lunes, febrero 3, 2025
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La riada de la dana de Valencia tenía un 30% de sedimentos, según un estudio

La riada que el 29 de octubre asoló el área metropolitana de Valencia llevaba un 30% de sedimentos sobre el volumen total de la crecida de agua, un índice considerado “alto” aunque dentro de lo habitual en este tipo de fenómenos meteorológicos extremos. Así se desprende de un estudio de la crecida de la rambla del Poyo de ese día realizado con el modelo TETIS del Grupo de Modelación Hidrológica y Ambiental (GIMHA) perteneciente al Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV).

El presidente de la Plataforma Tecnológica Española del Agua y catedrático de Ingeniería Hidráulica de la UPV, Félix Francés, explica que esa tasa de sedimentos y detritos produjo un incremento de la densidad del 50%. El experto ha señalado que las inundaciones de la dana de Valencia originadas por la rambla del Poyo y otros barrancos al sur de la capital fueron del tipo “avenida relámpago”, en las que “el incremento de caudales es muy rápido y se forma un frente de onda que avanza rápidamente por la red de cauces”.

Según Francés, este frente genera un ruido característico debido al arrastre de piedras, de troncos, ramas y de cañas, entre otros materiales, de tal forma que se podría oír llegar la riada.

Las avenidas relámpago se forman en ríos efímeros, es decir, que discurren secos la mayor parte del año, y en cuencas con una fuerte pendiente y relativamente pequeñas. A todo esto se suma que se encuentran en climas que pueden generar tormentas torrenciales de duración similar al tiempo de respuesta de la cuenca, una combinación de factores que proporciona un “tiempo de reacción corto” para el sistema de emergencias.

Las velocidades que toma el agua, los picos de caudal y el transporte significativo de sedimentos y detritos elevan la densidad del flujo hídrico y, según el catedrático, favorece la flotabilidad y arrastre de objetos que se encuentra al paso de la riada, como pueden ser los vehículos.

La suma de estas características provoca que la limpieza de sedimentos de las plantas bajas, calles y mar alcantarillado, en general, uno de los principales costos del proceso de recuperación tras una inundación. En el caso particular de la red de alcantarillado, el costo de limpieza puede llegar a ser tan elevado que en ocasiones se recurre a la nueva construcción total o parcial de la red.

El catedrático y presidente de la Plataforma Tecnológica Española del Agua ha puesto de manifiesto que en los países desarrollados la mayor parte de las víctimas se producen con este tipo de avenidas relámpago y relacionadas de alguna forma con los coches. “Si además no está lloviendo en la zona que se va a inundar y fallan los mecanismos de alerta, tenemos un cóctel explosivo”, ha apostillado Francés. (Efe)



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