martes, octubre 7, 2025
Cuba

«El arte tiene que tener fuerza y alma» 


LA HABANA, Cuba. – Un reencuentro con mi amigo el pintor y fotógrafo Rogelio López Marín (Gory) que imaginé en una crónica que escribí hace 20 años, se hizo realidad en diciembre de 2015 cuando, durante mi primera visita a Miami, tuve el inmenso placer de asistir a la inauguración, en la galería Aluna Art Foundation, de la retrospectiva por los 40 años (1975-2015) de carrera artística de Gory.

Para más dicha, mi libro Los tigres de Dire Dawa fue presentado unos días después, también en Aluna Art Foundation, con las obras de Gory como telón de fondo (por supuesto que allí estaba la foto de John Lennon con las palmas reales y la tuba que perteneció a su abuelo). 

Después de aquel reencuentro, hemos seguido en contacto, y así he podido alegrarme de los triunfos en la música de su hijo Adrián, y acompañarlo en su dolor por el fallecimiento, hace varios años, de su esposa, la poetisa Lucía Ballester.

Hace unos días al fin conseguí que Gory venciera su habitual modestia, hiciera un alto en sus ocupaciones y accediera a responder este cuestionario para CubaNet.

Una de las fotografías de la serie Moonlight Serenade, de Gory Una de las fotografías de la serie Moonlight Serenade, de Gory
Una de las fotografías de la serie Moonlight Serenade, de Gory (Insularis Magazine)

―Has dicho que cuando eras adolescente, antes que decidieras dedicarte a la pintura y la fotografía, querías ser músico, y que no lo fuiste porque tenías muy mal oído musical. No me parece que sea así. ¿Qué crees?  

―Siempre fui un apasionado de la música. A los ocho años ingresé en una escuela de música, o más exactamente, asistí por una semana. Tiempo suficiente para recibir un sabio consejo de un profesor que me instó a buscar otra cosa que pudiera interesarme fuera de la música, basándose en mi espantoso oído melódico y rítmico. Eso me abrió los ojos, pero al mismo tiempo los oídos para escuchar la música sin prejuicios técnicos, de igual manera que disfruto de una pintura o una fotografía (por lo que transmite la imagen, no por el virtuosismo técnico o por una historia que te inventan los teóricos del arte). El arte no solo es técnica, tiene que tener fuerza y alma. Con los años he descubierto que el oído para escuchar es independiente del oído musical y que ambos requieren diferentes tipos de entrenamiento.

―Tu mamá, Thelvia Marín, era pintora, escultora y escritora. ¿Cómo influyó en ti? 

―El entorno familiar es determinante. Para mí fue una bendición crecer en un hogar estable, con padres cultos, sensibles, amantes de las artes. Mi madre era una artista multidisciplinaria con la que aprendía diariamente, no solo de la vida sino del arte. Era el apoyo absoluto para lo que decidiéramos hacer cualquiera de los tres hermanos. Tener una niñez en la que el estudio de pintura y escultura de tu mamá era el lugar donde jugabas con pinceles, pinturas, barro, yeso; en la que muchos de los paseos fueran a museos, teatros y conciertos y en la que pasaras horas escuchando música con tus padres en un equipo de audio decente era mucho más de lo que se podía pedir en medio de la destrucción absoluta de un país.

Mind Games, de 1981. Obra de GoryMind Games, de 1981. Obra de Gory
Mind Games, de 1981. Obra de Gory (Aluna Art Foundation)

―En la década de 1980 fuiste uno de los artistas más importantes de la plástica cubana. En 1981, tú y Flavio Garciandía, José Bedia, Tomás Sánchez y otros siete jóvenes artistas marcaron un nuevo rumbo con la exposición Volumen I, pero la ruptura con los cánones estéticos institucionales disgustó a los comisarios culturales castristas y los acusaron de “diversionismo ideológico” y de ser “extranjerizantes”. Cuéntanos de aquellos tiempos.

