Las lluvias extremas serán cada vez más frecuentes: ¿qué falta para evitar las catástrofes que las acompañan?
Valencia, 15 días después del paso de la DANA.Europa Press News / Getty Images
Pero sí existen ingredientes que forman parte del proceso físico que indican que el cambio climático influye en la ocurrencia o magnitud del fenómeno. Una es la debilitación de la corriente del chorro, favorecida por el cambio climático que facilita el descenso de aire frío. Por su parte, José Bodoque indica que un mar más caliente aporta más humedad, lo que “le inyecta gasolina a los fenómenos”. Si el incremento de temperatura se sostiene, señala, “podríamos tener DANA más intensas, más frecuentes y más extendidas en el tiempo, es decir, fuera de sus usuales temporadas, que son entre el final de verano y principio de otoño”.
Con otros fenómenos que causan lluvias torrenciales, la situación es similar: conocemos los ingredientes, pero falta entender completamente cómo interactúan con el cambio climático. Desde el punto de vista técnico, la modelación de precipitaciones torrenciales tiene el menor de los problemas aún en cambio climático, pero hay otros factores que contribuyen a tener reacciones equívocas ante las catástrofes. Por ejemplo es complicado anticipar cuál será el epicentro de una tormenta.
Ballesteros señala que en temas de inundaciones, debemos considerar que la alteración de clima afecta a los suelos, generando ambientes más secos con respuestas hidrológicas deficientes como la disminución de la infiltración o el aumento de la velocidad del flujo, lo que favorece la intensidad del ciclo hidrológico.
Reconocer mejor la vulnerabilidad
Según Bodoque, es deseable mejorar las cartografías de peligrosidad por riesgo de inundación. También falta caracterizar la vulnerabilidad de forma holística, lo que implica considerar las dimensiones social, económica, física, institucional y cultural. Es necesario entender cómo interaccionan las partes interesadas y considerar todos los componentes de la vulnerabilidad: exposición, sensibilidad y resiliencia.
Una investigación en la que Bodoque participó destaca que “la mayor parte de la literatura sobre vulnerabilidad frente a desastres naturales considera solo dos dimensiones», por lo general, la social y la económica, mientras que la institucional y la cultural son descuidadas.
En el caso de la DANA, falló la traducción oportuna de la alerta roja en acciones concretas sobre el territorio. De poco sirve identificar el peligro con antelación si la comunicación no es eficaz o si la población no sabe cómo actuar. “Una de las principales lecciones que se deben aprender de estos eventos es la importancia de mejorar la infraestructura de alertas tempranas para garantizar que todas las personas tengan acceso a información precisa sobre los riesgos climáticos”, explicó Natalia Alonso Cano, responsable de la oficina para Europa de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR).
En cuanto a los desafíos de integrar la cartografía de zonas anegables en la toma de decisiones regionales, Bodoque señala que en la Unión Europea existe un marco normativo que incluye una evaluación preliminar de riesgos de inundación, así como mapas de peligrosidad en los que hay que detectar el riesgo según la población y los bienes expuestos. “Hay bastante margen de mejora, los mapas de peligrosidad por inundación presentan bastante incertidumbre”. En parte, explica, porque las inundaciones son un proceso aleatorio. En efecto, es muy probable que donde ya ocurrió una intensa inundación vaya a tener lugar otra posteriormente, pero no se puede saber si eso ocurrirá dentro de cinco o 300 años.
A esto, detalla Bodoque, se suma otro componente de tipo epistémico. Los parámetros que alimentan las cartografías no son valores fijos, sino rangos, pero los mapas que se usan en España y de muchos otros países son de tipo determinístico, es decir, indican zonas inundables y no inundables. En otras palabras, solo ven blancos y negros. “Al alimentar los modelos con valores fijos para cada parámetro, entran los sesgos: según convenga, puedo tomar el superior, el medio o el inferior, y estoy aportando una única salida cartográfica, cuando para cada uno de los parámetros y para rango tengo infinitas salidas”. El mapa determinístico puede generar una falsa sensación de seguridad.