transmisión activa de la enfermedad en Las Tunas
MIAMI, Estados Unidos. – A pesar de que la lepra dejó de ser considerada un problema de salud pública en Cuba en 1993, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad sigue presente en todas las provincias del país. En 2023, se diagnosticaron 142 casos, y al cierre de 2024, Las Tunas notificó seis nuevos contagios, incluidos niños, con una transmisión activa de la forma multibacilar.
Martha Odalis Cabrales León, coordinadora del Programa de Lucha contra la Lepra en Las Tunas, confirmó al periódico estatal 26 que “esta patología hoy tiene mayor presencia en los municipios del sur de Las Tunas”. Explicó que “los pacientes notificados están en la comunidad, trabajan, cuentan con la debida supervisión y tienen el tratamiento gratuito de antibióticos. Los equipos básicos de Salud son los mayores responsables de su bienestar”.
Según Cabrales León, en los últimos cinco años se han detectado casos infantiles en la provincia, lo que evidencia la persistencia de la enfermedad. “Afecta a ambos sexos y en los últimos cinco años en la provincia se han detectado casos infantiles, cuya forma de presentación evidencia lesiones en forma de manchas oscuras y nódulos en la piel”, señaló la especialista.
A nivel nacional, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS en Cuba informaron que cada año se detectan cerca de 200 nuevos casos en todas las provincias del país. Un estudio sobre la lepra infantil en Cuba identificó que entre 2012 y 2019, Granma fue la provincia con mayor número de diagnósticos (346), seguida por Guantánamo (189), La Habana (146) y Ciego de Ávila (144).
El doctor Roberto Serrano, desde Songo La Maya, en Santiago de Cuba, explicó a Martí Noticias: “Si está controlado el paciente, tiene mucho menos probabilidades de que haya algún contagio, pero aquí como faltan todos los medicamentos y hasta los donativos de medicamentos no llegan a la población, a los enfermos; el país es propenso a cualquier brote, a cualquier epidemia de cualquier tipo”.
El tratamiento de la lepra en Cuba depende de la donación anual de la OMS de una terapia multibacilar con Rifampicina, Clofazimina y Dapsone. Sin embargo, el acceso a estos fármacos no siempre está garantizado. “Muchas veces los diagnósticos tienen que ser clínicos, porque las pruebas de laboratorio no se pueden hacer”, lamentó Serrano. “Los diagnósticos son extremadamente difíciles porque la mayoría de las pruebas, de cualquier análisis, el más sencillo que haya, pruebas especiales, cualquiera, no se pueden hacer porque no hay reactivos”.
Aunque no existe certeza absoluta sobre la forma de transmisión de la enfermedad, se acepta que el contagio ocurre “a través de las vías respiratorias y por contacto con las lesiones de la piel de un enfermo no tratado, tras una relación íntima y repetida”, según la responsable del Programa Nacional de Lepra, Raisa Rumbaut Castillo.
Entre los factores de riesgo asociados con la lepra en Cuba se encuentran la desnutrición, el hacinamiento y la falta de higiene, condiciones que, según especialistas, favorecen su propagación. “Esas enfermedades que son de prioridad uno, porque son extremadamente contagiosas, hay que tratar de detenerlas a como dé lugar. Es un paciente que tiene que tener condiciones especiales, una higiene especial, dieta especial”, enfatizó Serrano, quien también alertó sobre la presencia de la enfermedad en los reclusorios.
Cabrales León explicó que “el período de incubación es de unos cinco años como promedio, aunque estudios demuestran a nivel global que puede extenderse hasta 20, y cuando no se diagnostica ni se trata tempranamente puede causar lesiones progresivas y permanentes en la piel, los nervios de las extremidades y los ojos (…). Luego de la poliomielitis, es la enfermedad que más discapacidad causa si se detecta tardíamente”, añadió.