En la naturaleza, hay una criatura «inmortal» que puede desarrollar tumores contagiosos
La mayoría de los cánceres que conocemos no son transmisibles, un enfermo no puede «contagiar» a otro. Sin embargo, en algunos casos documentados en perros y en el demonio de Tasmania, ciertos tipos de tumores pueden transmitirse entre especies. Un grupo de investigadores dirigido por Sophie Tissot, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Montpelier, en Francia, ha intentado estudiar por primera vez la evolución y las posibles consecuencias de los tumores transmisibles en un animal que se considera prácticamente «inmortal», ya que es capaz de clonarse a sí mismo: la Hydra oligactis.
Los resultados publicados en el diario de investigación biológica, Proceedings of the Royal Society B, muestran que la transmisión del tumor de un ejemplar a las generaciones siguientes parece modificar ciertos hábitos de vida de los animales, como en el momento de la reproducción.
¿Qué dice el estudio?
Hydra oligactis es una criatura marina perteneciente a la familia Hydridae y al filo Cnidaria, como las medusas y las anémonas de mar. Un estudio publicado en 2014 en la revista Nature Communications había descubierto que este animal tiende a desarrollar cáncer si se sobrealimenta, es decir, si recibe demasiada comida. Además, se puso de manifiesto que este cáncer puede transmitirse de generación en generación a través de la reproducción por gemación que caracteriza a H. oligactis. Un tipo de reproducción asexual, a partir de la cual se generan clones del espécimen de partida.
Tissot y sus colegas pensaron en explotar estas características para estudiar la evolución de los tumores transmisibles y sus posibles consecuencias en la vida de este animal. Para ello, recogieron 50 ejemplares de H. oligactis del lago francés Montaud y los criaron en condiciones similares a las descritas en el artículo de 2014; en concreto, los alimentaron cinco veces por semana para favorecer la aparición de tumores.
Después, seleccionaron 19 animales que desarrollaron tumores en los dos meses siguientes al inicio del estudio y los monitorearon durante cinco generaciones sucesivas, continuando con la alimentación cinco veces por semana. Para comparar, siguieron a algunos ejemplares nacidos de hydras enfermas y a otros que que no desarrollaron tumores en los dos meses siguientes a la observación, pese a nacer de ejemplares cancerosos.
¿Cuáles fueron los resultados?
Los análisis mostraron que la primera generación de ejemplares cancerosos tenía entre 3 y 4 veces más probabilidades de desarrollar tumores que la descendencia de los especímenes sanos. Los autores explican que, además de la cuestión de la transmisibilidad, el cáncer también podría desarrollarse en las generaciones siguientes independientemente de la transmisión vertical; o bien, su aparición podría estar ligada a factores genéticos que su progenitor llevaba consigo.
Sin embargo, la hipótesis de la transmisibilidad parece la más plausible por varias razones: “Que la tasa de desarrollo de tumores en las crias con cáncer sea superior a la de las hydras sanas, nacidas en las mismas condiciones, implica que los tumores no son espontáneos”, ratifica el estudio. Además, otras observaciones también parecen descartar la hipótesis de factores genéticos.
Una última consideración que se desprende del estudio es que la quinta generación consecutiva de hydras con tumores tiende a reproducirse menos tras el desarrollo visible de la enfermedad. Esta adaptación, concluyen los autores, podría estar relacionada con el hecho de que las crías nacidas luego del cáncer del progenitor tienen más probabilidades de desarrollar un tumor y, por tanto, menos probabilidades de sobrevivir.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.