El dolor crónico puede controlarse; basta con reeducar el cerebro
Aprender a procesar emociones podría ayudar a controlar el dolor crónico. Un estudio coordinado por investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur y el Neuroscience Research Australia (NeuRA, por sus siglas en inglés) da nuevas esperanzas a quienes sufren dolor. De acuerdo con el estudio, reeducar el cerebro para potenciar las emociones positivas y disminuir las negativas podría ser una terapia eficaz para reducir la intensidad del dolor persistente y duradero.
«Al cambiar la forma en que gestionamos las emociones, es posible cambiar la propia experiencia del dolor. Esto representa no solo un alivio temporal, sino una posible mejora a largo plazo de la calidad de vida de quienes sufren dolor crónico», explicó Sylvia Gustin, autora principal del estudio. La investigación acaba de publicarse en la revista JAMA Network Open.
¿En qué consistió el estudio?
Para entender cómo puede afectar la regulación de las emociones al dolor crónico, los investigadores realizaron un ensayo clínico controlado y aleatorizado con 89 participantes de entre 26 y 77 años, todos ellos aquejados de dolor crónico. A continuación, los dividieron en dos grupos: la mitad de los pacientes siguió los tratamientos habituales, mientras que a la otra mitad se le ofreció un programa en línea llamado «Terapia del dolor y las emociones», consistente en ocho sesiones grupales dirigidas por un terapeuta a través de videoconferencia, un manual informativo y una app. El objetivo era reeducar el cerebro de los pacientes para procesar las emociones con mayor facilidad, mejorando su capacidad para amortiguar las emociones negativas y potenciar las positivas.
Luego de nueve semanas y seis meses desde el inicio del estudio, los investigadores evaluaron a todos los participantes y comprobaron que quienes seguían el programa mostraban menor intensidad del dolor, mejor regulación emocional y mejor calidad del sueño, en comparación con los pacientes del grupo de control. «Esto demuestra no solo una mejora clínica, sino una mejora que marca una diferencia significativa en la vida diaria de los enfermos», comentó Gustin.
De acuerdo con los investigadores, el dolor crónico no es solo sensorial, sino que también está relacionado con el estado emocional de los pacientes. «Un factor clave en la progresión de la enfermedad es la incapacidad para regular las emociones negativas. Esto se ve comprometido por el impacto del dolor persistente en los circuitos emocionales del cerebro», indica Gustin. De hecho, muchos de los pacientes que participaron en el estudio informaron que su dolor empeoraba significativamente durante los periodos de estrés, en un círculo vicioso.
En 2021, un estudio ya había demostrado un cambio en el cerebro causado por el dolor crónico: concretamente, la disminución de un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA) en la corteza prefrontal, una zona encargada de controlar las emociones. «Investigaciones anteriores nos muestran que el cerebro puede entrenarse para identificar y regular las emociones negativas», añade la experta. Con este estudio, podemos ver que la activación de las habilidades de regulación emocional puede reducir la intensidad del dolor y mejorar otros factores como la depresión, la ansiedad y los trastornos del sueño.
Una esperanza para tu dolor de rodilla
Aunque los resultados son alentadores y exponen el profundo vínculo entre la salud emocional y el bienestar físico, se trata de un estudio pequeño, y será necesario seguir investigando para confirmar estos datos. No obstante, si el programa resulta eficaz en un mayor número de personas, podría representar un gran avance para el 20 al 30% de la población mundial que padece dolor crónico. Además, el programa puede impartirse a distancia y en línea, lo que significa que podría llegar a pacientes de zonas remotas y mejorar potencialmente la calidad de vida de más personas.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.