Carlos Ramiro Martínez, canciller de Guatemala: “Estados Unidos ve en nosotros a un Gobierno con el que puede trabajar”
Han sido días de vértigo en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala. Su ministro, el carismático diplomático Carlos Ramiro Martínez (Ciudad de Guatemala, 66 años) ha estado al frente por parte de su Gobierno de la operación que terminó exitosamente con el envío a su país de más de un centenar de presos políticos detenidos injustamente por el régimen que lideran Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en Nicaragua. Todo comenzó hace ya diez días, cuando una sorpresiva comunicación de la Embajada de Estados Unidos pidió a la diplomacia guatemalteca una reunión con el presidente Bernardo Arévalo. En ese encuentro dejaron caer la bomba y, dice Martínez, el mandatario no dudó ni un momento en aceptar. ¿Qué ganaba Guatemala a cambio? Martínez dice que nada, que lo han hecho por “solidaridad”. Lo cierto es que el presidente Arévalo se ha granjeado la admiración internacional por un gesto humanitario que descarna las barbaridades de la cacería desatada por Ortega contra las voces críticas en su país. Martínez recibe a EL PAÍS un día después de la llegada de los nicaragüenses. Lo hace en su oficina, un amplio despacho bien iluminado el en laberíntico edificio de la Cancillería, y cuenta con mucha generosidad de tiempo los pormenores de una operación que ha llevado a la libertad a quienes habían sido apresados y condenados por expresar sus opiniones o disentir del Estado de terror nicaragüense.
Pregunta. ¿Cómo se involucra Guatemala en este proceso? ¿Cómo fue el acuerdo con Estados Unidos para recibir estas personas?
Respuesta. Hay un proceso del que no conozco los detalles, que es el previo de las negociaciones de Estados Unidos con el Gobierno nicaragüense. Me imagino que es un proceso constante y que les consumió bastante tiempo, porque no debe ser fácil convencer al presidente y a la vicepresidenta. Nosotros hace ocho o diez días fuimos contactados por la Embajada de los Estados Unidos en Guatemala, incluso solicitaron una reunión con carácter especial para que el presidente los recibiera. Lo que hicieron ahí fue explicarnos los antecedentes de esa negociación, la necesidad que tenían de buscar un país que bajo ciertas circunstancias de apertura, un país presto acoger a estos ciudadanos nicaragüenses, se ofreciera como tal.
P. ¿Por qué escogieron Guatemala? ¿Qué explicación les dieron?
R. La explicación es que tenía que haber un acuerdo con el Gobierno nicaragüense de adónde debían ir estas personas. No dudo que en el camino habrán surgido otros países, pero el país que fue aceptado fue Guatemala y es parte de ese proceso de negociación. En el caso nuestro, el Gobierno ha sido muy claro en ser abierto, por su apuesta con la democracia y mire usted si nos ha costado. La reacción fue inmediata. No dijimos ‘lo vamos a pensar’, sino que el presidente entendió perfectamente la situación y la necesidad de esta acción.
P. ¿Quiénes participaron en esa reunión de parte de Estados Unidos?
R. Estaban los funcionarios altos de la Embajada con un encargo muy particular del Departamento de Estado. El mismo secretario Antony Blinken habló con el presidente Arévalo. Era un tema de interés fundamental para Estados Unidos. En esa reunión fue que el presidente tomó la decisión inmediatamente y al minuto siguiente empezamos a trabajar toda la coordinación.
P. ¿Cómo fue esa reunión? ¿Qué temas específicos trataron?
R. Nos hicieron una descripción de esa negociación que habían tenidio, sin entrar en los detalles, que no los conozco, pero si los tuviera créanme que se los compartiría. Después explicaron cómo llegaron a que fuera Guatemala, con base en ese acuerdo con Nicaragua, e hicieron un pedido concreto de que si podíamos actuar para acoger a estas personas. El proceso que inicia es de coordinación ya no solo con la embajada, sino con otras instituciones guatemaltecas, ACNUR, OIM y UNICEF, por el tema de los menores.
P. ¿Usted como encargado de la política exterior del Gobierno de Guatemala llegó a tener contacto con el Ejecutivo nicaragüense?
R. No. De hecho ya la negociación había concluido entre Nicaragua y Estados Unidos y por eso es que ya se acercaron a nosotros. Lo que quedó por parte de las autoridades estadounidenses y la embajada en Managua fue ultimar los detalles. Nosotros comenzamos toda esa coordinación, todos los detalles y no se comunicó a nadie. Esto lo manejamos estrictamente las personas que estábamos tanto en esa reunión como el director de Migración. La parte de comunicación la empezamos a coordinar entre el Departamento de Estado, la embajada estadounidense, nosotros y la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia para estar atentos a eso que iba a ser una noticia de primera plana, explosiva.
P. ¿Cómo fue el viaje de estas personas a Guatemala?
R. Venía gente nuestra en el vuelo acompañándolos. Describen un momento muy emotivo en el aterrizaje. Entró el viceministro de Relaciones Exteriores a darles la bienvenida, a recibirlos en nombre del Gobierno y del Estado guatemalteco. Fue un momento de mucha emotividad, las reacciones son diversas. Hubo abrazos, alegrías, cantos. La gente venía obviamente con los temores usuales después de quién sabe cuántos días, semanas o meses de detención, pero fue una explosión, la gente gritó ‘¡Viva Guatemala!’ ‘¡Viva Estados Unidos!’ Hubo quienes bajaron y besaron el suelo. Fue algo muy especial.
