Cuba se hunde en la oscuridad con más hambre, represión y crisis sanitaria
LA HABANA, Cuba. – Mientras escribo estas líneas, llevo 73 horas sin servicio eléctrico. He tenido que cargar el ordenador y el teléfono en la casa de un amigo que vive próximo a una embajada y, por ello, le han puesto la corriente durante algunas horas durante estos tres días. Ya casi se me echan a perder los alimentos y se me agota el agua (sin corriente, no se puede encender el motor que abastece los tanques elevados). Pero mi situación no es la más crítica, “hay gente que está peor”, solemos decir los cubanos para alentarnos en momentos de mayor crisis y como una suerte de “no te quejes, pudieras estar peor”. Así es el aguante de algunos.
En la localidad de Antilla, Holguín, llevan más de 100 horas sin servicio eléctrico; en la provincia de Camagüey, más de 80; en Guanajay, provincia de Artemisa, hasta la mañana del lunes contaban otras 100 horas.
“La gente cocina con leña o con lo que encuentra. Los que no tienen comida o se les ha echado a perder, hacen largas colas para comprar pizzas y espaguetis en una cafetería que tiene planta eléctrica. El pan hace rato que no aparece”, comentó un ciudadano residente en Guanajay y que solicitó el anonimato porque en Cuba puede considerarse un delito dar declaraciones a la prensa no acreditada.
Agua de la cisterna
Desde Camagüey, el colega José Luis Tan Estrada me escribió: “Estoy cocinando con carbón lo poco que queda como si no hubiera un mañana porque todo se está echado a perder. No hay gas licuado para cocinar y estoy ahorrando el agua de la cisterna”.
En la provincia de Guantánamo, que ya está teniendo afectaciones extras por el huracán Oscar, no solo carecen de corriente y gas licuado sino también de comida. Hace dos días, las autoridades hicieron una feria para vender leña (recortes de madera) y plátanos. Una familia con la que tuve contacto en ese extremo del país relató que ese día comió solamente el plátano hervido con la leña.
En Placetas, Villa Clara, han restablecido el servicio eléctrico por unas pocas horas que “no alcanzan para nada”, aseguró Bárbara Isaac, madre de dos presas políticas de las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021.
“Gracias a Dios nos queda un poquito de gas (en un cilindro pequeño), estamos buscando para comprar más y no aparece, dicen que subió el precio, de 8.000 (24 euros) a 15.000 pesos (44 euros). Apenas hay nada que comprar para comer en el día por los apagones, la gente se faja por los sacos de carbón, que ya están a 1.400 y 1.600 pesos (alrededor de 5 euros). Bueno todo un desastre, y la gente callada”, refirió.
Caceroladas
También existen individuos que, sacando provecho de su privilegiado acceso a la electricidad, promocionan en redes sociales la recarga de celulares a 200 pesos la hora (aproximadamente 0,60 euros). Hace dos días se colmó mi paciencia. Cogí un caldero y una cuchara y, desde la azotea de mi casa, comencé a sonarlo con todas mis fuerzas. En Cuba, los llamados cacerolazos son una forma de protesta durante las horas más oscuras de apagón. Solo un vecino se sumó, muy bajito y por pocos minutos. Al rato sonó otra y después otra cazuela a lo lejos. Un vecino, como justificándose por su cobardía, me dijo: “Es que la gente tiene mucho miedo”.
“Por eso estamos como estamos, por eso nos meten tantas horas de apagón, porque la gente aguanta callada”, le respondí. Han transcurrido más de 30 horas desde ese cacerolazo solitario y seguimos sin corriente.
La valentía no es ausencia de miedo, sino la capacidad de vencerlo. Yo también tengo miedo, porque hay ahora mismo cientos de personas presas o han sido brutalmente golpeadas por esta simple forma de protesta: cacerolazos. Hay decenas de militares en las calles, uniformados y vestidos de civil. El régimen teme un estallido similar al del 11J y otros tantos que se han sucedido desde entonces cuyos detonantes fueron, fundamentalmente, los apagones. El más reciente y masivo ocurrió hace apenas cinco meses.
Pero esta vez, como nunca antes, el apagón es generalizado. Las pocas horas de electricidad ―y en ciertas zonas― se logran a partir de grupos electrógenos o en momentos de sincronización que fallan a las pocas horas. La sincronización nacional de las termoeléctricas ha fracasado tres veces en menos de tres días. Menos de la mitad de la población ha tenido acceso al servicio eléctrico.
Ya comienzan algunos cubanos a vencer el miedo y se han sucedido algunas protestas pacíficas. La gente aprovecha la oscuridad de la noche para evitar la represión, incluso algunos jóvenes se ponen pañuelos o pulóveres en las cabezas para tapar sus rostros y evitar la identificación por parte de las autoridades y, de esta forma, la detención y encarcelamiento.
Las manifestaciones se han concentrado principalmente en las provincias de La Habana y Santiago de Cuba. Junto a los cacerolazos se han escuchado frases como “Díaz-Canel singao” y “Abajo la dictadura”.
Miguel Díaz-Canel, en uniforme verde olivo propio de los militares, compareció en la televisión nacional para recordar ―indirectamente― que dio la orden de combate contra manifestantes pacíficos el 11J, considerados como delincuentes comunes.
“No vamos a aceptar ni vamos a permitir que nadie actúe provocando hechos vandálicos y mucho menos alterando la tranquilidad ciudadana de nuestro pueblo. Esa es una convicción y un principio de nuestra Revolución”, afirmó el mandatario y primer secretario del Partido Comunista de Cuba.
También el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, se refirió a los participantes de las protestas como “indecentes” y “el cobarde que no razona y el que se vende”; también calificó las manifestaciones como “incidentes mínimos”.
Emergencia energética
Los hospitales se han mantenido funcionando gracias a los grupos electrógenos pero, tras tantas horas trabajando, algunos han fallado. El sábado colapsó el Hospital Pediátrico Universitario Borrás-Marfán, de La Habana. Una vecina relató a ABC cómo en la madrugada debieron sacar en ambulancia dos casos de niños graves.
La situación es crítica, aunque las autoridades no lo reconozcan y traten de mantener las expectativas. El domingo, por segunda ocasión en menos de una semana, volvieron a suspender las actividades administrativas y docentes por al menos los tres días siguientes, lo que indica una prolongación de la emergencia energética y la paralización del país, con excepción del municipio especial Isla de la Juventud, el que, por su condición geográfica, tiene su propia termoeléctrica. En medio del peor desastre energético de Cuba debido a la falta de combustibles y a la obsoleta infraestructura del régimen, sin agua, sin comida, sin corriente, la resistencia de los cubanos está a prueba.
“Me acaba de llegar la corriente. Voy corriendo a cargar todo y a conectar el refrigerador. Pueden quitarla en cualquier momento”.
*Este artículo apareció publicado originalmente en el diario español ABC.