miércoles, marzo 12, 2025
Cuba

Circo sin pan, pero con represión, en el mes de la mujer


LA HABANA, Cuba. – Con un acto de “reafirmación revolucionaria” inició la semana el municipio de Río Cauto, provincia de Granma, donde a inicios de mes una mujer fue arrestada con violencia y detenida durante tres días por haber salido en solitario, sin convocar a nadie, a protestar contra el hambre y el desamparo estatal en que viven miles de cubanos.

Mayelín Carrasco Álvarez, de 47 años y madre de tres hijos, cuestionó pacíficamente la vigencia de la Revolución en un panorama marcado por la imposibilidad de acceder a productos básicos, una crisis energética sin solución y el aumento de la desigualdad y la indigencia gracias a las medidas económicas tomadas por el Partido Comunista de Cuba (PCC) desde 2021, entre ellas el ordenamiento monetario y el avance de la dolarización, una medida abusiva y excluyente que profundiza la brecha entre quienes pueden contar con remesas y los que dependen de salarios y pensiones en moneda nacional.

El arresto de Mayelín avivó la solidaridad de los pobladores, que tomaron las calles para exigir su liberación ante funcionarias del Partido en la provincia, quienes les echaron en cara que, gracias a la Revolución, Río Cauto tiene corriente eléctrica, entiéndase una o dos horas diarias en la presente coyuntura energética, que dura ya más de un año. Después de diluida la protesta, las autoridades prepararon el habitual montaje para demostrar que, a pesar de la crisis, todo está bien y el pueblo riocautense sigue apoyando el proceso revolucionario. Para no dejar dudas sobre la vuelta a la tranquilidad no podía faltar la “feria de alimentos” que, en esta ocasión, solo trajo arroz y chícharos, sin música por falta de fluido eléctrico, ni pipa de cerveza. Cada vez hay menos pan para animar el circo.

El periódico local La Demajagua publicó una foto en la que figura Mayelín Carrasco flanqueada por Yudelkis Ortiz, secretaria del PCC en Granma, y Yanetsy Terry Gutiérrez, gobernadora de la provincia. En el centro de la imagen se ve a la mujer encogida entre sus represoras, con una sonrisa fingida que no puede ocultar el cansancio supremo de la lucha diaria, interminable, por no morirse de hambre. Sobre su mano, en un gesto tan falso como elocuente, se ve la mano de la funcionaria en un intento por convencer a los lectores de que hubo diálogo y entendimiento, a pesar del arresto que jamás debió haberse producido.

La declaración oficial que acompaña la foto es otra prueba de cómo y hasta qué punto el régimen manipula y coacciona a las mujeres cubanas, chantajeándolas con lo más sagrado: sus hijos. La empatía presuntamente demostrada por Ortiz procura disfrazar, sin éxito, una amenaza, pues decirle a una madre que la consecuencia de su protesta puede perjudicar a sus hijos revela una actitud que se halla en las antípodas de la compasión y la comprensión. A Mayelín Carrasco Álvarez le leyeron la cartilla para que se esté quieta, porque con las recientes excarcelaciones ha quedado espacio para nuevas presas políticas encausadas por delitos comunes.

Exigir gratitud a la Revolución se ha convertido en un recurso para los funcionarios enviados a aplacar el descontento popular. Profundamente ignorantes o deliberadamente maliciosos, falta poco para que aseguren en público que Cuba saltó del Paleolítico al 1 de enero de 1959, que aquí no había nada antes de la llegada de Fidel Castro. Pero incluso si fuera cierto que Río Cauto era un páramo antes de esa fecha, eso no les da derecho a olvidar que la Revolución, en tanto proyecto social, tenía como propósito el bienestar de todos los cubanos, en especial de lo más desfavorecidos.

Lo que en principio fue concebido como un proceso para alcanzar un nivel de vida superior, ha terminado convertido en arma y escudo de la clase política para atacar y defenderse de ciudadanos que exigen derechos elementales. No ha existido nunca un ideal político y social más ultrajado que el de la Revolución Cubana, hoy reducida a deprimentes actos de “reafirmación patriótica” carentes de espíritu y sentido, que ni siquiera pueden presumir de la asistencia multitudinaria de otras épocas.

Mayelín Carrasco Álvarez está de regreso con sus hijos en la misma vida miserable que la llevó a protestar. Yudelkis Ortiz conserva el cargo que le permite vivir con un poco más de holgura mientras probablemente espera su momento de abandonar la Isla, en silencio, como lo han hecho tantos otros represores que hoy piden asilo político en Estados Unidos. El pueblo de Río Cauto logró el propósito por el cual tomó las calles y no es poca cosa, porque se necesita valor y humanidad para disputarle una compatriota a los esbirros, y se necesita un mínimo de conciencia cívica para entender que la impunidad de ese arresto atentaba contra el derecho de los cubanos a exigir una vida digna. El día que no haya otra finalidad que sacar del poder a quienes nos tratan como animales, la vuelta a casa tendrá sabor a libertad.



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