viernes, abril 18, 2025
Ciencia y Salud

El origen de la mayoría de los meteoritos está en tres familias, concluyen tres estudios


Los últimos tiempos han sido muy propicios para las personas aficionadas a la genealogía astronómica. De hecho, hace poco se han dado a conocer los resultados de varios proyectos interesados en desenterrar los orígenes de los meteoritos. Y sus resultados han revelado que las familias de origen de los meteoritos que nos han llovido a lo largo de nuestra historia son, en realidad, bastante reducidas.

Los meteoritos, esos fragmentos de objetos celestes que, tras atravesar nuestra atmósfera, chocan contra el suelo, son objetos verdaderamente misteriosos. De hecho, son ellos la forma más fácil de tener con nosotros algo extraterrestre, y siempre lo han sido, mucho antes de que hiciéramos todo lo posible por traer a la Tierra fragmentos lunares o de asteroides, como ocurrió con las misiones lunares, desde la Apolo hasta la Chang’e 6, o las misiones Osiris-Rex o Hayabusa 2, respectivamente. El estudio de los meteoritos es uno de los métodos más valiosos que tenemos para comprender nuestro sistema solar y su evolución, un estudio a veces fascinante por las historias que giran en torno al descubrimiento y las características de estas muestras espaciales. La búsqueda del origen de los meteoritos se enmarca en este contexto y toma como punto de partida el hecho de que durante mucho tiempo no se supo prácticamente nada sobre ellos.

Cómo estudiar el origen de los meteoritos

De hecho, como señala el Centro Nacional de Investigación Científica de EE UU (CNRS), uno de los protagonistas de las últimas investigaciones sobre el tema, hasta ahora solamente se conocía el origen del 6% de los 70,000 meteoritos que “poseemos”. Y el “árbol genealógico” apuntaba en ese caso a la Luna, el asteroide Vesta y Marte como patria. Pero, ¿cómo rastrear a estos antepasados, es decir, cómo fue posible averiguar de dónde procedían los meteoritos? Es sobre todo una cuestión de química: se compara la composición de las muestras terrestres con la de los cuerpos celestes (por ejemplo, mediante análisis espectroscópicos). Pero no solo eso, la química por sí sola no basta, porque no hay una correspondencia única entre los meteoritos que tenemos aquí en la Tierra y los objetos de ahí fuera, escriben claramente los investigadores que están detrás de los descubrimientos, desde las páginas de Nature, también con este otro artículo, y las de Astronomy & Astrophysics (A&A). Para llegar al fondo de esta empresa se necesitan otros datos, como los relativos a la dinámica de las colisiones entre asteroides, el análisis de las órbitas de estos objetos y la edad de los propios meteoritos, que puede deducirse a partir de valores como la exposición a los rayos cósmicos, según siguen explicando los investigadores.

Unas pocas familias de origen

Procediendo de este modo, los investigadores pudieron rastrear el origen de la mayoría de los meteoritos y los acontecimientos que los habrían generado; colisiones ocurridas hace entre 6 y 40 millones de años. El panorama general sugiere que tres familias de asteroides del cinturón principal originaron la mayoría de los meteoritos: Karin, Koronis y Massalia. El origen de los meteoritos sería atribuible a eventos de colisión y destrucción de cuerpos de más de 30 km de diámetro, pero la lluvia de cuerpos que caen sobre la Tierra procedería en última instancia de asteroides pequeños, producto de colisiones relativamente jóvenes.

Esto, escriben los autores, explicaría también la abundancia que observamos de meteoritos “condritos” ordinarios de tipo H y L, alto y bajo contenido en hierro, respectivamente. Las condritas de tipo L, en particular, se habrían originado en asteroides de la familia Massalia, afirman los investigadores. Sin embargo, los expertos también pudieron rastrear los orígenes de meteoritos menos comunes, como las condritas carbonáceas, en este caso de las familias Veritas, Eos y Polana (esta última, señalan los autores, posiblemente sea la madre de los famosísimos asteroides Ryugu y Bennu, alcanzados por las misiones espaciales japonesa y estadounidense).

El origen del 90% de los meteoritos conocidos (tal vez)

Lo interesante de estas investigaciones, que permitirían explicar de dónde proceden más de cerca del 90% de los meteoritos de la Tierra, es precisamente su origen restringido. Proceden de apenas tres familias de asteroides, y teniendo en cuenta que las familias de asteroides son un conjunto de cuerpos celestes con características orbitales similares que probablemente estén vinculados por nacimiento, es decir, con un origen común, los cuerpos de procedencia de los meteoritos serían pocos, como señala, entre otros, Trevor Ireland, de la Universidad de Queensland, en The Conversation.

Aunque, añade el científico Mikael Granvik, de la Universidad de Helsinki, experto en objetos cercanos a la Tierra (Neo), en un artículo en las mismas páginas de Nature, «el diablo está en los detalles», los de los complejos cálculos y modelos llevados a cabo por los investigadores, que podrían no ser capaces de captar de la forma más adecuada la dinámica que rige la evolución de las colisiones entre asteroides. Nuevas observaciones experimentales, tanto de pequeños asteroides como de meteoritos, podrían quizá apoyar los modelos de los investigadores, según espera Granvik.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.



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