miércoles, abril 16, 2025
Cuba

Si van a arrasar, que lo hagan de una vez


LA HABANA.- No hay harina en La Habana, salvo para las mipymes o cualquier otra forma de gestión que escape de las garras del estado. En los establecimientos estatales solo se está confeccionando, malamente, el pan de la merienda escolar, reducido de tamaño y con una calidad lastimosa. El régimen sigue dolarizando la economía para en el futuro -dice- comenzar a desdolarizar, así que un centenar de tiendas que aceptan benjamines en efectivo y dan vueltos en caramelos están abriendo en todo el país.

La gente acude en tropel, en carros, motorinas, tacones y con la chusmería por delante, a pelearse para comprar lo mismo que antes se vendía en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), solo que ahora más caro y con la moneda del enemigo contante y sonante. Se vaciaron las bóvedas y la orden de llenarlas está dada. Desde el norte alguien llama: “¡Trump, Trump! ¿Quién es?”, y cunde el pánico entre la piara verde olivo.

El Secretario de Estado, Marco Rubio, dice que lo que viene para arriba del régimen cubano es mucho. En resumidas cuentas, no es mucho lo que hay que hacer para que esto se hunda. Hay asuntos más importantes que atender y lo de la dictadura cubana es robar al descaro –a sus propios ciudadanos-, estafar a incautos inversionistas extranjeros y luego condenar enérgicamente lo que sea. Para el neocastrismo mano dura, está clarísimo, pero eso puede esperar porque está el tema de los inmigrantes ilegales, Ucrania, Gaza, el Canal de Panamá y otras cosas que de verdad representan dinero para la Unión Americana.

Cuba es una isla intrascendente a la entrada del Golfo de México, con un pueblo demasiado manso y un desgobierno ducho en elegir socios comerciales que se creen muy pillos y terminan perdiendo los millones invertidos. La administración republicana, de momento, se ha contentado con devolverla a la lista negra y sancionar a empresas que, bajo otro nombre y controladas por los militares, estaban cogiendo los mangos que el expresidente Biden les puso al alcance de la mano.

Los ladrones del Comité Central tuvieron tiempo para forrarse un poco más. Cuando se dieron cuenta de que la estrategia de posicionar a Kamala Harris por el Partido Demócrata en la carrera presidencial no iba a dar resultado, escogieron la fórmula de siempre: apretar al sector privado no ligado a ellos, expandir el radio de acción de los “empresarios” que responden a sus intereses e implementar un mecanismo eficaz para chupar la mayor cantidad de dólares en efectivo, en el menor tiempo posible. Ellos saben que la cosa se va a poner de un negro abisal, pero también saben que Cuba no es una prioridad. Hay tiempo todavía para recaudar, reprimir y ponerse a salvo, el que pueda, que en esa barca no caben todos los que se han prestado desde su butaca en el Parlamento, su moto Suzuki o su silla plástica del sindicato, para matar a un pueblo entero.

El problema es que mientras la administración norteamericana se ocupa de cosas más importantes, el grueso de los cubanos llega al límite de su resistencia, viendo cada vez más cerca el momento en que ya nada de lo que hagan será suficiente para poner un plato de comida en la mesa, o pagar los miles de pesos que cuestan hasta los medicamentos más comunes. No hay materia prima, corriente ni combustible. No hay trabajo, ni de dónde sacar dinero. El régimen ha detenido las excarcelaciones, y sus voceros amenazan a los excarcelados con devolverlos a prisión si nada más abren la boca para gritar o alentar algo que no convenga.

El mundo no se ha enterado de que Cuba está ahora mismo en la temporada alta del turismo. Nada de lo que el régimen ha hecho para levantar el sector ha funcionado. Los aviones están trayendo puñaditos de visitantes de bajo costo que se van desencantados y sin intenciones de regresar. La crisis energética sigue igual o peor, depende de la Guiteras. En los hogares la preocupación toca el cielo porque Estados Unidos no dejará pasar a un inmigrante ilegal más. Si están en remojo los protegidos por el parole, CBP1, TPS y demás programas, vender todo y lanzarse a visitar los volcanes es, más que una aventura de alto riesgo, una maniobra suicida.

La cosa está a punto de estallar, dicen, pero las presiones externas no bajan la guadaña de una vez para no dejar títere con cabeza. Aprietan, pero no lo suficiente. Hay sanciones para Orbit S.A., pero Hugo Cancio continúa importando automóviles para vender en la isla. Sigue entrando plata para la cúpula cuando ya debería estar trancado todo, aunque sea el fin. De cualquier modo, nos estamos muriendo aquí dentro y el que diga que eso no es cierto es porque no ha puesto un pie en un hospital.

Si ya decidimos que “será mejor hundirnos en el mar”, entonces que arrasen de una buena vez porque este colapso, de poquito en poquito, es tortura. Ah, y nada de negociar. Ni diálogo, ni reconciliación. A este pueblo no se le ha ofrecido siquiera una disculpa para que ahora vengan algunos olvidadizos a hablar de diálogo. Ya hemos consumido todos los tiempos extra y la banca de los gordos está a punto de fallar el último penal.   



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