P. Cuando liberaron hace un año a 222 presos políticos, Estados Unidos los envío directamente a Washington, ¿por qué cree que se decidieron ahora por otro país?
R. Tal vez prefirieron pasar por Guatemala porque nosotros tenemos con Estados Unidos un programa de movilidad segura, que no es el del tercer país seguro. Ese programa acoge a nacionales de los cuatro países miembros del CA-4 [Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua] y, aunque estos nicaragüenses pueden entrar libremente al territorio, se les dio un estatuto migratorio humanitario para que tuvieran esa cobertura y ese estatus fuera parte del proceso en el que están involucrados. Ellos tienen la posibilidad de ir a terceros países e incluso, si lo desean, pueden quedarse en Guatemala.
P. ¿Les ofrecería el Gobierno la nacionalidad en caso de que la pidieran?
R. Aquí hay una particularidad, porque con el caso de los presos liberados anteriormente, el Gobierno de Nicaragua publicó las listas de los nombres y les retiró la nacionalidad. Hasta ahora no tenemos noticias de que lo hayan hecho con estas personas. Ellos mantienen su nacionalidad y evidentemente hay que documentarlos. Hay aquí una sección consular de la embajada de Nicaragua, porque no hay embajador, y asumo que parte de este trámite lo manejará ACNUR.
P. ¿No se ha involucrado la embajada o el consulado de Nicaragua acá en este proceso?
R. No le sabría decir. A lo mejor ACNUR entró en contacto con ellos. Algunos de ellos no tendrán un documento de nada. Lo que sí tenemos es una lista, con nombres, con una referencia de identificación de cada persona, pero no se hace pública.
P. Hay críticas al hecho de que las autoridades de Guatemala y Estados Unidos no han publicado los nombres de los liberados.
R. Lo entiendo perfectamente. Imaginemos la situación de las familias que saben que su familiar está detenido y que quieren saber si es uno de estos, pero la vez pasada fue Nicaragua que soltó la lista. Entiendo, pero habría que preguntárselo directamente a los funcionarios de la Embajada, que Estados Unidos tiene cierta reserva legal respecto a los nombres, por el proceso en el que van a estar involucradas estas personas, asumiendo también que la mayor parte desea ir a Estados Unidos. A mí particularmente me apena esta situación, porque sí creo en el derecho de las familias a conocer si sus parientes están o no liberados. Nos hubiera ayudado mucho que Nicaragua diera a conocer los nombres.
P. ¿Cree que puede haber tensiones con el Gobierno de Nicaragua por esta decisión de acoger a estas personas?
R. Yo esperaría que no. Hay una situación muy particular en nuestra región, somos vasos comunicantes, hay una red muy grande de comercio e inversión y eso va más allá de la política, por suerte. Yo no esperaría una reacción. Por supuesto que estoy pendiente de ver si el nuevo canciller de Nicaragua emite algún comentario sobre esto. Seguramente lo hará y seguramente no nos agradará, pero es parte del juego político.
P. ¿Cómo son las relaciones con el régimen nicaragüense?
R. Hasta febrero se empezó a especular y salió a nivel de titulares que íbamos a romper relaciones diplomáticas con Nicaragua. Yo lo que hice fue llamar al ministro Denis Moncada, que era el que estaba hasta hace poco de canciller, y dije: ‘Mira, los titulares de prensa no son el reflejo de lo que seguramente desean ustedes ni nosotros’. La relación se mantiene, hay diferencias de visión de las cosas. Ellos estaban un poco molestos porque no fueron invitados a la transmisión de mando del presidente Arévalo, evidentemente eso fue un mensaje muy claro y muy directo. Incluso cerraron la Embajada de Nicaragua en diciembre cuando ya sabían que todo el mundo tenía su invitación en la mano.
P. Toda una declaración de intenciones no haberlos invitado.
R. Por supuesto. Fue una señal clara, en eso no nos perdamos.
P. ¿Cuál es la posición oficial de Guatemala sobre lo que ocurre en Nicaragua? Hay denuncias de serias violaciones a los derechos humanos.
R. Es una situación que nos preocupa y grandemente. Este Gobierno ha regido su actuación en medio de un marco de compromiso con la democracia, y la democracia no son solo las elecciones, sino un escenario de espacios, de libertades y de apertura que no se tiene en Nicaragua. Lo vemos con preocupación, hay presos políticos, hay una situación de persecución a los liderazgos que emergen, una persecución a todos los sectores, hay desaparecidos y en eso, tristemente, Guatemala tiene mucho que decir. Aquí hemos vivido épocas totalmente obscuras.
P. ¿Calificaría como dictadura al régimen de Nicaragua?
R. Regresamos al tema de la democracia: qué es la democracia, tratemos de definirla y comparémosla con lo que sucede en Nicaragua. La conclusión es obvia.
P. Estados Unidos ha dicho que Guatemala es su gran socio en Centroamérica. ¿Qué gana Guatemala con esta acción, qué espera recibir de Washington?
R. Nada. Créeme que mi respuesta es honesta: lo hicimos con un ánimo humanitario, un ánimo de hermandad hacia vecinos centroamericanos. ¿Por qué vino Estados Unidos a Guatemala? Pues puede ser que ven en Guatemala un escenario de un Gobierno con el que se puede trabajar, un Gobierno al que es obvio que Estados Unidos le está apostando.