sábado, diciembre 21, 2024
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Balduino de Bélgica será beatificado por el papa Francisco 31 años después de su inesperada muerte


Javier Díaz de Lezana

Han pasado 31 años desde la muerte de
Balduino de Bélgica,
y es ahora cuando el papa Francisco acaba de anunciar que iniciará el proceso de
beatificación del monarca. «Que su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes. Pido a los obispos belgas que se comprometan a llevar adelante esta causa», explicaba el sumo pontífice este domingo en una misa que celebró en Bruselas. El proceso se pone en marcha tres décadas después de que el monarca falleciera de una manera inesperada, mientras rezaba en un pueblo de Granada.

Aquel 31 de julio de 1993, el rey Balduino de Bélgica se encontraba disfrutando de sus vacaciones en la residencia de verano que el monarca tenía en la localidad granadina de Motril. Le acompañaba su esposa,
la reina Fabiola .
Llevaban una semana en este rincón andaluz que había conquistado al rey de los belgas desde que en los años 60 descubrió las excelencias de la Costa Tropical: un clima agradable, buena mesa, un pueblo acogedor y la posibilidad de aparcar sus obligaciones reales por una temporada.

Tanto les gustó el lugar que decidieron instalarse en una parcela de 26.000 metros cuadrados junto al mar. Al lugar lo bautizaron como Villa Astrida, en recuerdo de la madre de Balduino, la reina Astrid. El monarca, del que este verano se cumplían 31 años de su muerte, era un amante de la jardinería y convirtió el espacio en un pequeño vergel. También era un gran devoto y orador.

«Subía a la azotea de la casa con muchísima frecuencia porque le gustaba estar tranquilo en oración», recordaba la sobrina nieta del monarca Ana Mª Chico de Guzmán en el programa ‘Lazos de sangre’ que dedicó en su día un monográfico a los reyes belgas. «Con vistas al mar y también a Sierra Nevada, aquí es donde subió ese 31 de julio del 93 a rezar y aquí falleció.
Le dio un infarto y aquí lo encontraron», explicaba en el programa mientras señalaba la silla donde el rey solía orar.

Una dolencia cardiaca que arrastraba desde hacía años

Cuando le sobrevino la muerte, el rey Balduino tenía 62 años y solo uno antes de su fallecimiento había sido operado de una afección cardiaca en París, aunque arrastraba problemas de salud desde mucho antes. De hecho, tiempo atrás, estando también en Motril, se rumoreó que había tenido que ser atendido por otro
problema del corazón aunque entonces la embajada belga en España lo desmintió. A eso había que sumarle una operación de próstata a la que también se había sometido el monarca.

«Subió a la azotea a rezar. Y a la hora de la cena, llamaron como siempre con la campana y no bajaba», relataba su sobrina nieta en el programa de La 1. «Entonces, intentaron subir mi tía con el general que estaba en ese momento de guardia y no consiguieron abrir la puerta. Se fueron por el planchero y mi tía se subió por la escalera de emergencia», contaba emocionada.

Eran las 9 de la noche. El monarca era atendido en sus últimas horas por el cardiólogo motrileño Carlos Aguado que nada pudo hacer. A las dos de la madrugada, el gabinete del primer ministro belga lo confirmaba desde Bruselas, al tiempo que convocaba un consejo de ministros extraordinario para
organizar los funerales y el entierro, e iniciar los trámites sucesorios.

El aeropuerto de Granada recibió la orden de abrir las pistas de madrugada para repatriar el cuerpo del monarca. Los reyes Juan Carlos y Sofía partieron de Mallorca (donde estaban pasando su periodo vacacional ) y acompañaron a la reina Fabiola hasta la pista de despegue en el momento más delicado de su vida.

Una imagen de los reyes Balduino y Fabiola de Bélgica junto al príncipe Felipe. /

gtres

Un funeral de estado y una viuda de blanco

Quince reyes, un emperador, dos príncipes y decenas de dignatarios mundiales acudieron a dar el último adiós a Balduino de Bélgica
al funeral que se celebró el 7 de agosto
. Entre ellos, los reyes de España, Akihito de Japón y el ex presidente republicano, Gerald Ford, en representación de Estados Unidos (Bill Clinton era aquel verano del 93 el presidente electo).

La reina Fabiola rompió protocolos al vestir de blanco en el sepelio de su marido. La iglesia belga dispensó trato de santo al difunto, recordando la vida de oración de un rey penitente y lector del Evangelio. De hecho, tanto Balduino como Fabiola
eran fervientes creyentes y practicantes: de ella se decía que tuvo vocación de ser monja; y de él, que tuvo que renunciar a su deseo de ser sacerdote porque su destino era reinar.

Todos los reyes de Europa allí congregados caminaron detrás del cortejo fúnebre excepto la reina Isabel que estaba en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula donde se desarrolló la ceremonia.
Tres cardenales oficiaron el funeral, incluido el que tres décadas antes le había casado con Fabiola en esa misma catedral que ahora le despedía.

El monarca fue enterrado en el Panteón Real de la iglesia de Laeken (Bruselas) junto a algunos de sus antepasados. Se declaró
luto oficial en España. Al lado de Balduino se reservó un espacio para la reina Fabiola que fallecería en 2014.





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