Sánchez viaja a China para intentar evitar una guerra comercial con la UE que perjudicaría a España | España
En la gran batalla por el relato en la política española, la oposición y el Gobierno compiten por imponer el suyo. Para el PP, el objetivo fundamental, al que dedican buena parte de sus intervenciones, es convencer a los españoles de que la legislatura es inviable, el Gobierno no gobierna y puede caer en cualquier momento. Pedro Sánchez y su equipo se dedican exactamente a lo contrario, a insistir en que “hay Gobierno para rato”, en que “España está en uno de los mejores momentos de su historia” y en que, ahora que se ha abierto un largo periodo sin elecciones, todo entra en el camino de la normalidad. Y en ese contexto, para Sánchez su agenda internacional es muy importante porque se mueve cómodo después de seis años viajando por todo el planeta como presidente y, además, porque ofrece una imagen de normalidad y le consolida como un líder ya veterano que refuerza cada vez más su peso político en la agenda global.
En ese contexto, y de forma totalmente inusual, Sánchez ha iniciado este domingo su segundo viaje a China en poco más de un año para reunirse de nuevo con el líder de la segunda potencia económica del planeta, Xi Jinping, esta vez con un asunto encima de la mesa que preocupa mucho a España: la posibilidad de que China, en represalia por los aranceles que prepara la UE a los coches eléctricos fabricados en el país asiático para evitar que invadan el mercado y perjudiquen a la decisiva industria automovilística europea, castigue el mercado porcino español, que tiene en China a su gran cliente. España se ha convertido en una gran potencia exportadora de carne de cerdo, que mueve miles de millones de euros y miles de empleos en algunas regiones, y el país asiático es su primer cliente, al que exportó 560.488 toneladas valoradas en 1.233 millones de euros en 2023. Japón, con 80.000 toneladas, y Filipinas, con 70.000, son los siguientes mercados del cerdo español en Asia, según los datos de Interporc, la patronal interprofesional de la industria.
En su primer acto en Pekín, la inauguración de la novena edición del Foro España-China, Sánchez ha ofrecido diálogo para resolver la tensión comercial. “En asuntos en que nuestras posiciones no coinciden mantenemos voluntad constructiva de dialogo y cooperación. Buscaremos soluciones consensuadas en beneficio de todas las partes”, ha asegurado el presidente. En el mismo tono de acercamiento, el viceprimer ministro chino, Liu Guozhong, ha dicho que España es “un socio fiable de China” y el Gobierno de este país “espera poder ofrecer un entorno equitativo, justo y no discriminatorio para la relación comercial” entre ambas naciones”. En un país tan jerárquico como China, la discusión clave de este asunto será entre Sánchez y Xi, y de ahí saldrá una posible solución.
Sánchez se ha ido a Pekín acompañado del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a convencer a Xi de que evite estas represalias, que causarían un gran perjuicio a la industria porcina española. Pero el viaje tiene también otros objetivos, sobre todo económicos, y el presidente estará en la capital y Shanghái visitando empresas españolas en China, centros de investigación y aceleradores de start ups para intentar vender a España como un aliado fiable de China y tratar de mejorar su posición comercial. El presidente estará así más de cuatro días fuera de España centrado en la agenda internacional y en la defensa de los intereses de la industria española de otros sectores como la energía, la automoción, las baterías eléctricas o el hidrógeno verde. Para ello, viaja acompañado de un nutrido grupo de empresarios con intereses en China, entre ellos también representantes del sector porcino. Además, se reunirá allí con empresas españolas ya consolidadas como el Grupo Antolín, el Grupo Mondragón o Alsa.
Sánchez ya fue invitado por Xi a Pekín a finales de marzo del año pasado, entonces en un momento especialmente delicado porque la comunidad internacional confiaba en la mediación de China, interlocutor privilegiado de Rusia, para intentar parar la guerra de Ucrania. Sánchez reivindicó entonces el peso internacional de España al ser recibido en un momento así por Xi, y la sintonía entre los dos líderes se hizo evidente en las conversaciones entre ambos, que los chinos suelen permitir seguir a los periodistas al inicio de las reuniones. En La Moncloa destacan que el hecho de que Xi vuelva a invitar a Sánchez a un viaje oficial solo un año después demuestra el peso que China da a España en la escena internacional.
Sin embargo, también hay diferencias importantes entre los dos Gobiernos más allá de las enormes distancias entre un régimen autoritario de partido único y ausencia total de libertades democráticas como el chino y una democracia europea consolidada como la española. España no tiene la posición de China sobre Ucrania, porque Pekín mantiene su cercanía a Moscú, y el Gobierno español está molesto también, como los demás socios europeos, por el desequilibrio en las relaciones comerciales con China, que exporta a la UE mucho más de lo que importa de Europa. Las dificultades que los chinos ponen a los productos europeos, con regulaciones muy estrictas para dificultar su entrada y evitar que compitan con los locales, son una fuente de conflictos constante. En el último viaje, Sánchez pidió a China que se abra más y es probable que vuelva a hacerlo ahora.
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“El déficit comercial ha aumentado, no solo con España sino con toda la UE. Esta relación asimétrica de China con Europa es un asunto que se trata a nivel europeo. Hay medidas del Gobierno chino de restringir su mercado que dificultan ese acceso de los productos europeos. Vamos a tratar esto en las conversaciones con las autoridades chinas”, resumían en La Moncloa antes del viaje. Sánchez suele evitar mencionar el asunto de la situación de los derechos humanos en sus encuentros con dirigentes chinos, y es una cuestión que La Moncloa elude también en todo tipo de declaraciones para no incomodar a sus anfitriones.
Mientras él está fuera, el Consejo de Ministros aprobará de nuevo este martes la senda de estabilidad que los votos del PP, Vox y Junts tumbaron en julio, como un gesto claro de que el Gobierno va a intentar sacar adelante los Presupuestos y forzará a todos los que quieran tumbarlos a retratarse y asumir el coste político de que no salgan adelante unas cuentas expansivas y beneficiosas para millones de ciudadanos. Sánchez ofrecerá así de nuevo el contraste entre su imagen internacional de estabilidad y continuidad, con dos viajes a China en poco más de un año, frente a la debilidad parlamentaria y las dificultades en España para sacar adelante su proyecto sobre todo por las tensiones entre los independentistas en Cataluña.