viernes, septiembre 27, 2024
Ciencia y Salud

Una compañía quiere tener un centro de datos submarino en EE UU, pero nadie le ha dado permiso


Los centros de datos que impulsan el auge de la inteligencia artificial (IA) generativa consumen agua y electricidad a un ritmo que algunos investigadores consideran insostenible. Dos emprendedores que se conocieron en el instituto hace unos años quieren superar esa crisis con un nuevo experimento: hundir su consumo en el mar. ¿Cómo?

El 15 de agosto, Sam Mendel y Eric Kim lanzaron NetworkOcean, una empresa que había salido de la aceleradora de empresas Y Combinator, y anunciaron sus planes de sumergir una pequeña cápsula llena de las ansiadas unidades de procesamiento de gráficos de centros de datos (GPU) en la Bahía de San Francisco, en EE UU en el plazo de un mes: «Existe la oportunidad vital de construir una infraestructura informática más eficiente en la que vamos a confiar durante décadas», propone Mendel.

Los fundadores sostienen que el traslado de los centros de datos fuera de tierra frenaría el aumento de la temperatura de los océanos al consumir menos energía y permitir que el agua de mar enfriara la cubierta de la cápsula, complementando su sistema de refrigeración interno. Los fundadores de NetworkOcean han asegurado que una ubicación en la bahía proporcionaría rápidas velocidades de procesamiento para la pujante economía de la IA de la región.

Pero los científicos que estudian los cientos de kilómetros cuadrados de agua salobre dicen que incluso el más mínimo calor o perturbación del sumergible de NetworkOcean podría desencadenar la proliferación de algas tóxicas y dañar la vida silvestre. Las investigaciones de WIRED en varias agencias de California y EE UU que supervisan la bahía descubrieron que la compañía quiere llevar a cabo su prueba inicial de un centro de datos submarino sin haber solicitado, y mucho menos recibido, ningún permiso de los reguladores clave.


Fotografía de una central de energía geotérmica en Islandia

De Meta a Google, las gigantes desarrolladoras de inteligencia artificial están a la caza de nuevas formas de energía para alimentar sus centros de datos.


La labor de divulgación de WIRED llevó a la Comisión para la Conservación y el Desarrollo de la Bahía (BCDC, por sus siglas en inglés) y a la Junta Regional de Control de Calidad del Agua de San Francisco a informar por correo electrónico a NetworkOcean, que realizar pruebas sin permiso podría suponer una infracción de las leyes, según los registros públicos y los portavoces de los organismos. Las multas de la BCDC pueden ascender a cientos de miles de dólares.

Esta tecnología incipiente ya ha estado en la mira en California. En 2016, la Comisión Costera del Estado emitió una notificación no comunicada previamente a Microsoft diciendo que la gigante tecnológica había violado la ley el año anterior al sumergir un buque servidor no permitido en la bahía de San Luis Obispo, a unos 250 kilómetros al sur de San Francisco. La prueba, que duró meses y formaba parte del llamado Proyecto Natick, ya había concluido «sin daños medioambientales aparentes» cuando la agencia tuvo conocimiento de ella, por lo que los funcionarios decidieron no multar a Microsoft, según la notificación vista por WIRED.

Permisos millonarios

El renovado escrutinio de los centros de datos submarinos ha puesto de manifiesto una tensión cada vez más habitual entre los esfuerzos innovadores para combatir el cambio climático y las leyes medioambientales de larga tradición. La obtención de permisos lleva años, y puede costar millones de dólares, lo que puede obstaculizar el progreso. Los defensores de las leyes argumentan que el proceso permite disponer de tiempo y de información para sopesar mejor las ventajas y las desventajas.

«Las cosas están excesivamente reguladas porque la gente no suele hacer lo correcto. Tenemos que ser cuidadosos», asevera Thomas Mumley, subdirector ejecutivo de la junta de aguas de la bahía, y jubilado recientemente.

A lo largo de las dos últimas semanas, incluso durante una entrevista en la oficina de WIRED, los fundadores de NetworkOcean han proporcionado montones de detalles sobre sus planes en evolución. Su intención actual es probar su buque submarino durante aproximadamente una hora, justo bajo la superficie de lo que Mendel solo describiría como una parte de la bahía de propiedad y gestión privadas que, según él, no está sujeta a supervisión reglamentaria. Mendel insiste en que la ubicación, el diseño y el impacto mínimo de la prueba hacen innecesarios los permisos: «En el lugar donde podríamos realizar las pruebas nos han dicho que nuestra instalación es inocua para el medio ambiente».



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