el PIB creció un 2,8% anualizado en el tercer trimestre
La economía de EEUU tras la pandemia es un boxeador al que las agresivas subidas de los tipos de interés y la incertidumbre mundial no han conseguido tender sobre la lona. La primera potencia mundial luce un potente crecimiento justo cuando se adentra en una fase más que delicada: unas elecciones presidenciales que lo pueden cambiar todo, en el país y en el mundo. En el tercer trimestre del año, el producto interior bruto (PIB) de EEUU se expandió un 2,8% anualizado tras hacerlo un 3% en el segundo cuarto, según los datos publicados este miércoles por la Oficina de Análisis Económico (BEA) del Departamento de Comercio de EEUU. Aunque los analistas esperaban un nuevo 3% anualizado, la decepción ha sido mínima y confirma que sigue habiendo recorrido para el relato del aterrizaje suave de la economía americana entre constantes invocaciones a la recesión. Con permiso del informe de empleo de octubre, que se publica este viernes y que suele ser el gran catalizador para los mercados, el dato de PIB refuerza la tesis de que la Reserva Federal se tomará con calma los recortes de los tipos de interés tras su gran y sorpresiva bajada ‘jumbo’ de septiembre.
Si el coche sigue yendo rápido, es porque el motor parece funcionar a la perfección. En el caso de la economía americana, este motor es el consumidor estadounidense, que representa más de dos tercios del PIB. El gasto en consumo personal avanzó un espectacular 3,7% anualizado entre julio y septiembre, la mayor lectura desde principios de 2023. La cifra supera el fuerte 2,8% anualizado del segundo trimestre y da un empujón a los análisis que apuntaban a un desgaste del consumidor. Dentro de esta categoría, el gasto en bienes reflejó un poderoso repunte del 6% anualizado, el doble que entre abril y junio. En el caso de los bienes duraderos, la expansión fue del 8,1% anualizado frente al 5,5% del anterior cuarto.
Otra prueba de la fortaleza de la demanda interna la da otra medida incluida en el informe muy seguida por los economistas y que combina el gasto del consumidor y la inversión empresarial, conocida como ventas finales a compradores nacionales privados, que avanzó un 3,2% anualizado, el mayor repunte este año.
Esta resiliencia del consumidor ha compensando el efecto en el dato de PIB de otras partidas. La volatilidad de las cifras comerciales se ha reflejado en unas exportaciones netas que restaron 0,56 puntos porcentuales a la cifra del 2,8%. Lo cierto es que los minoristas aumentaron las importaciones de bienes de consumo a medida que el trimestre se acercaba a su fin por el temor a la huelga de estibadores. En este marco, los inventarios también restaron 0,17 puntos porcentuales.
La inversión fija no residencial creció un 3,3% anualizado, la cifra más baja en un año, arrastrada por el gasto en estructuras. Sin embargo, el gasto empresarial en equipamiento fue el más fuerte desde el segundo trimestre de 2023. La inversión residencial disminuyó un 5,1% anualizado, la mayor cifra desde finales de 2022, ya que el mercado de la vivienda luchó bajo el peso de los altos tipos y precios de las hipotecas.
Otro muy observado apunte del informe de la BEA es el relativo a la inflación, medido en este caso deflactando el consumo personal (PCE). La medida subyacente (ni energía ni alimentos) del PCE reflejó un 2,2% anualizado en el tercer trimestre en contraste con el 2,8% del anterior trimestre. Ese nivel lo deja muy cerca del 2% que fija como objetivo una Fed que precisamente tiene al PCE subyacente como indicador fetiche de inflación. Precisamente este jueves se conoce el PCE subyacente de septiembre, que afinará más el dato.