Régimen cubano extiende su «corralito» cambiario a las empresas y embajadas extranjeras
Numerosas compañías extranjeras en Cuba ya experimentan serias dificultades por la falta de liquidez del sistema bancario estatal.
MIAMI, Estados Unidos. – El Gobierno cubano ha decidido consolidar el “corralito” cambiario que desde hace meses afecta al capital foráneo: las empresas extranjeras radicadas en la Isla están siendo notificadas de que no podrán extraer ni transferir al exterior las divisas que ya tienen depositadas en bancos cubanos, según confirmaron a la agencia EFE diversas fuentes empresariales y diplomáticas.
En paralelo, las autoridades ofrecen a esas compañías abrir un nuevo tipo de cuentas bancarias, denominadas “reales”. Esas cuentas solo pueden alimentarse con divisas que entren desde el extranjero y, a cambio, sí se autorizan —al menos en teoría— transferencias al exterior y retiradas de efectivo.
La medida supone un reconocimiento explícito del “corralito” financiero no declarado que padece Cuba desde hace meses y extiende a todas las empresas extranjeras el esquema que el Gobierno probó en la primera mitad de este año con un grupo reducido de compañías, ensayo que la propia EFE adelantó en abril.
El nuevo sistema se inscribe en el mecanismo de gestión, control y asignación de divisas anunciado en el “Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía”, el paquete de medidas anticrisis divulgado recientemente, aunque sin detalles operativos.
Sin embargo, algunas firmas foráneas han advertido de que incluso en estas cuentas “reales” se presentan obstáculos para retirar efectivo o repatriar las divisas, lo que alimenta la preocupación sobre el alcance práctico de la nueva arquitectura financiera y la profundidad de la crisis de liquidez bancaria en la isla.
Embajadas bajo un esquema similar
Según EFE, el Ministerio de Relaciones Exteriores reunió este miércoles al cuerpo diplomático acreditado en La Habana para comunicarle un mecanismo similar destinado a aliviar las tensiones financieras que sufren las embajadas, aunque sin obligarlas a abrir cuentas “reales”.
Según la explicación ofrecida a los representantes extranjeros, se anunciará en breve una fecha que funcionará como parteaguas para sus depósitos: las divisas procedentes del exterior que se ingresen a partir de ese momento podrán, en principio, extraerse y transferirse al extranjero. La disponibilidad de los fondos acumulados con anterioridad quedará, en cambio, sin garantías, de acuerdo con lo expuesto en ese encuentro diplomático.
Estos anuncios, dirigidos tanto al sector empresarial como al diplomático, evidencian la gravedad de la crisis bancaria, económica y financiera que atraviesa el país y llegan cuando numerosas compañías extranjeras ya experimentan serias dificultades por la falta de liquidez del sistema bancario estatal y las fuertes distorsiones cambiarias.
Las personas jurídicas están obligadas a operar al tipo oficial de 24 pesos por dólar, mientras que en el mercado informal la divisa estadounidense ronda los 450 pesos cubanos por dólar.
La decisión de congelar las divisas previamente depositadas se produce pocos meses después de que las autoridades sorprendieran a las entidades extranjeras con otra exigencia: a partir de entonces debían pagar en dólares tanto los alquileres de los inmuebles que ocupan —gestionados por inmobiliarias estatales— como los salarios de sus trabajadores, que se abonan a través de una empresa empleadora estatal que cobra una comisión por ese servicio.
Ni el Gobierno cubano ni el Banco Central de Cuba —subordinado orgánicamente al Ejecutivo— han informado públicamente sobre estas restricciones ni han ofrecido explicaciones oficiales. El despacho de EFE indica que expertos y observadores consideran que las autoridades habrían recurrido a las divisas ya existentes en esas cuentas para poder afrontar pagos al exterior.
Déficit externo crónico y acceso limitado a divisas
En el trasfondo de estas decisiones se encuentra la extrema fragilidad externa de la economía cubana. El país importa alrededor del 80 % de lo que consume, en buena medida por el desplome de los sectores agrícola y productivo, lo que genera un abultado déficit por cuenta corriente. El Estado mantiene, además, el monopolio del comercio exterior, por lo que el acceso a divisas depende directamente de la caja del Gobierno.
La caída del turismo internacional y la disminución de los envíos de remesas por canales formales —gestionados siempre por entidades estatales intermediarias— han limitado aún más la entrada de moneda fuerte. A diferencia de otros países de la región, Cuba no pertenece a organismos financieros multilaterales que ofrezcan líneas de crédito, lo que restringe todavía más sus opciones para aliviar la escasez de divisas.
Cuba arrastra desde hace más de cinco años una severa crisis económica, considerada la peor al menos desde el derrumbe del bloque soviético en los años 90, o incluso más grave, de acuerdo con un número creciente de analistas. A la contracción del producto con alta inflación se suman la escasez de alimentos, medicinas y combustible, los prolongados apagones diarios, la creciente dolarización de la vida cotidiana y una migración masiva que vacía al país de fuerza laboral joven.
La pandemia de COVID-19, el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos y las políticas monetarias y económicas fallidas del propio Gobierno cubano han intensificado problemas estructurales que se arrastran desde hace décadas.