―Sobre esas viejas historias se ha escrito mucho. En torno a ellas se han construido mitos, fábulas e historias inexactas. Fue una época en la que nos divertimos mucho con lo que después etiquetaron como “diversionismo” en lugar de diversión. Fue algo que simplemente pasó y los dogmas y la censura de la época ayudaron a convertirlo en un acontecimiento. Quizás fue una suerte en medio de la desgracia. Un sorbo de agua en el desierto… 

El periodista y escritor Luis Cino (segundo de izquierda a derecha), el fotógrafo Pedro Portal (tercero) y Gory (cuarto), junto a dos amigos, en Miami El periodista y escritor Luis Cino (segundo de izquierda a derecha), el fotógrafo Pedro Portal (tercero) y Gory (cuarto), junto a dos amigos, en Miami
El periodista y escritor Luis Cino (segundo de izquierda a derecha), el fotógrafo Pedro Portal (tercero) y Gory (cuarto), junto a dos amigos, en Miami (Foto: Cortesía)

―¿Cómo te sientes más cómodo, como pintor o como fotógrafo?

―Mi pasión por la fotografía data de la misma época de la pasión por la música, de la infancia. Pasaba horas en casa de mi abuelo paterno (médico de profesión y gran aficionado a la fotografía) acompañándolo en el cuarto oscuro mientras revelaba fotos u hojeando su colección de revistas Popular Photography. Con la pintura, siempre partí del modelo fotográfico y de fotomontajes con los que construía ideas que llevaba a la pintura. Graduado de la escuela de pintura, se me impidió trabajar por ser catalogado de “diversionista ideológico”, título honorario que trato de ejercer hasta hoy. Gracias a un gran amigo, Aldo Menéndez, que logró insertarse en la revista del Ministerio de Cultura como fotógrafo, aprendí ese oficio y pasé a esa categoría. A partir de ese momento, los del gremio de la fotografía me consideraban pintor y los del gremio de los pintores me consideraban fotógrafo. He trabajado mucho en las dos disciplinas sin considerarlas excluyentes, sino complementarias.    

―¿Qué razones te llevaron al exilio? ¿Te pesa haber tomado esa decisión? 

―Las razones que llevaron al destierro a millones de cubanos persisten desde que yo tenía cinco años y ya tengo 72. ¿Cómo alguien podría arrepentirse de haber podido escapar de una condena de indignidad y miseria de más de seis décadas? 

―¿Cómo ha sido tu labor artística en el exilio?

―Haber podido sobrevivir en el exilio con una familia haciendo lo que siempre hice es el logro más importante. Si sumas a eso que mi trabajo ha sido incluido en las colecciones de múltiples museos estadounidenses y haber recibido reconocimiento por mi obra, diría que todo fue bien.

―A través de tu hijo Adrián, que es músico y compositor, has materializado tus sueños en la música. Pero para eso has tenido que pausar tu carrera en la plástica y convertirte en el productor de sus discos. ¿Te pesa? 

―El desarrollo de mi oído audiófilo me abrió la puerta para acercarme a la música desde otro ángulo, lo que me ha permitido grabar, mezclar y producir la música de Adrián. Eso es lo que yo realmente quería hacer sin saberlo. ¡Qué mayor satisfacción que participar en la fabricación de rock hecho en casa con mi hijo! Un verdadero sueño hecho realidad para alguien que sufrió la censura y la prohibición de la música que adoraba… Claro que no me pesa. He tenido la suerte en distintas etapas de mi vida de haber podido priorizar actividades consecuentemente sin que esto implique abandono. He vivido de la fotografía y de la pintura. Ahora tengo la suerte de vivir la música de mi hijo y eso es más importante que vivir de…

―Resides en Miami desde 1991. Has advertido que no vendrás a Cuba ni expondrás aquí mientras perdure el régimen que motivó tu exilio. ¿Sigues pensando así?       

―Sí. El mal se perpetuó.



Source link

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *