miércoles, abril 16, 2025
Ciencia y Salud

Venkatraman Ramakrishnan, Premio Nobel de Química: «No estamos programados para morir»


Venkatraman Ramakrishnan, el hombre de la muerte. Aunque no parezca una buena presentación, en realidad lo es: Ramakrishnan es uno de los científicos más eminentes del mundo en el campo de la biología estructural y de los procesos celulares relacionados con el envejecimiento y la muerte. Fue galardonado con el Premio Nobel de Química en 2009 por su descubrimiento de la estructura del ribosoma, una «máquina» celular crucial responsable de la expresión génica. Además de ser un destacado investigador, Ramakrishnan es también un reconocido autor y divulgador. Tras el éxito de La máquina genética, unas memorias en las que relata su trayectoria humana y científica, publicó Por qué morimos, un ensayo dedicado precisamente a mostrar las dinámicas que regulan el envejecimiento y que, progresivamente, conducen a la muerte. Recientemente, Venkatraman Ramakrishnan estuvo en Milán, Italia, donde impartió una lectio magistralis en la segunda edición del Milan Longevity Summit, el evento italiano más importante dedicado a la longevidad y el bienestar psicofísico, organizado por BrainCircle Italia. Fue la oportunidad perfecta para conocerle y hacerle algunas preguntas.

Profesor Venkatraman Ramakrishnan, la pregunta principal de su libro es ¿por qué morimos? Pero, ¿qué es exactamente la muerte?

Por muerte entendemos la pérdida irreversible de la capacidad de funcionar como un individuo coherente. Es el resultado del fallo de un sistema o aparato crítico, por ejemplo, el corazón, el cerebro, los pulmones o los riñones. En este sentido, existe una paradoja: cuando nuestro organismo, en su conjunto, está vivo, millones de células de nuestro interior mueren constantemente, y ni siquiera nos damos cuenta. Por otro lado, en el momento de la muerte, la mayoría de las células de nuestro cuerpo siguen vivas y órganos enteros siguen funcionando y pueden donarse a personas que necesitan un trasplante. Pero en ese momento, el cuerpo ha perdido su capacidad de funcionar como un todo. En este sentido, por tanto, es importante distinguir entre la muerte celular y la muerte del individuo.

Hablando de muerte y envejecimiento, afirma en el libro que «quiere ofrecer una mirada objetiva a nuestra comprensión actual de ambos fenómenos». ¿Cuál fue la mayor sorpresa o la creencia más arraigada que tuvo que reconsiderar mientras escribía e investigaba?

En realidad fueron varias sorpresas. Una es que la muerte, contrariamente a lo que se podría pensar, no está «programada» por nuestros genes. A la evolución no le importa cuánto vivimos, sino que se limita a seleccionar la capacidad de transmitir nuestros genes, un proceso conocido como «aptitud» en biología evolutiva. Así, los rasgos que se seleccionan son los que nos ayudan a sobrevivir a la infancia y a reproducirnos. Y son estos rasgos, más adelante en la vida, los que causan el envejecimiento y el declive. Otro descubrimiento curioso fue el hecho de que el envejecimiento no se debe simplemente al»desgaste» de las células. El desgaste es constante en todos los seres vivos y, sin embargo, las distintas especies tienen vidas muy diferentes. Por el contrario, la duración de la vida es el resultado de un equilibrio entre el «gasto» de recursos necesarios para mantener el organismo en funcionamiento y repararlo, y los necesarios para hacerlo crecer, madurar y mantenerlo sano hasta que se reproduzca y alimente a su descendencia.



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