Sánchez presiona a los líderes de la UE para que Bruselas revise el Acuerdo de Asociación con Israel | internacional
Ocho meses lleva guardada en un cajón la carta de España e Irlanda pidiendo que se revise si Israel cumple su parte en materia de derechos humanos dentro del Acuerdo de Asociación que enmarca su relación con la Unión Europea. Y a Madrid y Dublín se les acaba la paciencia hasta el punto de que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha reclamado en la cumbre del jueves, ante el resto de líderes de la UE, a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula. von der Leyen, que prepara de una vez el informe que evalúa el trato a los derechos humanos del Gobierno de Benjamín Netanyahu. Desde el comienzo del conflicto en Oriente Próximohace un año, la política alemana ha sido muy reticente, al igual que un pequeño pero suficiente grupo de Estados miembros, a elevar el tono contra Israel.
“Hemos solicitado una información a la Comisión para que nos traslade si Israel cumple con los derechos humanos”, explicó Sánchez este jueves por la noche, al término del Consejo Europeo. Ese análisis es fundamental porque el punto dos de ese acuerdo de asociación exige el respeto de estos derechos y puede dar pie a la revisión del texto. “Creo que en las próximas semanas tendremos ese informe”, añadió.
Sánchez sabía que contaba con el apoyo explícito del primer ministro irlandés, Simon Harris, quien desde su llegada a Bruselas no dejó de reclamar también la revisión del acuerdo. Esto es especialmente acuciante, afirmó, sobre todo desde la opinión emitida en julio por el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas (TIJ), que demostró que el control ejercido por Israel en los territorios palestinos ocupados ―Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este― “viola las leyes internacionales”. También el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha presionado reiteradamente para abordar el tema a nivel de los Veintisiete.
Pese a todo, la cumbre de Bruselas ha vuelto a dejar claro lo difícil que les resulta a algunos países, especialmente Alemania, Austria, República Checa y Hungría, hacer la mínima crítica a Israel.
Apoyo de Michel
A la presión de España e Irlanda se suma, incluso, la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel: “No me cabe duda de que vamos a continuar este debate en las próximas semanas”. El belga, en su resumen de esta cumbre inusualmente corta —de un solo día— pero intenso, dejó claro que se refería al Acuerdo de Asociación. No hay referencia a él en las conclusiones de la reunión, pero sí fue una cuestión, revelada con toda la intención, en la que “algunos líderes hicieron hincapié” durante la reunión a puertas cerradas. Fue la primera vez que los líderes de la UE hablaron de forma significativa de esta cuestión, algo que también sucedió durante la primera cumbre de mandatarios. UE-Consejo de Cooperación del Golfo (CCG – Arabia Saudita, Baréin, Kuwait, Omán, Emiratos Árabes Unidos y Qatar).
Hasta ahora, la mayoría de los líderes europeos, como la propia Von der Leyen, eludían el tema. Ahora ya no tanto. Según fuentes próximas a los participantes en la reunión, pese a las diferencias profundas que siguen existiendo entre los Veintisiete en torno a Israel —y que se refleja en el tono aún comedido de las conclusiones—, cada vez hay más consenso entre los mandatarios acerca de que la actitud del Gobierno de Netanyahu no es aceptable y se debate también de forma más abierta qué se puede hacer para que Israel cambie de actitud.
Esto se aprecia en algunos puntos del texto de conclusiones, como en la “condena a los ataques” de Israel a los cascos azules que hay en el sur del Líbano y “el apoyo” a la misión de la ONU, que “juega un papel”. fundamental en la estabilización” de la zona.
A diferencia de otras cumbres europeas, el apartado sobre Oriente Próximo avanzó mucho más rápido. Esto se debió a que Sánchez y el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, habían acercado sus posiciones previamente y presentaron una propuesta de texto que facilitó mucho el debate, apuntan varias fuentes. De acuerdo con las mismas, los dos líderes llegaron a la sala de reuniones de los Veintisiete explicando que si España y Alemania, dos de los países con posiciones más opuestas en cuanto a la respuesta al conflicto, habían sido capaces de acordar un lenguaje común, No hacía falta “perder más tiempo” discutiendo el mismo, algo que, agregan las fuentes, fue “muy agradecido” por buena parte de sus colegas europeos.
Lo negociado entre los dos políticos —ambos socialdemócratas, pero muy distanciados sobre el papel de Israel en el conflicto— ha ido desde cuestiones concretas —Alemania logró que se quitara de la condena a los ataques al cuartel general de Unifil (la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para Líbano) la referencia a que estos han sido perpetrados por el ejército israelí, porque lo consideraron demasiado duro—a más generales. A cambio, cedieron para acordar un texto que no se consideraba demasiado parcial hacia Israel.
En ese documento final, vuelve a aparecer el apoyo a la solución de los dos Estados como vía para solucionar el conflicto entre Israel y Palestina. No obstante, esto no es suficiente para Sánchez, como ha quedado claro en su resumen del encuentro: “Para disuadir a Netanyahu, sería bueno que aquellos países que no han reconocido Palestina lo hagan. Es una manera de demostrar que Europa en su conjunto apuesta por los dos Estados antes de que nos sentemos en esa conferencia de paz”.
Tras la parálisis de los pasados meses, las cosas parecen acelerarse un poco. En Bruselas está claro que Israel no va a hacer ningún esfuerzo por hablar con sus socios europeos, al menos hasta que pasen las elecciones estadounidenses y, sobre todo, se produzca el traspaso de mando en la Comisión. Israel guarda —y no lo oculto— a la marcha de Borrell, quien con sus duras críticas a las acciones de su ejército y los estrágos causados en Gaza y ahora en Líbano se ha hecho una persona casi tan no grata en el Estado judío como lo es ya oficialmente el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
Ante esta situación, Borrell ya dejó claro este lunes que está dispuesto a mantener viva la presión. Y este jueves ha vuelto a hacerlo, advirtiendo ante los líderes del riesgo de que haya una “generación perdida” en la zona, con 400.000 niños huyendo de Líbano a Siria o los 18.000 huérfanos palestinos que ha provocado la guerra en Gaza.