Los secretos de las joyas que luce la reina Letizia en el retrato de Annie Lebovitz
La reina Letizia ha escogido para el histórico retrato realizado por la fotógrafa estadounidense
Annie Lebovitz, que ha plasmado con su peculiar visión a otros miembros de la realeza, como la reina Isabel II, un conjunto de capa de gazar de color rosa y vestido de tul de color negro
de alta costura de Cristóbal Balenciaga
, prestado por la Fundación Antoni de Monpalau. Estas prendas pertenecieron a la condesa de Torroella de Montgrí y marquesa de Robert, María del Carmen Ferrer-Cajigal de Robert.
La reina ha querido brillar
con uno de los genios de la moda española, quizá el más prestigioso.
La reina
no lleva tiara en el retrato y escogió posar con dos de las piezas más representativas de las joyas de pasar: los pendientes de chatones y el collar a juego, que pertenecieron a
la reina Victoria Eugenia
y que son dos de las joyas favoritas de doña Letizia, por su versatilidad. El rey Alfonso XIII le regaló numerosas piezas de joyería a la reina Victoria para celebrar su matrimonio.
El
collar de chatones de diamantes era en un principio una pieza corta, casi ajustada al cuello, que fue agrandándose con los distinto diamantes que el rey Alfonso XIII le fue regalando a su esposa por distintos motivos, como cumpleaños o Navidad. Se dice que cada
infidelidad del rey Alfonso XIII
se compensaba también con una joya, por lo que la reina Victoria Eugenia atesoró uno de los «trousseaux» más deslumbrantes de Europa.
La pieza hace juego con unos pendientes, que reciben el mismo nombre, y que son muy fáciles de combinar con la amplia colección de tiaras
del «lote de pasar» que están a disposición de doña Letizia, como la de Flor de Lis, la Rusa o la Cartier, todas ellas de porte imponente.
Las joyas de pasar que ha Letizia en el retrato de Leibovitz
A diferencia de otras casas reales, no existen en España Joyas de la Corona, aunque la Familia Real española disfruta de una notable colección de joyas. Este lote de joyas
pasa de reina a reina –de ahí su nombre– , tal y como estableció la propia Victoria Eugenia en su testamento, y está vinculada a quien encabeza la Familia Real Española en ese momento, en este caso Felipe VI.
La mayoría de las joyas pertenecieron a la reina Victoria Eugenia, pero también hay algunas piezas de la reina María Cristina, independientemente de si se convertía o no en rey. La condesa de Barcelona, madre del rey Juan Carlos, y la
primera en disfrutar de estas joyas,
bautizó fue quien bautizó este conjunto de diademas, broches, collares y pendientes como «joyas de pasar». La colección es de una enorme belleza y de gran valor.
Con su elección del conjunto de chatones, la reina Letizia ha querido, sin duda, subrayar el vínculo con sus predecesoras y la continuidad de la dinastía. Los pendientes de chatones están formados por un brillante grueso con talla orla y montado en garra y otros más pequeños alrededor. La reina Letizia los ha lucido en numerosas ocasiones,
en cenas de gala y otras ceremonias, como la investidura de la Orden de la Jarretera del rey Felipe, en Londres, en 2019, la cena de gala en su visita oficial a Países Bajos, en 2024, o en la celebración de la Pascua Militar.
Son una pieza constante en su vestuario, al igual que lo fueron para la reina Sofía. Estos pendientes combinan a la perfección con todas las tiaras de la familia, desde la de Flor de Lis, impresionante por su tamaño y su majestuosidad, a la Rusa, más recogida en su diseño y que perteneció a la reina María Cristina, o la Cartier de estilo Art Déco, todas pertenecientes al lote de las joyas de pasar. La infanta Cristina los escogió para su boda con Iñaki Urdangarín. Fue un préstamo de su madre, la reina emérita
El origen del collar de chatones de la reina Letizia
El collar de chatones es también una de las «joyas de pasar» que más admiración despierta, por el tamaño y el brillo de sus diamantes. Comenzó siendo una pequeña gargantilla de estilo «rivière» –una hilera de diamantes que suelen ser del mismo tamaño– , muy de moda en el siglo XIX, obra de la Joyería Ansorena, de Madrid.
En su origen, la pieza constaba de 30 diamantes de 90 quilates cada uno, montados «a la rusa» o en chatones, de ahí su nombre: se engastan en una pieza de platino y van sujetos con unas diminutas «garras», lo que hace que el engaste casi parezca invisible, dejando al descubierto todo el brillo y la pureza del diamante.
Este collar fue un regalo del rey Alfonso XIII a su prometida, la princesa
Victoria Eugenia de Battenberg,
en 1906, por su boda. Con cada una de las piedras que el rey le fue regalando a su esposa, el collar llegó hasta la cintura –lo que se conoce como «sautoir», muy a la moda en la Belle Époque– y se podía lucir también en dos vueltas. Los pendientes se confeccionaron posteriormente, con el mismo engaste, a juego.
Con los años, la reina Victoria Eugenia
dividió el collar e incluyó el más largo, de 30 diamantes, que fue el que Victoria Eugenia usó en su boda, en el lote de las «joyas de pasar». Es el que ha utilizado habitualmente la reina Sofía. El collar de chatones más pequeño, con 27 piedras, fue a parar a su hijo menor, el infante don Jaime.
Este collar fue subastado en 1977 por la viuda de don Jaime, la actriz Charlotte Tiedemann, y posteriormente su comprador se lo regaló a la Casa Real y parece que es el que suele utilizar la reina Letizia. La reina Victoria los lucía juntos, como hizo en la cena previa a la boda de la infanta Pilar, celebrada en Lisboa el 4 de mayo de 1967.