En el Día Mundial de la Malaria hay que hacer un balance de los obstáculos para derrotarla
Hoy es el Día Mundial de la Malaria, o el paludismo, un evento anual desde 2008 (cuando se celebró por primera vez) para volver periódicamente la atención sobre la enfermedad. Partiendo de la constatación de que la situación no ha cambiado mucho desde el año anterior.
Casi 600,000 personas mueren de malaria cada año
Es cierto que a largo plazo se observan grandes progresos, pero es la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) la que, con motivo del Día Mundial del Paludismo, señala que todavía estamos demasiado atrasados en la lucha contra la enfermedad y que los grandes avances sobre el terreno se resisten a materializarse. Y, a riesgo de ser reiterativos, conviene recordarlo siempre. La estimación de muertes causadas por la enfermedad para 2023 es de unas 600,000 (la inmensa mayoría, 569,000, en África), y echando la vista atrás a los años anteriores parece que se han mantenido sustancialmente sin cambios durante una década, muestra el “Informe Mundial sobre la Malaria 2024” publicado a finales del año pasado. Sin embargo, las cifras en bruto por sí solas son poco significativas, y es cierto que, aunque las muertes se han mantenido prácticamente sin cambios, la tasa de mortalidad (número de muertes por cada 100,000 personas en situación de riesgo) ha descendido ligeramente en la última década. Pero no lo suficiente, no tanto como podríamos con una enfermedad que se puede prevenir y tratar, subraya la OMS.
El paludismo, como enfermedad causada por mosquitos portadores del plasmodium, el parásito que causa la infección, es de hecho prevenible y tratable de varias maneras. En primer lugar, combatiendo a los mosquitos de cualquier forma eficaz, es decir, dificultando su propagación e intentando evitar sus picaduras. Luego están las vacunas, dos (utilizadas actualmente para inmunizar a los niños de las zonas endémicas) y los medicamentos que se toman de forma profiláctica, y después el tratamiento, en caso de que la prevención no sea suficiente.
Los factores que dificultan la lucha contra la malaria
La cuestión es que la existencia de armas contra la malaria no es garantía de eficacia. Pero entonces, ¿qué nos impide, en cada Día Mundial del Paludismo, mostrar una imagen diferente de la enfermedad si teóricamente pudiéramos hacerlo? ¿Por qué es necesario renovar constantemente los llamamientos? El financiamiento es necesario, sin duda, pero hay más de un factor que obstaculiza la lucha contra la malaria, como reitera el informe sobre el estado de la enfermedad. Las catástrofes naturales, los fenómenos extremos como inundaciones y ciclones, así como los conflictos y la inestabilidad social, contribuyen a la malaria de diferentes maneras: pueden favorecer la multiplicación y la propagación de los mosquitos, obstaculizar las acciones de contención, destruir los servicios de prevención y diagnóstico, la difusión de las vacunas, poner de rodillas a las instalaciones de tratamiento y multiplicar las emergencias humanitarias que fragilizan y aíslan a la población. A todo esto se añaden los conocidos problemas de resistencia a las terapias y a los insecticidas, la propagación de protozoos con mutaciones que hacen imposible diagnosticar la infección con prontitud, y también la propagación de insectos vectores especialmente problemáticos (véase el Anopheles stephensi).
Lucha contra la malaria: hay que reinvertir, reimaginar, revitalizar
Reconociendo estos obstáculos, el lema de la campaña de 2025 en el Día Mundial de la Malaria es Reinvest, Reimagine, Reignite (Reinvertir, Reimaginar, Reavivar). El primer punto está muy claro: hay que invertir más, en programas, herramientas diagnósticas, preventivas y terapéuticas, e infraestructuras sanitarias, tanto por parte del sector público como del privado. Y es necesario hacerlo sobre todo ahora que, como nos recuerdan la OMS y la Alianza RBM para Acabar con la Malaria, hay que hacer frente a los problemas del infrafinanciamiento (la mitad de lo previsto) ante los recortes de los fondos estadounidenses. Por tanto, hay que ‘reimaginar’ la lucha contra la malaria continuando los proyectos de investigación para el desarrollo de nuevas terapias, vacunas, pruebas de diagnóstico e insecticidas, tal vez. Y es necesario volver a centrar la atención en la enfermedad: asegurarse de que las poblaciones de riesgo conocen realmente los riesgos y cómo protegerse, promover contraataques coordinados y basados en pruebas, y estar preparados para renovar la lucha contra la malaria con nuevas (y bienvenidas) herramientas.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.