La semana inolvidable del Barcelona | Fútbol | Deportes
El Barça ha solucionado con ocho goles en cuatro días una deuda de años después de humillar a sus dos enemigos naturales, equipos que le han amargado la vida en Europa y en la Liga, como son el Bayern y el Madrid. No tuvo piedad de los alemanes en un partido pletórico y dejó a los madridistas en fuera de juego ante el pasmo del Bernabéu. La sincronización y concentración defensiva de los azulgrana en la aplicación de una línea invisible, solo marcada por el linier y el Var, contrastó con la inopia de los zagueros del Madrid. Mendy quedó enganchado después que vinicus y Mbappé se hubieran quedado repetidamente en el limbo y un partido equilibrado y vivo cayó descaradamente a favor del Barcelona.
Aumentan los recursos de los azulgrana, que forman una plantilla muy familiar y solidaria y son también un equipo muy trabajado en el campo de entrenamiento por Película. Nada que ver con los madridistas, que tienden a improvisar, demasiado confiados en sus figuras, ahora mismo muy confundidos porque no encuentran el hilo del juego, la raíz del pase que activa a sus famosos delanteros, huérfanos de Kroos. No les frente alcanzó a los barcelonistas con la salida de Modric. La contundencia y eficacia azulgrana acabó con la caja de chicles y los dulces sueños de Ancelotti. Los resultados del clásico acostumbran a dejar huella y el último no será fácil de digerir para el entrenador y mucho menos para Florentino.
El diálogo emisor-receptor que tan bien funcionó en el Barça nunca existió en un desnortado Madrid. Así se explica que la figura fuera Lewandowski en un partido diseñado para Vinicius, Mbappé y Lamine Yamal. La actuación de los azulgrana fue en cualquier caso tan coral y agradecida que incluso sobresalió Peña y encajó a De Jong. Flick ha mejorado también al meta suplente en una excelente gestión después del fichaje de Szczesny. El plan de partido dispuesto por el técnico, tanto desde la alineación como con los cambios, resultó excelente en un clásico que sitúa a los azulgrana con seis puntos por delante del Madrid.
El Barcelona ha ganado crédito, autoestima y respeto porque además de ser un equipo que emociona y moviliza a su hinchada merece también la admiración de los contrarios, incluso la del Madrid Ha dejado de ofender y adoctrinar con la bandera del estilo, es hoy mucho menos moralista y está mejor visto por su sentido del ritmo y apuesta por un fútbol combinado admitido como moderno, sin perder identidad por su apego a la Masia. No ha traicionado el culto a la pelota, ni perdió creatividad, expresada en el ingenio de juveniles como Lamine, Cubarsí o Casadó, sino que ha aprendido a competir sin cadenas, dispuesto a convertir cada partido en una aventura que engancha a los más jóvenes, cada vez más numerosos en Montjuïc.
La afición barcelonista está entregada y dispuesta a acompañar al equipo hasta donde haga falta, porque la ambición se impone a la frustración, una vez que el entrenador ya no pone límites a la misma plantilla que anteriormente se daba por imposible y se ha puesto fin a una política de fichajes que consistía en incorporar a futbolistas por acumulación para tapar los agujeros que dejaron Neymar y Messi. La frustración ha dado paso a la excitación y ahora mismo es difícil poner límites a un equipo tan bello como eficaz, distinguido por su tensión competitiva, pulcro en el cuidado de su espalda e imparable de cara al marco contrario como bien saben el Bayern y el Madrid. Los jóvenes de la Masia no saben qué es el miedo del Bernabéu.