El Bosque de Agua en peligro: uno de los grandes desafíos del sexenio de Sheinbaum contra la escasez
Para el biólogo Marco Antonio Castro Martínez, director de la Región Centro y Eje Neovolcánico de la Conanp, a pesar del crecimiento urbano y las presiones sociales, “las 21 áreas naturales protegidas que conforman el Bosque de Agua se encuentran en un estado de conservación óptimo y deseable y, a pesar de todas las presiones, siguen brindando todos los servicios ecológicos para lo cual fueron creadas”, comentó en entrevista para WIRED en Español.
La inspección y vigilancia es una parte esencial para detener la deforestación, la tala ilegal y los ilícitos ambientales que se dan en la zona; sin embargo, comenta que también les interesa fortalecer el combate al fuego, evitar el cambio de uso de suelo y la extracción de tierra, restaurar y dar acompañamiento para el desarrollo productivo y la comercialización de productos derivados del bosque.
“La propuesta del gobierno actual es la creación de corredores bioculturales que generen identidad, apropiación y permanencia; se busca la conexión, compaginar todos los esfuerzos, tanto de la parte gubernamental, como de las comunidades y sociedad civil; lo fundamental es la coordinación. Entonces, ahorita hay un lenguaje, un objetivo y un recurso común y transversal que es el agua”, señaló el funcionario de la Conanp.
A partir de 2020, varias ANPs comenzaron a desarrollar este enfoque de conectividad y bioculturalidad. Tal es el caso del Corredor Biocultural del Centro Occidente, que integra ocho estados (Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí y Zacatecas); el Corredor Biológico del Jaguar ‘Báalam Beh’, que conecta cuatro ANPs de Campeche; el Corredor Biocultural Montaña Baja y Cañada de Guerrero, una alianza de 12 núcleos agrarios; el Corredor Biocultural Estuarino en Sonora y Sinaloa, formado por seis sitios Ramsar para la conservación de ballenas, delfines, lobos marinos, tortugas y flora del manglar; y el Corredor Biocultural del Manatí, en Quintana Roo.
Con poco más de 16 años de trabajo en los territorios, investigadores, comunidades, organizaciones sociales y gobiernos locales han logrado el establecimiento de estos esquemas que, como señala el antropólogo Eckart Boege en su obra El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México (2008), “son estratégicos para países megadiversos como México, y esenciales para la conservación y el desarrollo sustentable alrededor de los pueblos indígenas”.
“La idea de los corredores bioculturales no nos es tan desagradable, sin embargo, no existen como tal en la ley. Tendrá que generarse bien, con todo y sus reglas, porque actualmente las reglas son restrictivas para que las comunidades hagan uso de los recursos de los cuales históricamente han hecho un aprovechamiento ecológico,” comentó en entrevista la ingeniera forestal Lucero González García, originaria del pueblo de San Juan Atzingo, en el municipio de Ocuilan, y quien participó como testigo en la firma de la alianza para proteger el Bosque de Agua.
Tiene razón, a nivel federal se tiene que promover una reforma para que el artículo 46 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) incluya a los corredores bioculturales como categoría de protección. Luego se tienen que abrogar los decretos de las ANPs existentes en la zona y publicar la nueva declaratoria en el Diario Oficial de la Federación, tareas institucionales que, por el momento, sí están siendo consideradas en el gobierno federal.