La extraña relación entre el boom evolutivo en un lago africano y la explosión de una supernova
La evolución de la vida en la Tierra ha sido un proceso de miles de millones de años que, sin embargo, no ha sido uniforme. Duante su desarrollo se han presentado notables episodios explosivos de diversificación biológica. Para no ir más lejos, una de ellas ocurrió apenas, hace dos o tres millones de años, en uno de los más importantes lagos de África Oriental. Los virus que habitaron en el lago Tanganica aumentaron en número y complejidad, sin una aparente explicación. Una reciente investigación sobre el comportamiento estelar encontró que, en ese mismo período, la Tierra atravesó una burbuja de radiación causada por una supernova.
La evidencia sobre los residuos de radiación cósmica que llegaron al mismo tiempo en que se impulsó una comunidad de virus en África fue publicada en la revista The Astrophysical Journal Letters. Los científicos de la Universidad de California Santa Cruz piensan que ambos factores están relacionados. Para ellos, es probable que la radiación fuera lo suficientemente potente como para partir la doble cadena del ADN de los organismos y, con ello, impulsar mutaciones y diversificar las especies.
“Es cierto que la radiación cósmica es un factor ambiental clave a la hora de evaluar la viabilidad y la evolución de la vida en la Tierra, y la cuestión clave se refiere al umbral para que la radiación sea un desencadenante favorable o perjudicial al considerar la evolución de las especies”, señala el informe.
Las supernovas con las que nos cruzamos antes
Una supernova es la explosión de una estrella tras agotarse su combustible. El punto crítico para que ello ocurra es que el astro comience a formar elementos pesados, pasando por el carbono, el oxígeno y, finalmente, el hierro. Cuando acumula suficiente hierro en su núcleo, la estrella ya no puede sostenerse por sí misma y explota, disparando todos esos recursos que produjo durante millones de años.
Una forma radioactiva de hierro espacial (hierro-60) fue encontrada en el fondo del Lago Tanganica. Cuando los investigadores de la UC Santa Cruz dataron la edad del compuesto, encontraron que parte de este se formó hace 2.5 millones de años. Luego rastrearon su origen a través de modelos de comportamiento estelar junto al movimiento de la Tierra. Hallaron que, en ese momento, el sistema solar entró en una burbuja rica en polvo estelar y alguna estrella alrededor explotó para formar el hierro-60.
Los rastros de esa supernova que coincidió con el tránsito de la Tierra se impregnaron en la superficie durante 100,000 años después de la explosión. En un siguiente modelado de comportamiento, las piezas encajaron a la perfección. El planeta se movió por un cementerio de estrellas y una parte de la zona quedó plasmada en los grandes lagos donde, al mismo tiempo, algunos virus se volvieron más complejos.
«Vimos en otros artículos que la radiación puede dañar el ADN. Eso podría ser un acelerador de cambios evolutivos o mutaciones en las células. No podemos decir que estén conectados, pero tienen un marco de tiempo similar. Pensamos que era interesante que hubiera una mayor diversificación en los virus», señaló Caitlyn Nojiri, autora principal del estudio.