domingo, septiembre 14, 2025
Ciencia y Salud

Un planeta de TRAPPIST-1 podría albergar hasta un océano; científicos ya dieron el primer paso para averiguarlo


Astrónomos de la NASA analizaron uno de los exoplanetas posiblemente habitables más prometedores de la Vía Láctea, en el sistema estelar TRAPPIST-1, situado a unos 39 años luz de distancia de la Tierra. Las observaciones del telescopio espacial James Webb revelan lo complejo que resulta estudiar cuerpos tan lejanos. El exoplaneta TRAPPIST-1e sigue enviando señales contradictorias sobre su posible atmósfera y, por ahora, incluso con el instrumento más potente disponible, los científicos no pueden confirmar si posee o no una capa de gases. Puede tener desde un océano o ser solo una roca desnuda.

Por qué la atmósfera de TRAPPIST-1e importa tanto

Entre todos los cuerpos rocosos del sistema, TRAPPIST-1e ocupa la posición más favorable respecto a su estrella madre. Esa ubicación privilegiada le permite recibir radiación moderada y mantener una temperatura “templada”. Gracias a esta condición física, en teoría podría albergar agua líquida en su superficie, un requisito básico para que se produzcan reacciones químicas en moléculas complejas que, con el tiempo, podrían originar vida primitiva.


Sistema TRAPPIST-1 c

Los científicos saben lo suficiente acerca de los exoplanetas para especular sobre cómo podrían surgir plantas simples en ellos. Pero no esperes que sean verdes.


Sin embargo, cualquier opción de habitabilidad se desvanece si el planeta carece de atmósfera. Una capa densa de gases retiene elementos volátiles esenciales para la vida (como oxígeno, carbono, nitrógeno o hidrógeno), genera la presión necesaria para mantener el agua en estado líquido, regula la temperatura mediante el efecto invernadero y protege la superficie de la radiación estelar.

Detectar un exoplaneta ya es difícil; definir las características de su atmósfera lo es aún más. Los astrónomos solo pueden estudiarlos cuando transitan frente a su estrella. La luz del astro madre impide ver directamente el planeta, pero durante el tránsito es posible analizar la sombra que proyecta y cómo varía la luz en distintas longitudes de onda en el borde del disco planetario, donde se ubicaría la atmósfera. Es un proceso similar a estudiar el contorno de la Luna únicamente durante un eclipse solar.

Pero la atmósfera sigue enviando señales ambiguas

En el caso de TRAPPIST-1e, la NASA optó por investigar esa atmósfera mediante campañas de observación. Un solo tránsito puede ofrecer datos confusos, pero la acumulación de observaciones permitirá obtener información más sólida y fiable. Los astrónomos ya completaron la primera rondas de cuatro observaciones y publicaron los resultados en dos estudios simultáneos en The Astrophysical Journal Letters.

“Exploramos una amplia gama de escenarios atmosféricos a través de una jerarquía de modelado y recuperaciones hacia adelante. No obtenemos pruebas sólidas a favor o en contra de una atmósfera. Tanto una roca desnuda como un escenario atmosférico rico en N2 (nitrógeno) proporcionan ajustes adecuados a los datos, pero no explican completamente todas las características, que pueden deberse a la contaminación estelar no corregida o a las señales atmosféricas”, escribieron los autores.

Pese a la incertidumbre, los investigadores mantienen el optimismo. Aunque no puedan elegir aún entre los escenarios, tampoco descartan la presencia de agua líquida en TRAPPIST-1e, ya que su contexto es muy distinto al del sistema solar. Mientras nuestro Sol es una enana amarilla con una temperatura superficial de unos 5,778 Kelvin (K), TRAPPIST-1 es una enana roja ultrafría de unos 2,500 K, casi 2,000 veces menos luminosa.

Los astrónomos advierten que no conviene comparar las condiciones de TRAPPIST-1e con las de planetas cercanos a la Tierra. Incluso pequeñas trazas de dióxido de carbono podrían bastar para generar un efecto invernadero o indicar la presencia de un océano. Harán falta muchas más jornadas de observación, tanto de este planeta como del resto del sistema estelar, para aprender a interpretar mejor la posible atmósfera de esta prometedora roca.



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