente con goles y asistencias. Repasen sus números en Champions: 10 goles y 14 pases de gol en 13 eliminatorias y 2 finales desde 2019. Sólo dejó de producir tras la liguilla de grupos en 2021, en el cruce ante el Chelsea. Zidane le puso de lateral en Londres…

Segundo nivel

El tema no es que sea un Balón de Oro de ‘segundo nivel’. Eso es la enésima flecha de los que le consideran su diana favorita o quizá una consideración de los nostálgicos de la lucha de gigantes entre Messi y Cristiano. El asunto es que todos aquellos que trataban de ofenderle riéndose de sus pifias, los que pronosticaron un derrumbe del que eran dinamiteros y los que simplemente no le tragan por unas razones u otras (que es legítimo) tienen que asistir ahora con cara avinagrada y lengua de trapo a esta gambeta del destino, a la coronación de un futbolista único que hizo de la superación su cruzada personal y que tiene un mérito colosal: creció en un campo de minas hasta convertirse en una bomba atómica de jugador. Eric García tenía razón. Pero tuvo que callarse entonces. Como tantos otros. Porque el último en reírse ha sido Vini Jr.     





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