martes, febrero 4, 2025
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Se cumplen 20 años del oro de Argentina en los Juegos de Atenas


Si hay un hito imborrable en la historia del baloncesto masculino argentino e, incluso, mundial fue el triunfo en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 de Argentina, única selección capaz de alcanzar esa gloria al margen de Estados Unidos y las extintas Unión Soviética y Yugoslavia.

La magnitud del logro fue tal que, desde el acceso de los profesionales de la NBA al torneo olímpico y la separación de las ex repúblicas soviéticas y balcánicas, sólo la ‘Albiceleste’ ha quitado el trono al ‘Dream Team’.

Lo que apenas se conoce es que aquel 28 de agosto de 2004, día en que Argentina ganó el oro en una final atípica ante Italia (84-69), después de que ambas eliminasen en semifinales a Estados Unidos (89-81) y a Lituania (100-91), la expedición ‘perdió’ a su mejor jugador, Emanuel ‘Manu’ Ginóbili.

Celebración de Argentina tras ganar la final olímpica a EEUU en Atenas.

Celebración de Argentina tras ganar la final olímpica a EEUU en Atenas.EFE

Ese es el «gracioso» relato que recuerda durante una entrevista con la Agencia EFE, con motivo del vigésimo aniversario de aquel logro, el entonces seleccionador, Rubén Magnano, quien explica jocosamente: «El día de la final todo el equipo se va del estadio y nos olvidamos de Emanuel Ginóbili. Solamente nos olvidamos de Ginóbili».

«Después del oro y todo, desconsideramos totalmente su presencia y el ómnibus se fue sin Ginóbili. Era tal el estado de emoción… Lo que pasa es que hay una rutina y las rutinas generalmente se respetan. Generalmente, yo llegaba al ómnibus, poníamos un horario, en este caso ‘recontraexplayado’, está claro. No era que hubo falta de voluntad de esperarlo, sino que yo me siento y siempre le preguntaba al utilero, ‘Turco’ (Roberto Vartanián, fallecido en 2020): ‘¿Estamos todos?’. Él pega un vistazo: ‘Sí, estamos todos'», detalla el de Villa María (Córdoba).

Más allá de la anécdota, el técnico de 69 años habla con respeto y admiración de la gran figura del baloncesto argentino, ganador de cuatro anillos de la NBA con San Antonio Spurs y, desde 2022, miembro del Salón de la Fama.

«En el juego del truco (naipes), el uno de espada es la carta de mayor valor. Él oficiaba un poco como ese as de espada dentro del equipo, pero lo que destaco es que él oficiaba sin requerir, sin pedir. Yo hablo de la humildad inteligente, una persona extremadamente humilde y muy inteligente para situarse sin dejar de ser el as de espadas», resume Magnano.

No obstante, se resiste a usar la palabra «líder», porque, en su opinión, «el equipo mismo» asumía ese rol.

«Muy amigos»

Con un ambiente similar al de la selección española, que se autoproclama ‘La Familia’, aquel equipo argentino bautizado como ‘Generación Dorada’ estuvo marcado por la unión de sus integrantes, explica quien fue su técnico entre 2000 y 2004.

«Quiero quedarme con lo que están hablando hoy los jugadores, incluso casi 20 años después del logro olímpico, que tiene que ver y está asociado con la amistad. Ellos se proclaman muy amigos, con todo lo que significa. Y eso ha sido un valor agregado que ayuda mucho a lo que vos titulas este proceso», argumenta el también exseleccionador de Brasil y de Uruguay, además de extécnico de clubes en Argentina, España e Italia.

En su opinión, los logros alcanzados tienen que ver, además de con el trabajo, con «una comunión de voluntades» y «un sentido de pertenencia extremadamente grande».

Gracias a ello, el temido duelo de semifinales contra el ‘Dream Team’ no lo fue tanto, porque los jugadores «habían crecido muchísimo» y «se confrontaban con los mejores prácticamente a diario», por lo que saltaron a la pista «con un propósito muy claro de ir a por la victoria, no de temor por la derrota».

Aquel equipo campeón del FIBA Américas 2001 y subcampeón del Mundial de Indianápolis 2002 -donde Argentina ya había vencido a Estados Unidos en la primera fase- demostró que hay que «descartar la palabra imposible», porque, con trabajo, respeto y talento, «las posibilidades de ir por la victoria están ahí», según Magnano.

Veintinueve puntos de Ginóbili y 13 de Andrés ‘Chapu’ Nocioni en un brillante juego colectivo dieron la victoria a Argentina y el pase a una final sin el lesionado Fabricio Oberto. Lo demás fue historia.

Como cierre, Magnano, el hombre que se considera «un aprovechador del momento, del lugar y de las circunstancias», conserva como «postal grabada» el izado final de las banderas: «Para mí esa foto es muy emblemática, muy fuerte y lo que más tengo presente: la bandera argentina por encima de la de Italia y de Estados Unidos… era ya un tema para cada uno de nosotros».





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